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Ni rendición ni abstención: Rajoy apuesta por el desgaste de Sánchez y volver a las urnas

«Ni renuncia ni abstención», dicen en el PP ante los rumores de un cambio de rumbo en el PP para que permita un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos para salir así­ del actual atolladero. Rajoy no contempla renunciar a lo que, en su opinión, señalaron las urnas. El PP ha sido el más votado y, aunque carece de los apoyos necesarios para gobernar, no va a facilitar que lo haga el PSOE. «Para ser presidente de España no basta con humillarse e hipotecarse. España necesita un presidente con dignidad», señaló Rajoy en su encuentro con las bases de su partido en Córdoba. Toda una manifestación de intenciones en un momento en que nadie ve una salida al actual bloqueo institucional.  

«Ni renuncia ni abstención», dicen en el PP ante los rumores de un cambio de rumbo en el PP para que permita un acuerdo entre PSOE y Ciudadanos para salir así del actual atolladero. Rajoy no contempla renunciar a lo que, en su opinión, señalaron las urnas. El PP ha sido el más votado y, aunque carece de los apoyos necesarios para gobernar, no va a facilitar que lo haga el PSOE. «Para ser presidente de España no basta con humillarse e hipotecarse. España necesita un presidente con dignidad», señaló Rajoy en su encuentro con las bases de su partido en Córdoba. Toda una manifestación de intenciones en un momento en que nadie ve una salida al actual bloqueo institucional.

Sánchez no comunicó telefónicamente con Iglesias hasta la misma noche del domingo, tras sufrir el bofetón de la rueda de prensa de Podemos. Sí lo hizo, sorprendente y raudamente, con Rivera, lo que abrió el saco de los rumores e interpretaciones. ¿Un Gobierno de PSOE y Ciudadanos? Necesitarían la abstención del PP en la investidura. Desde Génova se atajó de raíz esta versión. «Radicalmente no. Ni abstención del PP ni renuncia de Rajoy», aseguraban fuentes del partido. «Somos la fuerza más votada, es imprescindible hablar, negociar y llegar a acuerdos, pero sin desatender el deseo de las urnas», explicaban. El Partido Popular no contempla facilitar ese posible acuerdo de Gobierno de Sánchez y Ciudadanos, que, de entrada, ni siquiera la formación naranja se plantea. Mantiene su oferta de la gran coalición a tres, apartando a Podemos del juego de posibilidades y, naturalmente, a los partidos independentistas.

«Una segunda transición», reclamaba Dolores Cospedal en su acto del domingo. Es decir, un acuerdo entre las fuerzas que defienden el actual ordenamiento constitucional aunque sea para reformarlo. Pero desde la ley. Los dirigentes del PP consideran que la jugada de Rajoy, al declinar ser candidato a una investidura imposible, ha puesto la pelota en el tejado de los socialistas. Sánchez reaccionó balbuceante a la provocación de Iglesias y se quedó mudo ante el movimiento de Rajoy. Nadie atisba a adivinar por dónde pretende salir. Su lugarteniente Luena, que hizo en estas últimas horas el papel de portavoz, se ha mantenido en el viejo libreto de atacar al PP y menospreciar a Rajoy. Llegó a tacharle de ‘antisistema’ y ‘trilero». Eso ahora ya no vale.

González mueve ficha

El PP confía en el vertiginoso desgaste del actual secretario general del PSOE dentro de sus filas. El comité federal del PSOE del día 30 amenaza nubarrones y tormentas. Felipe González ha empezado a mover fichas. El acuerdo con Podemos se antoja, ahora mismo, imposible. Iglesias así lo buscó, con su comparecencia desafiante del viernes. También pretende un adelanto electoral. Los sondeos le siguen siendo favorables. Sánchez ha resultado malherido en esta refriega, para la que no iba preparado. «Ha actuado con una ingenuidad inconcebible», dicen en el PP. «Si te acercas a Iglesias sabes que puedes salir trasquilado». Y así ha sido.

Este miércoles arranca una nueva ronda de contactos en Palacio. De entrada, se adivina un esfuerzo inútil. Hay dudas incluso de que el líder del PSOE presente su candidatura, tal y como pretende Rajoy con su paso atrás. Apoyarse en Podemos, como acariciaba hace unas semanas, equivale a morir asfixiado en el abrazo del oso más previsto de la reciente historia de España. Rajoy espera que este desgaste se traduzca en un gesto de sensatez por parte de Sánchez, que no ha aceptado negociar siquiera dos minutos con el presidente en funciones. Cualquier alternativa que no pase por Rajoy en Moncloa va a ser rechazada por el PP, donde nadie osa sugerir la posibilidad de que su líder renuncie a ser candidato y ceda los trastos a algún compañero de su partido para lograr la cuadratura del círculo imposible. «Ni renuncia ni abstención. Ahora le toca a Sánchez», inisisten desde Génova. Hay voces en el PP que discrepan del análisis, aunque muy quedamente. Piensan que la hora de Rajoy ya ha pasado. Que le toca entregar el testigo a quien pueda armar algún tipo deentente para llegar a Moncloa. Voceros próximos a Ferraz se lanzan a la misma prédica. Y vuelven a emerger, incluso en algunos titulares, los Feijóo, Cifuentes y hasta Soraya, muy silente la vicepresidenta en estos compases extraños de la negociación preinvestidura. El eterno retorno en una situación con escasas salidas.

Urnas en el horizonte

¿Y si Sánchez tampoco da el paso e imita a Rajoy y dice que pase el siguiente? En el PSOE se afirma que este supuesto no ocurrirá, ya que ellos serán leales y aceptarán la investidura si lo demanda el Rey. Entraríamos en una situación inédita, sin respuesta constitucional. La fecha de las elecciones anticipadas se fija en el momento mismo en que fracasa la primera sesión de investidura. Si nadie concurre a ella, habría de improvisarse una solución institucional. El Rey podría recurrir al Consejo de Estado para salir del atolladero. En cualquier caso se trataría de una salida que requeriría el visto bueno de todos los partidos, o, al menos, de los mayoritarios. Un escenario repleto de incógnitas que obligaría a la Corona a mover ficha, algo que no entraba en ningún plan.

El aniquilamiento de Sanchez desde su frente interno o su desgaste manifiesto ante sus propios seguidores es la baza a la que apuesta Rajoy. No descarta el pequeño milagro del acuerdo a tres, algo que reclaman desde casi todas las cancillerías europeas. Pero el PSOE ya dejó escrito que «ni PP ni Rajoy». Volver a las urnas no le asusta al PP. Los sondeos también le auguran un crecimiento electoral, pero ni de lejos el necesario para poder gobernar. El tiempo pasa y lo que se quería solucionar en un par de meses parece ahora mismo misión imposible. «Estamos en un escenario a la italiana, pero nos falta la experiencia y la cultura para movernos en ete terreno tan pantanoso», comentaba un dirigente del PP.

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