Medioambiente

Ni se pincha, ni se corta

No hay ninguna duda de que España es lí­der mundial en el desarrollo de las energí­as renovables y su tecnologí­a. Sin embargo la sede de la Agencia Internacional para la Energí­a Renovables – Irena – y su presidencia, no estará en España, sino en el emirato petrolero de Abu Dabi, según la decisión adoptada por los delegados de 129 paí­ses reunidos en una conferencia de este organismo celebrada en la localidad egipcia de Sharm El Sheij. El emirato era apuesta francesa.

Francia, no solo es un aís con más de un 80% de la electricidad de origen nuclear, sino que además España es uno de sus clientes energéticos, en componentes e instalaciones. Pero será Francia quien dirigirá el organismo de las energías renovables, y Alemania algunas de las subsedes. Irena es un organismo creado en Bonn – Alemania – en enero de este año, fruto de una iniciativa alemana y ha funcionado, hasta ahora, con España y Dinamarca como motor internacional. Pero por si el caso de Garoña no haya aportado ya suficientes pruebas respecto a la importancia de la independencia política y energética, el resultado de esta elección sume en el ridículo cualquier otro planteamiento. Porque una de dos, o los gestores son unos incompetentes incapaces, o que el país líder en energías renovables no haya conseguido ganarse la presidencia y la sede del organismo se corresponde con otras poderosas razones. “Francia apoyó a Abu Dabi, con el argumento de que su elección simbolizaría mejor que nada la transición de los combustibles fósiles a las energías limpias. Pese a ser un país ligado al petróleo, Abu Dabi está construyendo una ciudad completamente verde y libre de emisiones de CO2 y movilizó a varios ministros a la cumbre egipcia” Al organismo también acaban de incorporarse en esta misma reunión varios países entre los que se encuentran China o EEUU. Y es que esta rama de la producción presenta cada vez un mayor número de expectativas de ganancia y desarrollo. El octubre pasado participaron 51 países en la misma conferencia celebrada en Madrid, cuyo objetivo explícito fue “promover la adopción a gran escala de energías renovables, asesorando a los países industrializados y en desarrollo en la mejora de sus marcos regulatorios y en el desarrollo de capacidades, de forma que este tipo de fuentes de abastecimiento vaya alcanzando cuotas cada vez mayores de la producción energética mundial”. Los hechos vienen tiempo clamando al cielo, y ya que ni se pincha, ni se corta, lógicamente, ha de aprovecharse cualquier ocasión para evidenciar las consecuencias del lastre que frena a España en su desarrollo, abortan cualquier posibilidad de ganar independencia y, por lo tanto, de abordar los retos de la producción e investigación energética.

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