Mientras el PP valenciano pacta con la ultraderecha de Vox que los segundos apoyen sus presupuestos a cambio de que los populares copien su discurso antiinmigración, la realidad económica y social desmonta sus mitos con un invierno demográfico que acecha a España y a Europa.
La Comunidad Valenciana siempre ha sido un crisol de culturas, que tejieron aquí un legado de mestizaje que hoy late en sus mercados, fiestas y dialectos. Pero hoy el presidente Carlos Mazón parece empeñado en borrar esa memoria, a cambio del apoyo de Vox a sus presupuestos, ha abrazado un relato ultra que criminaliza a la migración reciente pero olvida que, sin migración, Valencia se desangraría.
¿Ignorancia? ¡No! Cálculo político, cuya factura la pagaremos todos.
España tiene una de las tasas de fertilidad más bajas de Europa, con aproximadamente 1.3 hijos por mujer, muy por debajo del nivel de reemplazo (aproximadamente 2.1 hijos por mujer). El Envejecimiento de la Población y el aumento de la esperanza de vida han aumentado significativamente, lo que contribuye a una población mayor elevada en proporción a la población joven.
El invierno demográfico plantea desafíos económicos y sociales, incluyendo la sostenibilidad de los sistemas de pensiones y de salud, así como la necesidad de políticas que fomenten la conciliación laboral y familiar para aumentar la natalidad.
Estos factores subrayan la importancia de políticas públicas que promuevan la conciliación laboral y familiar, así como la atracción y retención de talento joven tanto a nivel nacional como internacional.
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Una ecuación perversa, presupuestos a cambio de prejuicios
Mazón ha convertido el discurso antiinmigración en moneda de cambio. Vox exige medidas simbólicas con un discurso de incitación al odio y el PP las acepta con tal de gobernar. Pero detrás de ese teatro hay una apuesta peligrosa, normalizar la xenofobia para sostener un poder frágil.
Mientras los datos gritan otra verdad, según la Cámara de Comercio de Valencia, el 22% de los nuevos negocios en 2022 fueron impulsados por emprendedores extranjeros. Sin ellos, los pueblos de Valencia verían cerradas sus tiendas, panaderías, peluquerías, etc. La migración no es un problema, ¡es un salvavidas!
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La Migración es el motor que Vox no quiere ver (pero que Valencia necesita)
En la huerta valenciana, manos migrantes cosechan el 40% de las naranjas que Europa consume. En las principales ciudades, camareros migrantes sostienen la temporada turística. En los hospitales públicos, el 15% del personal sanitario es extranjero. La Economía que aportan los migrantes a las cotizaciones de la Seguridad Social es vital para su sostenimiento. ¿Qué proponen Vox y Mazón para reemplazar ese colchón? ¡Silencio!.
Prefieren vender miedo mientras firman convenios con quienes provocan la España vaciada.
Criminalizar al recién llegado no es defender la identidad, es empobrecer la sociedad.
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Multiculturalidad y cohesión social en peligro
Cuando un gobierno valenciano estigmatiza a colectivos migrantes, abre grietas. Desde los movimientos sociales alertan que desde los pactos de Mazón, han aumentado un 30% las denuncias por discriminación en alquileres o empleo. Mazón habla de «proteger a los valencianos», pero ¿acaso no lo son ¡ya! quienes pagan impuestos aquí?, ¿crían hijos aquí? y contribuyen cada día a la vida y la productividad de la sociedad valenciana.
La demografía es clara, sin migración, la Comunidad perdería un 12% de su población en 15 años. Vender odio no es patriotismo, ¡es un suicidio económico!
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Valencia merece líderes, no traficantes de miedo
Mazón podría haber elegido presupuestos audaces, pactos que sumen. Pero en su lugar, optó por prestar su voz a los profetas del odio. Pero Valencia es más fuerte que sus cálculos cortoplacistas. Basta pasear por el Mercado Central, entre puestos regentados por chinos, ecuatorianos y valencianos donde se respira diversidad y prosperidad. Esa es la verdad que ningún discurso xenófobo y racista podrá nunca silenciar.
Geovanny Quijano Rengel – (Asociación Cumpliendo Sueños )
gquijano@asociacioncumpliendosueños.es
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Manifestación de las distintas asociaciones de la comunidad migrante en Valencia contra el discurso xenófobo de Vox y Mazón
«En el Pacto del Ventorro, la dignidad no se negocia»
Más de 40 organizaciones sociales valencianas exigen a Mazón una rectificación y la protección de los derechos de las personas migrantes afectadas por la DANA

En un escenario político en el que la sombra del racismo se cierne sobre la sociedad, más de 40 organizaciones sociales valencianas han unido sus voces para condenar las declaraciones del president de la Generalitat, Carlos Mazón. Sus palabras, calificadas de eco peligroso de los bulos de la extrema derecha, estigmatizan y criminalizan a la comunidad migrante, transformando la tragedia de las inundaciones de octubre en un arma política.
El manifiesto firmado exige una rectificación pública inmediata y la actuación de oficio de la Fiscalía para investigar posibles delitos de odio. Asimismo, se reclama la regularización de todas las personas migrantes afectadas por la DANA, aceptando pruebas alternativas de residencia en lugar del empadronamiento tradicional y excluyente. Se rechazan además las insinuaciones racistas surgidas del acuerdo con Vox para aprobar los presupuestos de la Generalitat y se clama por el fin de los controles policiales discriminatorios.

Este contundente llamado a la justicia y a la dignidad humana convoca a la sociedad a superar divisiones y prejuicios. Con la mirada puesta en un futuro inclusivo, se exige que las instituciones actúen con responsabilidad, protegiendo los derechos fundamentales y promoviendo la igualdad. La voz de las asociaciones se alza para transformar el dolor en un impulso renovador que reafirme el compromiso con una convivencia basada en la empatía, el respeto y la verdadera justicia social. Que es un imperativo presente en la Carta Internacional de Derechos Humanos y las constituciones de los países firmantes.
La acción de la Plataforma “Valéncia pels Drets de les Persones Inmigrades” ha sido fundamental para que esta reivindicación tenga lugar y sobre todo en su Concentración del 29 de marzo de este año, convocada una hora antes de la Manifestación “Mazón Dimissió”, abogan por una respuesta institucional que garantice el fin de la discriminación y abra el camino a una sociedad más justa e inclusiva.
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Un centro del Barrio de la Torre gestionado por asociaciones de migrantes, sigue coordinando ayuda a la gente de las poblaciones de la DANA.
En el corazón de la tormenta, una casa sin fronteras
Desde la zona cero de la DANA en Valencia, un centro cultural liderado por un ecuatoriano se convirtió en un punto de esperanza para cientos de familias, la mayoría españolas. Gracias a una red solidaria que reivindica el valor social, económico y humano de la inmigración.

En el barrio de La Torre, donde las calles aún guardan cicatrices de la DANA que azotó Valencia, hay un edificio que se mantiene en pie con más que ladrillos. Se sostiene con convicción, con entrega y con manos migrantes. Es la Casa Cultural Sin Fronteras, dirigida por Mario Chanchay, un ecuatoriano que ha hecho de la solidaridad su forma de resistencia y su bandera.
Mario no espera que lo llamen héroe, pero lo es. Su centro fue uno de los más afectados por la catástrofe climática, situado en el epicentro del desastre. Sin embargo, lejos de cerrar sus puertas, las abrió aún más. En medio del barro, organizó un operativo humano que, desde entonces, ha atendido diariamente a unas 250 personas, de las cuales el 95% de ellas son españolas. Ofreciéndoles comida, ropa, productos de limpieza y sobre todo dignidad.
La Casa Cultural Sin Fronteras no trabaja sola, junto a ella caminan la Fundación Hambre Cero, la Iglesia Pentecostal Mano de Dios, la Asociación Manos Solidarias y la Nave Albal de la ONG “València és Refugi”, con Ana Isabel como aliada incansable. Todos han tejido una red comunitaria que no distingue pasaportes, sino necesidades.
Este ejemplo encarna una verdad que a menudo se silencia. La inmigración no es una carga, es una fuerza, personas como Mario generan empleo, activan barrios, sostienen voluntariados, cuidan mayores, limpian casas, montan negocios y en tiempos de crisis, son los primeros en levantar el alma colectiva. No es solo integración, es construcción de la sociedad.
La Generalitat Valenciana ha reconocido este punto de reparto como esencial. Pero más allá del gesto institucional, el mayor reconocimiento es ver cómo la multiculturalidad se vuelve cotidianidad, cómo una Casa “sin fronteras” termina siendo el hogar simbólico de todo un barrio.
Mario es solo uno, pero representa a miles. Y su labor deja una huella imborrable: No venimos a quitar, venimos a dar. En el corazón de la tormenta, él nos recuerda que la inmigración no es un problema. Sino la gran solución.