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Mario Bellatí­n: Raro entre raros

Para su editor español, Jorge Herralde, de Anagrama, en un campeonato del mundo de escritores raros, Mario Bellatin «tendrí­a podio». Universos literarios perfectos sin espacio ni tiempo reconocible. Frases pulidas como piedras preciosas, que crean una espiral narrativa que conduce… no a un final, sino a una sensación irreprimible de vértigo. Eso son y así­ están construidos los relatos de Bellatin, uno de los escritores más enigmáticos, perturbadores, brillante y renovador de la nueva narrativa hispánica.

Mario Bellatin nació en México en 1960 de adres peruanos. Se formó en Perú, donde llegó a estudiar dos años de Teología y, luego, Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Lima. En 1986 publicó un primer relato, “Mujeres de sal”, en la editorial Lluvia. Al año siguiente, en 1987, fue becado a Cuba para estudiar guión cinematográfico en la Escuela Internacional de Cine Latinoamericano de San Antonio de los Baños. Pero la experiencia cinematográfica no cuajó, y entre 1992 y 1995 –año en que regresó definitivamente a México– publicó cuatro novelas que lo acabarían consagrando: entre ellas “Salón de belleza” (1994) y “Damas chinas” (1995).En México, Bellatin fue director del Área de Literatura y Humanidades de la Universidad Claustro de Sor Juana, y es miembro del Sistema Nacional de Creadores.En el año 2000 recibió el premio Villaurrutia por su novela “Flores”, que ese mismo año fue también finalista del premio Medicis a la mejor novela extranjera publicada en Francia. Su obra ha sido traducida ya al inglés, al alemán y al francés.En la actualidad, Mario Bellatin dirige la Escuela Dinámica de Escritores, una experiencia absolutamente novedosa en el ámbito de la creación literaria.La literatura de Bellatin, que poco a poco ha ido granjeándose el aprecio de la crítica más exigente y paso a paso comienza a abrirse camino entre un público todavía restringido pero cada vez más entregado, más apasionado de su obra, es sin duda una literatura exigente, ardua, que requiere una gran implicación del lector.Por una parte, el tono que domina en sus libros es frío, gélido, casi helado, un tono “distanciado” que recuerda a veces a ese estilo de “lenguaje burocrático” de ciertos relatos de Kafka, en el que la mayor de las atrocidades nos es relatada en un tono aparentemente anodino.Por otro lado, los relatos aparecen suspendidos como en una atmósfera indeterminada, en un espacio y un tiempo indefinidos, lo que no debemos interpretar como una expresión de “irrealismo” o de “escapismo”, sino más bien como una especie de “experimento de laboratorio” en el que la realidad es sometida a un tratamiento de indagación analítica en unas condiciones determinadas, las que el autor considera más idóneas para alcanzar los resultados que busca.Porque, en realidad, sus relatos, aun acordes con las leyes de no-espacio y no-tiempo que rige su novelística, no pueden esconder -ni, a mi modo de ver, lo pretenden- su carácter de “alegorías” de la realidad latinoamericana del presente. Algo que resulta obvio en su magistral “Salón de belleza” -que narra la paradoja de un salón de peluquería y belleza que acaba convirtiéndose en un “moridero”, un refugio final para verdaderos desechos humanos en la fase terminal de una enfermedad incurable, para que “no mueran como perros en la calle”-, pero que se hace todavía más explícito en su también extraordinaria “Perros héroes”, que Bellatin subtitula con descarnada ironía como “Tratado sobre el futuro de América Latina visto a través de un hombre inmóvil y sus treinta pastor belga Mallinois”. El conflicto, el contraste, entre lo inmóvil y el movimiento incesante es utilizado magistralmente por Bellatin para construir un relato subyugante que, a la vez, emite profundos destellos sobre una realidad tanto o más paradójica que sus relatos.“¿Por qué Mario Bellatin termina sus textos de manera tan abrupta?”, se interroga la escritora mexicana Margo Glantz. Quizá la respuesta más verosímil a ello esté en que, en realidad, las sucesivas obras de Bellatin no sean otra cosa que las piezas de un inmenso puzzle narrativo que sólo vistas en su completa articulación acaben por ofrecernos el dibujo de conjunto. Un dibujo en construcción que es ahora mismo una de las propuestas más innovadoras de toda la narrativa hispanoamericana.

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