Fotografí­a

Mujeres en la Guerra de España

Kati Horna, fotógrafa de origen húngaro, llegó a España en plena batalla con el encargo de hacer un álbum para la propaganda exterior del Gobierno republicano. Tan sólo tení­a 24 años, pero su interés por dar testimonio gráfico del conflicto le llevó a emprender un viaje que marcarí­a su existencia. En 1938 abandonó nuestro paí­s por Francia, apremiada por las nefastas circunstancias, y en octubre de 1939 desembarca en Veracruz (México). Llevaba consigo una lata de comestibles en la que habí­a metido 270 negativos que habí­a conservado de su trabajo durante los meses que habí­a pasado en la retaguardia republicana. Ese es el centro temático de un retrato de la guerra que acerca la mirada a la población civil y la aleja del campo de batalla.

Horna reúne en su exeriencia varias particularidades que no se repiten en ninguno de los casos de otros fotógrafos más conocidos que visitaron España durante el conflicto. En primer lugar, no sólo se dedicó a archivar los negativos de su trabajo personal, sino que trabajó activamente como reportera gráfica, colaborando en diversas revistas anarquistas como Libre Studio, Mujeres Libres, Tierra y Libertad, Tiempos Nuevos y Umbral. En segundo lugar, se trata de la única fotógrafa exiliada que se puso personalmente en contacto con el Gobierno Español, 50 años después, para hacerle entrega de los 270 negativos que había conservado en este tiempo. Lo habitual es que esta documentación haya sido recopilada en otros países y llegue a España con cuentagotas, incluso en el caso de la famosa maleta del valenciano Agustí Centelles, que todavía se encuentra en Nueva York. La fotógrafa quiso esperara la llegada de la democracia para evitar que las imágenes corrieran peligro, y las entregó totalmente clasificadas y ordenadas. Finalmente en 1983 la colección es adquirida por el Ministerio de Cultura y pasa a formar parte del patrimonio visual sobre la guerra (junto a colecciones como las de Alfonso, Robert Capa o Albert-Louis Deschamps). Hasta entonces, estas fotos sólo tuvieron una limitada difusión en publicaciones anarquistas de la época. Por fin el propio ministerio pone esta colección a disposición del gran público, en una exposición que se podrá contemplar en la Casa de Velázquez de Madrid hasta el 5 de Julio. No obstante, en las fotografías de Horna no veremos la imagen habitual del fotoperiodismo de guerra, de intrépidos cargados con un cámara, que se cuelan en la primera línea de fuego y corren todos los riesgos con tal de conseguir una imagen mítica. Las fotos de Kati Horna no se fijan en el tiroteo, prefieren el testimonio de la población civil. Son las fotografías de supervivientes a la tragedia; retratos tomados justo en el instante después de la explosión, el disparo, la catástrofe. Justo en el momento en el que arranca la tragedia. Su fotografía nunca estuvo en el circuito internacional, porque no usó ni vendió ese material que guardó celosamente durante casi 50 años. Además, no trabajó para agencias fotográficas y pasó desapercibida hasta este rescate. De hecho, apenas hay investigadores en España que hayan datado su paso por la guerra y poco se sabe de su estancia. Pero ha llegado el momento de que esto cambie.

Deja una respuesta