Marí­a Rodés

Marí­a canta copla

En «Marí­a canta copla», la cantautora catalana Marí­a Rodés adapta diez de los temas más clásicos de la canción popular española. Terremotos sentimentales como «Ay pena, penita, pena», o desgarros como «Tatuaje», interpretada junto al también catalán Albert Pla.

Te has lanzado a cantar copla imprimiéndole tu estilo propio, como expresas de forma sencilla en el título del álbum. ¿Ha sido un proceso difícil o se ha dejado querer?

La verdad es que he integrado bastante bien las canciones y podría sentirlas como propias. En ese sentido no ha habido un gran esfuerzo para apropiarme de ellas. Había pensado en la forma de enfocarlas porque preveía que podía ser difícil integrarlas. «¿Por qué no decir las cosas como son? Esa es la libertad de la copla»

Dices que has llegado al disco en parte por casualidad, pero evidentemente es un homenaje a la copla, a veces tan maltratada. ¿Qué crees que es necesario resaltar de la copla?, ¿dónde has buscado poner el énfasis en tu homenaje?

El atractivo del proyecto era coger unas canciones que quizás de otra manera no les hubiera dado una oportunidad. He querido crear un contraste con canciones que normalmente están muy vestidas y cantadas con solemnidad, y llevarlas a un terreno más íntimo. Lo más llamativo de la copla son las letras y he buscado la esencia de la canción en unas letras cargadas de sentimiento y de drama, tratándolas con más sutileza en la expresividad.

También pensé en este proyecto porque tenía un poco de complejo a la hora de componer, hablando siempre de mi. Y así he ido a parar a un género que aparentemente es muy distinto, pero que precisamente bebe de fuentes de inspiración muy similares. Es un homenaje a esa pena que es el motor creativo y que me vincula con la copla.

La copla es también una manifestación de profundas emociones en lo cotidiano, en lo popular, incluso de valores prohibidos contra la moral dominante. ¿Crees que es tan poderosa la conexión de la música con ese deseo inconsciente de máxima libertad?

La música va directa a las emociones, y las emociones van directas al inconsciente. Pero a mi lo que me ha hecho conectar con la copla ha sido el vínculo con la mujer artista. Son letras que hablan de mujeres fuertes, que te permiten llegar al carácter de la coplera, aunque no sea la autora de la letra.

Me parece increíble la presencia de la mujer torturada en la copla y todos los sentimientos que transmite. Al final no dejan de decir cosas que todos hemos sentido alguna vez.

A veces hay cierto pudor en la música a decir ciertas cosas o utilizar ciertas palabras, como si hubiera que expresarse de forma enigmática o buscando una metáfora adecuada para no caer en tópicos. Hay un estribillo que dice “tengo miedo, miedo de perderte” y funciona. De alguna forma me ha ayudado a quitarme complejos a la hora de escribir, ¿por qué no decir las cosas como son? En ese sentido son letras muy libres.

Precisamente tú has contado cómo para anteriores trabajos apuntabas lo que soñabas como fuente de inspiración. ¿Buscabas algo en concreto con eso, o era simplemente una forma intuitiva de buscar recursos para componer?

No sé si es mejor un método o el otro, pero cualquier miedo es una limitación. Aquello que te produce temor o vergüenza te limita, y cuanto más libre mejor. Sí que es verdad que utilicé los sueños como un recurso para componer, no sé si como una forma de esconderme. Es contradictorio. Me planteo cada disco como una zancadilla que me pongo a mi misma, pequeños retos. Y la copla, sin duda, me ha ayudado a poder expresar las cosas más libremente.

Asumes el riesgo de un estilo estigmatizado, especialmente en Cataluña, pero el éxito en Cataluña de otros artistas del folclore o que integran el folclore en las tendencias actuales es indudable. ¿Crees que es porque la música popular une por encima de cualquier otra consideración, donde otras muchas cosas enfrentan?

La copla ha sido especialmente maltratada por su relación con el franquismo, pero no se puede generalizar. Es cierto que el folclore funciona siempre, y creo que es porque nace de personas que no son músicos. La música tiende a elitizarse, y cuanto más sabes más te cierras en un pequeño círculo. Sin querer te acabas alejando de quienes no saben de música. El folclore está hecho desde las raíz, desde la gente.

Cantas algunas canciones muy pasionales desde un estilo tan “íntimo” como el tuyo. Eso tiene que obligar a todo un mundo de sutilezas en la producción, ¿no?

He buscado quitarles solemnidad a las canciones, pero tenía muchas posibilidades. Podía llevar la copla a un terreno diferente, obviando la sonoridad folclórica, o al revés, respetando más esa parte. He querido combinar ambas. Darles a las canciones una chispa de la manera en la que yo suelo hacer mis discos, y por otro lado respetar la sonoridad tradicional de la copla; castañuelas que conviven con una guitarra eléctrica, con capas de coros… lo difícil ha sido encontrar el equilibrio para que estos dos mundos sonoros pudieran coexistir. A primera escucha el disco suena folclórico, y al mismo tiempo te vas impregnando de otra sonoridad.

¿De qué manera ha influido el repertorio en la puesta en escena?

En el escenario comparten espacio algunas de las anteriores canciones con las nuevas, y precisamente la gracia es que al final hemos conseguido que quede cohesionado. Gente que no conozca ni las coplas, ni mis canciones, podrían llegar a dudar de qué es qué.

Tenía dudas de cómo iba a funcionar el directo, pero el resultado ha sido muy bueno. Además a mi me ha ayudado también a interpretar. Cuando canto coplas suelto la guitarra y estoy descubriendo el mundo de la interpretación. Sin exagerar, porque no es lo mío, pero se prestan a ello.

Albert Pla es un artista con un estilo único, difícil de encasillar. ¿Qué te ha aportado su colaboración?

Aunque su colaboración es muy pequeña, a mi me hizo mucha ilusión precisamente por eso, porque es único y valoro mucho lo que hace. Ha aportado ironía, por supuesto, porque “Tatuaje” habla de un marinero rubio, y aparece Albert Pla. No deja de ser un guiño a la teatralidad, a ese componente teatral de la copla, pero con alguien que no te esperas, que es Albert Pla.

Cada vez más las nuevas promesas de la música apostáis por sellos independientes. En tu caso, ¿es el momento profesional en el que estás o es una apuesta consciente por la producción independiente?

Siempre he trabajado con discográficas independientes y sin duda te da mayor libertad para hacer más cosas. Supongo que cuanto más grande es la compañía más “peros” encuentras, más condiciones. Aunque no lo he probado, por lo que sé es así. Y cuanta más libertad mejor. Hoy en día esto no es una clave del éxito. Con las grandes compañías puede haber más dinero para promocionar, pero yo voto por el camino que he escogido.

También encuentras mucha más dedicación de las personas con las que trabajas. Yo he visto en el mundo del libro cómo se apuesta por alguien, pero si luego no funciona directamente no cuentan contigo. En cambio cuando trabajas con gente en la que confías sabes que eso no va a pasar, que hay un apoyo. Eso es clave para un artista, poder trabajar de tú a tú, y que un proyecto puede no funcionar, pero confían en ti y en nuevas oportunidades. Igual que tú confías en ellos. Hay muchos casos de contratos de cinco discos con multinacionales que han sido un desastre, porque te pueden arruinar la carrera.

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