Para salir de la crisis

Nacionalizar la banca y sus recursos

En las condiciones de la actual crisis, cuyas consecuencias causan estragos en la población mientras bancos y monopolios mantienen sus escandalosos beneficios, la sociedad española se enfrenta a una encrucijada. O someterse al drástico ajuste que propugnan los mercados financieros -y a los que acaba de sumarse el gran patrón de la banca española, Emilio Botí­n- con las consiguientes consecuencias de rebaja salarial, aumento del paro, recortes en los gastos sociales y empeoramiento generalizado de las condiciones de vida de la mayorí­a del pueblo. U optar por un camino distinto, el de poner los recursos del paí­s al servicio de una polí­tica de creación de riqueza y empleo al servicio de la mayorí­a de la población. Porque los recursos existen. Todo el problema es en manos de quién están, cómo se gestiona y a dónde se dirigen.

El roceso de concentración de recursos y de riqueza que ha conocido el sistema financiero español en los últimos 10 años no tiene parangón en nuestra historia.Si fijamos la vista atrás hasta hace sólo 9 años, cuando en el año 2000 España entró en el euro, el volumen de depósitos que familias y empresas tenían depositados en la banca privada ascendía a poco más de 300 mil millones de euros.En 2009, sin embargo, el volumen de depósitos que los bancos acumulan en sus manos se había multiplicado por más de tres hasta ascender a casi 929 mil millones. Si a ello le sumamos los 770.000 millones de euros en depósitos que poseen las Cajas de Ahorro, empezamos a hacernos una idea más precisa de dónde están concentrados hoy los principales recursos de la economía española.De un total de 1 billón 700.000 millones de euros –o, lo que es lo mismo, de aproximadamente 283 billones de la antiguas pesetas, un 170% del PIB español– es de los recursos de los que estamos hablando que en la actualidad gestiona el sistema financiero español. Dinero que no es de la banca, sino nuestro, de los depositantes, de los ahorradores, de las familias.Pero que sin embargo, en todos estos años no ha estado puesto al servicio de los intereses de esos ahorradores, sino en función de que el gran capital bancario de nuestro país acumulara unos ingentes beneficios y se colocara en una posición de privilegio en el ranking bancario europeo y mundial.Ha sido gracias a esta enorme concentración de recursos en sus manos, gestionados de acuerdo única y exclusivamente a sus propios intereses que la banca española, encabezada por Botín, ha podido expandirse internacionalmente, codearse con lo más selecto del capital financiero europeo y mundial y convertirse en la banca “más rentable” del mundo. Lo que necesita una economía sostenible En la última década, el sector de la construcción ha sido el motor de la economía española. Y el recurso al endeudamiento exterior la gasolina necesaria para mantener en marcha el motor. Para ambas cosas, el papel de la banca ha sido esencial.El valor de los préstamos vivos que la banca tenía concedido a promotores inmobiliarios ascendía en el año 2000 a 33.500 millones de euros. Pero en 2008 se había multiplicado por 10, ascendiendo a 318.000 millones. Sumando los créditos a las constructoras, el valor total de los préstamos concedidos por la banca al sector asciende a 470.000 millones de euros, lo que representa casi el 50% del PIB español.Para sostener el crecimiento de esa burbuja la banca ha estado destinando anualmente –y durante un período de 8 años– una media de casi 60.000 millones de euros (10 billones de la antiguas pesetas).Es un dato muy importante, porque ilustra de forma significativa los recursos que son necesarios para impulsar un modelo de desarrollo económico, incluso aunque haya sido un modelo insostenible, hipertrofiado y cuyas consecuencias estamos pagando ahora en forma de paro y empobrecimiento. Los recursos de la banca son nuestros y los queremos Representémonos ahora ese mismo volumen de capitales –y durante un tiempo similar– dirigido hacia la inversión productiva, hacia la creación de un amplio tejido industrial propio, capaz de producir una alta tasa de valor añadido, de crear nueva riqueza, necesitado de dotarse de amplios recursos nacionales para la I+D+i y de generar una abundante fuente de nuevos empleos fijos, especializados y de calidad.¿En cuántos años estaría España en condiciones de colocarse entre las primeras naciones desarrolladas del planeta? ¿Cuánto tardaríamos en acabar con el paro estructural y el empleo precario, con el endeudamiento exterior, con el déficit comercial, con la insuficiente dotación para investigación que reclaman nuestros científicos?A la gran banca española, a Botín y los suyos, le ha costado poco, apenas una década, para dar un salto gigantesco en su colocación mundial y situarse en lo más alto de la jerarquía financiera europea y mundial. Pero para ello se han lanzado a absorber y concentrar en sus manos todos los recursos del país y ponerlos a trabajar en función de ese objetivo, para el cual han contado con la inestimable e incondicional colaboración del gobierno de Zapatero y su política económica.Ya es hora de dar la vuelta a una situación donde el grueso de los recursos del país están puestos al servicio de unos pocos banqueros y monopolistas. Los recursos de la banca, tanto los depósitos que acumulan como el dinero de los rescates bancarios, son nuestros. Y los necesitamos para aplicar una política de creación de riqueza y empleo para la mayoría.Dedicar, como la banca hizo en la década pasada en la construcción, una inversión sostenida de 60.000 millones de euros anuales, es un volumen de recursos más que suficientes para crear un sólido y competitivo tejido industrial, una potente economía nacional productiva. Baste como ejemplo para hacernos una idea de lo que significa, que en Francia, el gobierno de Sarkozy se ha propuesto un ambicioso plan de modernización y desarrollo de su economía en el que piensa invertir 35.000 millones de euros en los próximos 4 o 5 años.La nacionalización de la banca, en la medida que permitiría utilizar esos recursos –que no son suyos, sino nuestros, de todos–, gestionándolos y dirigiéndolos hacia un cambio en el modelo de desarrollo económico beneficioso para la mayoría y no para unos pocos oligarcas, aparece así como la mejor, si no la única, alternativa capaz no sólo de acabar con la crisis y el paro, sino de levantar un nuevo modelo de desarrollo sostenible y de futuro.

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