Argentina

Militares denuncian un «golpe blando» orquestado por EEUU

CEMIDA «una organización formada en 1984 por militares demócratas hastiados de golpes de estado y sistemas dictatoriales» hací­a público a mediados del pasado mes de febrero un comunicado alertando sobre los instrumentos de «manipulación psicológica, operativos de prensa y agresiones económicas controladas por organismos económicos internacionales» que están detrás del «brutal ataque» con el que se está tratando de desestabilizar la vida polí­tica argentina ante la inminencia de las elecciones presidenciales del próximo otoño.

“Grandes emporios político-económicos”, detrás de los cuales siempre aparece la alargada sombra de Washington, que buscan provocar una merma de “la independencia y del poder efectivo de Estados soberanos”. Un esquema que actúa con “cómplices locales”, insiste el comunicado, que ocupan cargos tanto dentro del Gobierno como dentro del Congreso Nacional y que van regularmente a la Embajada de EEUU y viajan a Washington para “recibir directivas y para informar en privado a sus mentores”. «No hay ningún antecedente de un golpe blando que se haya intentado o llevado a cabo sin injerencia extranjera» A la nacionalización de los fondos de pensiones AFJP, del servicio de correos, de Aerolíneas Argentinas y de la petrolera YPF que poseía la española Repsol se han sumado recientemente los nuevos acuerdos de cooperación económica con Rusia y China que han encendido las señales de alarma en Washington y puesto en marcha el mecanismo del “golpe blando”. Una conclusión confirmada también por el expresidente de Paraguay, Fernando Lugo, desalojado del poder por uno de estos “golpes blandos” en junio de 2012, y que afirmaba en una reciente entrevista a Prensa Latina cómo los tentáculos “del pulpo grande del norte” vuelven a dejarse sentir con fuerza otra vez en toda Latinoamérica.El clima político instalado actualmente en Argentina tras la muerte del fiscal Nisman, empieza a parecerse peligrosamente al que los centros de poder, con la complicidad de algunos medios de comunicación, generaron en los meses previos a la caída de Hipólito Yrigoyen, de Juan Domingo Perón y de Arturo Illía. Una técnica de “golpe blando” contra un gobierno constitucional, utilizando una sucesión de ataques y escándalos económicos, políticos y jurídicos junto con un implacable bombardeo mediático que buscan desgastar los últimos meses de un mandato y condicionar de forma decisiva la elección del nuevo gobierno. Días atrás, el diputado nacional kichnerista Carlos Raimundi señalaba cómo Argentina asiste a la intención mediática de generar una sensación de vacío institucional, provocando un deterioro que posibilite que el poder real ocupe el mayor espacio posible en el último tramo del gobierno de un presidente y tenga capacidad por lo tanto de condicionar al siguiente. Bombardeo mediático que en el caso argentino alcanza niveles de puro delirio, como las afirmaciones de los diarios Clarín y La Nación, planteando nada más y nada menos que la existencia de un adiestramiento militar de comandos iraníes-venezolanos-cubanos, cuyos sicarios serían los que mataron a Nisman. La inventiva de los servicios de inteligencia yanquis para suministrar información intoxicadora no conoce límites. Cualquier argumento, hasta el más disparatado, puedes usarse si sirve al objetivo último de desestabilizar y remover gobiernos no afines.Como ha dicho en el diario Pagina 12 la periodista Sandra Russo, “hay algo que se llama Política Internacional y hay Geopolítica. Esto último tiene que ver con qué rol, qué reparto de recursos, estatus, autonomía, poder de decisión y soberanía le cabe a cada quien de acuerdo a la correlación de fuerzas que se logra en bloque. Eso es invisible en la televisión. Los golpes blandos nunca son la pura iniciativa de fuerzas opositoras locales. No hay ningún antecedente de un golpe blando que se haya intentado o llevado a cabo sin injerencia extranjera. Porque no se derroca a los gobiernos posneoliberales por cuestiones domésticas, sino para moverlos en el ajedrez de la geopolítica dominante”.

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