El primer ministro israelí­ acude a la Casa Blanca

Netanyahu va a oí­r a Obama

«Se acabó el idilio, empieza el matrimonio», así­ ha descrito un periodista la nueva relación que EEUU e Israel habrán de mantener ahora las administraciones de Washington y Tel Aviv. Después de la carta blanca que Bush concedió a Sharón y a Olmert, de la sintoní­a plena entre el proyecto de dictadura terrorista mundial del tejano con la polí­tica incendiaria de los halcones sionistas, la relación entre la lí­nea Obama y el gobierno de extrema derecha de Netanyahu promete ser algo más que tormentosa. Hoy el primer ministro israelí­ viaja a Washington, donde mantendrá una entrevista con el presidente norteamericano a buen seguro llena de tensión.

Es una reunión anunciada desde hace semanas, la rimera entre Obama y Netanyahu. Sin embargo no es la primera vez que el halcón del Likud visita el Despacho Oval en calidad de Primer Ministro. Se dice que la primera vez, allá por 1996, el israelí logró irritar visiblemente a Bill Clinton con su arrogancia y que al acabar la misma, el de Arkansas gritó “¡¿pero quién se ha creído que és? ¿Quién es aquí la superpotencia?!”. No sería la última vez que diera dolores de cabeza a la administración Clinton. Durante el primer mandato de Netanyahu, todos los avances del proceso de paz entre Rabin y Arafat fueron desmantelados a ritmo de excavadora, hasta que Sharón llegó con su traca final en la Explanada de las Mezquitas.Ms. Clinton conoce de cerca a su adversario, y Obama está bien asesorado. La superpotencia no está borracha de poder como en los 90, y su acelerado declive geoestratégico no le permite errores ni deslices. EEUU está obligado a salvaguardar la seguridad de Israel, pero no puede permitir que un intransigente y aventurero gobierno en Tel Aviv incendie la región más explosiva del mundo, cuando está en juego la retirada de Irak, la contención de Irán o la recuperación del dominio sobre Afpak.Hoy Netanyahu va a tener que oír a Obama. El presidente norteamericano, en un tono más o menos diplomático, le va a exigir lo que sus portavoces han pronunciado tantas veces: Israel debe aceptar la solución de los dos Estados, y por tanto la creación de un Estado palestino como la única vía posible hacia la estabilidad de Oriente Medio. Debe paralizar de inmediato los asentamientos judíos en Cisjordania y el derribo de barrios palestinos en Jerusalén Este. Ha de restablecer urgentemente las negociaciones de paz con Siria, y por supuesto debe olvidarse de cualquier tentativa de un ataque aéreo a Irán. Hoy los medios israelíes hablan de que Netanyahu podría ir a la Casa Blanca con un tono más moderado y dispuesto a ceder en algo. Citan indicios difusos, como que el presidente de Israel, Simón Peres, ha asegurado que el Primer Ministro “se había comprometido frente a él a respetar los acuerdos previos firmados por el Estado de Israel”, aunque Peres no dijo explícitamente `Annapolis´ ni `Hoja de Ruta´. También Ehud Barak, ministro de Defensa, declaró que cree que Netanyahu “le va a decir a Obama que este gobierno está listo para embarcarse en un proceso político que lleve a nuestros dos pueblos a vivir uno al lado del otro en paz y respeto mutuo”. Netanyahu viene con una contrapropuesta bajo el brazo. Israel está dispuesta a hacer algunas concesiones a los palestinos y a retomar las conversaciones con Siria si Washington endurece su diálogo con Irán y le pone fecha límite: otoño de este año. Pero como dijo un sonriente vicepresidente Biden durante una cena a un grupo de activistas judíos norteamericanos que replicaban sus argumentos, "usted no va a tener el gusto de decirme cómo hacerlo".Pero la Casa Blanca conoce demasiado bien a su gendarme, y no está dispuesta a tolerar tácticas dilatorias mientras se aplican los hechos consumados. Lo más probable es que será la superpotencia la que marque los plazos del calendario a los insolentes israelíes. “Si se siguen dando largas a las conversaciones de paz para Oriente Próximo, estallará un nuevo conflicto entre árabes e israelíes en los próximos 12 o 18 meses", advirtió la semana pasada el Rey Abdalah de Jordania actuando de heraldo norteamericano. EEUU quiere un cambio de rumbo de la política israelí, y lo quiere ya. A ver si está claro quien lleva los pantalones en esta casa.

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