Muere Jose Maria Calleja por Covid-19

Mantener la dignidad un par de peldaños por encima del miedo

Entre 1987 y 1995,  los informativos de la Televisión Vasca empezaban cada día con alguno de estos titulares:“Buenos días, un día mas, Julio Iglesias Zamora sigue secuestrado por la banda terrorista”“Buenos días, Ortega Lara cumple hoy 36 días sometido a la tortura del secuestro”“Hoy la banda terrorista ETA ha cometido otro vil asesinato”

Como lo leen.

Eran los años del plomo, en los que los asesinatos, los secuestros y las extorsiones estaban a la orden del día. Los años en los que el PNV de Arzalluz e Ibarretxe recogían las nueces del árbol sacudido por el terror, y en  los que el miedo enseñoreaba las calles de las ciudades y pueblos de Euskadi.

Pero el periodista que por entonces dirigía y presentaba los informativos de EITB (Televisión Pública vasca) tenía la desfachatez de desafiar cada día el régimen nazifascista imperante y hacer lo más políticamente incorrecto que en aquel tiempo se podía hacer: llamar terroristas a los terroristas y asesinatos a los asesinatos, y presentarse ante las cámaras con el lazo azul que representaba la denuncia de los secuestros.

No podía no salirle caro todo aquello al osado: habían empezado a aparecer dianas con su imagen, carteles de “Serás el siguiente”, hasta que desde Interior fue informado de que figuraba en documentos de la banda como objetivo. Aquel año, el de 1995, fue el primero de los 17 que tuvo que vivir entre escoltas, hasta que ETA anunció el cese de la actividad terrorista.

Un día de aquel año fue llamado a su despacho por el entonces director de la cadena, Iñaki Zarroa, del PNV, como no podía ser de otro modo. La conversación, como después contaría el propio periodista, fue más o menos así:

-Calleja, tu especial beligerancia con la violencia me plantea problemas en mi entorno.

-Joder, pues cambia de entorno.

-Además, como vas con escolta, no puedes ser objetivo.

-Hombre, precisamente voy con escolta porque soy “objetivo”.

La conversación acabó, como era de esperar, con una carta de despido. Por cierto, el periodista del que hablamos, como habrán podido imaginar, se llamaba José María Calleja. 

Comunista y luchador antifascista

José María Fernández Calleja pasó, como tantos, de luchar contra Franco a luchar contra el fascismo vasco. Había nacido en León en 1955, se licenció en historia en la Universidad de Valladolid, donde se había trasladado su familia, y más tarde se doctoró en Ciencias de la Información. Provenía de familia comunista, dos de sus tíos fueron asesinados en el 36. 

A los 17 años ya militaba en el PCE, en la clandestinidad, y con sólo 18 años pasó 9 meses en la cárcel condenado por desórdenes públicos. 

El régimen no pudo con él, al poco de  salir de prisión organizó en Valladolid un acto de protesta por los asesinatos de Vitoria.

Empezó a trabajar en la agencia EFE, que lo destinó a San Sebastián, donde se hizo vasco de adopción.

Tomó parte activa en la lucha contra el fascismo del régimen de Arzalluz con la misma determinación que lo había hecho contra el franquismo. Fue de los fundadores del movimiento ciudadano “Basta ya”, y también autor del primer libro de denuncia del régimen en Euskadi, “Contra la barbarie”, primero de una serie sobre la situación en Euskadi: “Diáspora vasca”, “Arriba Euskadi”, “Héroes a su pesar”…

Su traslado a Madrid no varió en nada su activismo.

Fue director de la cadena CNN-Plus, y en los últimos años combinaba su labor docente en la Universidad Carlos III con la participación en diversos programas televisivos de debate.

En el Ateneo

En 2001 vino al Ateneo Cultural Madrid 21, promovido por esta casa, a presentar “Arriba Euskadi”, pocas semanas después de aquella manifestación gigantesca convocada por “Basta ya” en la que tuvo la alegría de ver llegar autobuses de toda España llenos de gente con banderas rojas y hoces y martillos, que denunciaban a Arzalluz e Ibarretxe como nazifascistas y defendían la unidad del pueblo de las nacionalidades y regiones de España como un valor revolucionario.

“Habéis conseguido lo que nadie nunca consiguió ni conseguirá -nos decía- , que María San Gil (entonces presidenta del PP vasco) cante la Internacional puño en alto”.

En aquel acto ponía el peso en denunciar a los que mandaban en el País Vasco, los que no se manchaban las manos pero mandaban matar, que diría Raimon.

Y denunciaba la complicidad de una izquierda, la Ezker Batúa (Izquierda Unida) de Madrazo, que hacía de tonto útil del PNV, recordando a aquellos comunistas del PCE que en los años 70 salían a manifestarse tras cada atentado, cuando no salía nadie, entre los cuales estaban los que después fundaron los colectivos de la Rebelión Democrática vasca, “Foro de Ermua” y “Basta ya”.

 “Cuando esa izquierda cómplice nos critica que nos hemos unido a la derecha en Euskadi, uno empieza a pensar que a lo mejor Arzalluz es Rosa Luxemburgo o Bakunin”. 

El 29 de marzo fue hospitalizado por coronavirus y, casi un mes después supimos, con incredulidad, que lo que no había conseguido ni el fascismo de Franco ni el de Arzalluz lo había logrado ese enemigo invisible que ha cambiado nuestras vidas desde hace dos meses.

Apenas el 12 de marzo, unos días antes, escribió su último artículo en diario.es, en el que celebraba el sentimiento de solidaridad que ha puesto de manifiesto la pandemia en nuestro país.

Recordamos un fragmento, como homenaje y recuerdo a su lucha infatigable por la libertad, su sentido del humor irreductible y su valentía, esa que le hacía mantener, como solía decir, “la dignidad un par de peldaños por encima del miedo”.

“En medio del destrozo se está creando una comunidad ciudadana de vecinos que antes apenas nos conocíamos de vista y que ahora, en los aplausos diarios, estamos creando un vínculo solidario, esperanzador y reconfortante”.

“Me produce emoción compartir con gente con la que no he hablado nunca, unida por el mero azar de que viven en las casas de alrededor, una misma idea de solidaridad con los sanitarios, los trabajadores, los empleados de supermercados, que se exponen todos ellos a un riesgo añadido de contagio”

“La sensación de compartir una situación límite, de riesgos desconocidos hasta ahora, está fomentando una relación entre vecinos hermosa, estimulante y, desde luego, inolvidable”

(JM. Calleja. 12-03-2020. De su último artículo en el diario.es)

One thought on “Mantener la dignidad un par de peldaños por encima del miedo”

  • Santo Carlos Tomas Moro dice:

    Si, no deja de ser curioso que los ppales luchadores contra el nazifascismo vasco han sido comunistas. Un ejemplo lo tenemos en el periodico, con Pablo Serpient, articulista, dirigente del Foro de Ermua y ex-maoista anti-franquista, al cual le agradecere eternamente el que me dedicara un articulo y con el que he tenido agradables y productivas charlas. Gracias a todos por estar ahi

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