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De manera independiente a lo publicado por el New York Times, otra investigación de las universidades de New York y Columbia también apunta a que algunas élites en Israel -en este caso de poderosos nódulos de la oligarquía financiera de Tel Aviv- conocieron con antelación el ataque de Hamás del 7 de octubre, pero que -al contrario que los altos cargos de inteligencia- sí lo dieron por cierto. Tanto que desde meses antes de los atentados terroristas, prepararon operaciones «en corto» para sacar enormes beneficios en la bolsa israelí. La agencia Reuters afirma que las autoridades israelíes están comprobando estos hechos.
Una investigación -titulada “Trading on terror? («¿Negociando con el terror?«)- publicada en EEUU por Robert J. Jackson Jr., de la Universidad de Nueva York, y Joshua Mitts, de Columbia, señala que importantes inversores y magnates financieros de Israel tenían conocimiento anticipado de los ataques terroristas de Hamás… y que sacaron provecho -gigantes beneficios- de ello.
El trabajo sugiere que importantes inversores de la oligarquía israelí -como el Banco Leumi, uno de los principales valores del índice Tel Aviv Stock Exchange (TASE), equivalente a nuestro Ibex35- pudieron tener información privilegiada sobre los ataques que Hamás tenía pensado perpetrar el 7 de octubre, que causarían una honda conmoción en Israel, Oriente Medio y en la estabilidad mundial. Y que utilizaron esa información en las semanas previas a los atentados para «ponerse cortos» [short-selling, en inglés], lo que en la jerga financiera significa apostar contra las acciones de empresas concretas, esperando que caigan para aprovecharse en beneficio propio.
Y acertaron. Tras el ataque de Hamás, la mayoría de las compañías israelíes cayeron abruptamente en bolsa. El TASE llegó a hundirse un 23%. Pero no todos salieron perdiendo: los carroñeros se dieron un festín.
Según los investigadores de las universidades de New York y Columbia se registraron “4,43 millones de posiciones cortas sobre él durante el período del 14 de septiembre al 5 de octubre, que generaron ganancias de 30 millones de séqueles [7,5 millones de euros, aproximadamente, al cambio actual]”.
“Las posiciones cortas de ese día superaron con creces las que se produjeron durante muchos otros períodos de crisis, incluida la recesión posterior a la crisis financiera, la guerra entre Israel y Palestina de 2014 y la pandemia de COVID-19”, añaden los investigadores estadounidenses.
Pero no sólo se forraron los buitres financieros de Tel Aviv, sino los comerciantes de fuego y muerte de Wall Street.
Las grandes empresas del complejo militar-industrial norteamericano han subido espectacularmente en bolsa desde los ataques de Hamás y el inicio de la masacre bélica contra Gaza. Las acciones de Lockheed Martin han subido un 13%, las de Raytheon Technologies, Northrop Grumman y General Dynamics un 20%.
Se trata de un trabajo sólido, pero apenas preliminar. En declaraciones a la CNN, Mitts advirtió que “solo estamos viendo la punta del iceberg. Hay muchas más cosas que no podemos detectar pero que los reguladores deberían considerar”.
Aunque son prudentes -«vincular (a los especuladores) con Hamás es muy especulativo y no estamos sugiriendo esto»- él y Robert J. Jackson, su coautor, están “muy seguros” de que la actividad comercial es “excepcional” y “extraordinaria” en comparación con más de una década de negociación. “Nuestros hallazgos sugieren que inversores que tenían información sobre los ataques del 7 de octubre, antes de que ocurrieran, se beneficiaron de estos trágicos sucesos”, concluyen.