Corresponsalía

Brasil: arte, cultura, educación y resistencia política

En el año 2002, con la victoria de Luiz Inácio Lula da Silva en las elecciones presidenciales, presenciamos una importante ruptura con la tradición aristocrática y oligárquica que desde siempre dominó la política brasileña.

Nacido en una de las regiones más pobres de Brasil, Lula creció en un ambiente en el que la supervivencia, en sí, ya era un gran desafío, ya que dos de cada diez niños morían antes de cumplir un año. En este escenario, en el que prácticamente el 70% de la población era iletrada, cultura y erudición parecían artículos de lujo.

Sin embargo este hombre del pueblo, con su enorme visión política y humanista, ha sido en la historia brasileña el presidente que más contribuído al arte, la cultura y la educación. Las políticas inauguradas por el Gobierno de Lula y continuadas por Dilma Rousseff no solo expandieron la producción intelectual y cultural del país, sino que buscaron ampliar y democratizar su acceso a todas las clases sociales.

Los programas como el Plan Nacional de Cultura (2010), así como el Plan Nacional de Educación (2014) fueron revolucionarios: se proponían no solo la creación de instrumentos políticos de democratización del acceso a la cultura y a la educación, sino también la valorización de la diversidad cultural brasileña, entendida a partir de entonces como una de nuestras mayores riquezas.

Aspectos como estos explican el gran apoyo de la mayoría de los artistas y de la intelectualidad brasileña a Lula, encarcelado desde el 7 de abril de este año. Ante las innumerables injusticias a las que viene siendo sometido el expresidente, víctima de un proceso repleto de arbitrariedades y de la total falta de pruebas, los profesionales vinculados al arte, a la cultura y a la educación perciben cada vez más la necesidad de posicionarse.

Uno de los eventos que marcaron la creciente implicación de la clase artística brasileña con la resistencia política ocurrió en febrero de este año, en el carnaval de Río de Janeiro. El desfile de la Escuela de Samba Paraíso del Tuiutí, cuyo tema: «Meu Deus, Meu deus, está extinta a escravidão?” fue una nítida alusión a los retrocesos políticos vividos por el Brasil postgolpe. La repercusión nacional de este hecho demuestra la importancia del arte como instrumento de lucha política y social.

En los últimos meses, la adhesión a la campaña «#LulaLibre», por parte de los artistas e intelectuales brasileños ha aumentado cada día. En el día 28 de este mes, en la ciudad de Río de Janeiro, con el lema «Aumente o Som Para Acordar a Justiça», se realizará el Festival Latinoamericano Lula Libre, a los moldes del emblemático «Lula Festiva», que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, el 19 de mayo de este año.

La convocatoria de Río está encabezada por Chico Buarque, una de las personalidades más importantes de la cultura brasileña, y ocurrió a partir de un manifiesto creado por un grupo de artistas y firmado por 800 intelectuales y demás profesionales. Se espera que la repercusión en torno al referido evento ayude a impulsar otros, de carácter semejante, no solo en Brasil, sino también en otros lugares de América Latina y del mundo.

En este último fin de semana, por ejemplo, en la Feria Central de Ceilândia y en la Feria Permanente de São Sebastião, en el Distrito Federal, la movilización en torno a la libertad de Lula generó una efervescencia cultural con conciertos de samba, rock, rap, reggae, además de teatro, poesía, exposiciones de artes visuales y fotografía.

Los eventos anteriores se muestran extremadamente significativos en el actual contexto latinoamericano, por el hecho de reafirman el poder del arte y la cultura como instrumentos de resistencia política, frente a las innumerables tentativas, por parte de las fuerzas imperialistas, de destrucción de los procesos democráticos y de las conquistas sociales ocurridas aquí, en las últimas décadas.

One thought on “Brasil: arte, cultura, educación y resistencia política”

  • ARTE AL PODER dice:

    Me parece perfecto: alguien dijo que los artistas mienten para decir la verdad y lo cierto es que consiguen en ocasiones forjar una imagen de aquello tendencialmente en desarrollo, pero que, al no ser aún más que en latencia, no es directamente perceptible o pensable desde la vida inmediata ni por tanto expresable con lenguaje todavía carente de conceptos futuros que dimanarán de realidades y de combates futuros.

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