El dato del dí­a

Más de 80.000 familias han dejado de pagar su hipoteca

La crisis saca su guadaña, y empuja al abismo a miles de familias trabajadoras. Según los datos publicados por el Banco de España, 81.382 familias españolas no han podido pagar a los bancos las cuotas de su hipoteca.

Hasta el tercer trimestre de 2008 (hasta aquí llegan los datos ublicados) la morosidad hipotecaria (se considera morosa a una familia que ha dejado de pagar tres recibos) ascendía a 11.003 millones de euros. Esto supone un aumento del 264% respecto al año anterior, un incremento vertiginoso que se acelera cada vez más. Los préstamos hipotecarios son el 36% de la cartera crediticia de los grandes bancos, pero su tasa de morosidad ha sido históricamente la más baja. Hasta ahora, para que una familia deje de pagar la hipoteca debía suceder una auténtica catástrofe. Y esa catástrofe ha sucedido. El 81% de las familias dedican más del 40% de sus ingresos a pagar la hipoteca, más de 800.000 familias tienen a todos sus miembros en paro, y un millón de parados no cobran prestación alguna. Todas esas cifras se han duplicado respecto a 2007. Exactamente la misma proporción en que ha aumentado la morosidad en el pago de las hipotecas. Una realidad que amenaza con ser todavía mayor, puesto que durante el último trimestre de 2008 –del que todavía no hay datos de morosidad hipotecaria- se ha disparado el paro y las consecuencias de la crisis para los trabajadores. Dejar de pagar la hipoteca es, en un sistema hecho a la medida de los bancos, y montado para que, pase lo que pase, nunca dejen de cobrar, es toda una condena para una familia trabajadora. El sistema legal español, a diferencia del de otros países, hace que el impago de la deuda hipotecaria no quede saldado con la entrega de la vivienda al banco. Si esa vivienda vale menos que la deuda contraída (algo que sucede a menudo, dado el desplome actual del precio) el hipotecado está obligado a entregar todo su patrimonio (coche, ahorros…) hasta saldar por completo la deuda con el banco (establecida según el inflacionado precio de los pisos impuesto durante el boom inmobiliario). Durante los años del boom inmobiliario, los bancos nos han encadenado a hipotecas a 30, 40 ó 50 años, bajo unos desorbitados precios de la vivienda. Estallada la crisis y extendido el fantasma del paro, siguen vampirizando a las familias españolas, hasta empujar a decenas de miles de ellas a la quiebra.

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