Por primera vez en casi 90 años de historia, la Comisión de Climatología (CCl) estará presidida por una mujer y, también por primera vez, de nacionalidad española. Durante los próximos cuatro años Manola Brunet India, originaria de Cariñena, Zaragoza, estará al frente de esta comisión, integrada en la Organización Mundial de Meteorología (OMM) y dependiente de las Naciones Unidas.
Con los datos disponibles hoy en día tenemos, ¿podemos afirmar que estemos en una etapa de Calentamiento Global?
Por parte de la comunidad científica no hay ninguna duda, tenemos numerosísimas evidencias y no solo basadas en la evolución del registro térmico. Se han realizado observaciones tanto en la superficie terrestre como sobre la superficie marina y se ha comprobado cómo nuestro planeta se ha calentado casi 1ºC en los últimos 150 años.
Además contamos con otros indicadores, como la reducción del volumen glacial, que nos dan información del incremento de la temperatura global. Están menguando las masas glaciares y hasta los casquetes polares, de hecho este invierno la extensión del hielo ártico está en sus mínimos.
Si echamos una ojeada al mundo natural, vemos que la distribución de las especies está trastocada. Las nuevas condiciones térmicas han hecho que encontremos en mares del Norte especies que antes solo habitaban mares tropicales o cálidos. Lo mismo pasa con la vegetación, que migra ascendiendo tanto en altura como en latitud, acercándose a los Polos, donde encuentran tierras más habitables. Son pruebas que evidencian el calentamiento global y que no están afectados por ninguna manipulación humana.
¿Existe base científica suficiente para asegurar que la actividad humana es la causante del Calentamiento Global?
En el año 2007, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático concluyó que el calentamiento global era inequívoco y muy probablemente estuviera asociado al incremento de las concentraciones de gases con efecto invernadero.
Hay distintos mecanismos de emisión de gases efecto invernadero, y es la quema de carburantes fósiles, asociada con la generación de energía, la principal responsable de este incremento.
Los gases efecto invernadero, como el dióxido de carbono (CO2), tienen el papel de absorber la radiación infrarroja terrestre, manteniendo la capa de aire en contacto con la superficie terrestre (la troposfera) a una temperatura cálida. Por tanto, de manera natural, la atmósfera está 33ºC por encima de lo que lo estaría si no existiera el CO2.
Sin embargo, en la actualidad y a partir del uso masivo de combustibles fósiles, las concentraciones de CO2 han incrementado, pasando de las 270 – 280 partes por millón (ppm) -existentes en condiciones normales- a más 400 ppm, casi duplicándolas. Esto no había ocurrido en ningún momento, no solo del registro instrumental, sino de todo el registro paleoclimático, que tiene una buena resolución para los últimos 800.000 años.
Además, desde la comunidad científica se realizan ejercicios de atribución de causas para modelizar el cambio climático ya ocurrido. Estos modelos solo pueden explicar los cambios si se introduce el factor humano, lo que nos da confianza para afirmar que su vinculación calentamiento global es real.
Desde que usted empezó a estudiar el clima, han dado grandes avances la modelización, homogeneización y digitalización de los datos, ¿por qué es esto importante?
Hoy en día la ciencia se realiza con equipamiento informático, para hacer todo tipo de análisis y de cómputos, o bien la información está digitalizada o no puedes utilizarla.
Antes los estudios de climatología se realizaban con hojas de cálculo y, con computadora o manualmente, se hacían las sumas, desviaciones tipo o los cálculos necesarios.
Ahora hay tal cantidad de datos observados, más los derivados de los propios observados, que requiere un esfuerzo computacional muy grande. Y si no tienes la información digitalizada no puedes proceder a otros análisis posteriores.
Es muy importante contar con bases de datos lo más amplios posibles, de calidad comprobada y tomados en observaciones con condiciones controladas.
Usted pone hincapié en prestar atención a las tendencias del clima, ¿qué información nos aportan? ¿Y los fenómenos extremos?
Las tendencias nos hablan precisamente del cambio que está experimentando el clima. Especialmente las tendencias de largo recorrido, las que se estiman a partir de 100 o 150 años, nos dan información acerca de si el clima está cambiando o no, así como la tasa en la que ocurre dicho cambio.
Los extremos climáticos son tremendamente importantes por el hecho de que tienen un mayor impacto sobre un variado conjunto de actividades socioeconómicas. Desde la Comisión de Climatología nos preocupan especialmente y dedicamos un gran esfuerzo a su estudio. Requerimos de una información temporal mucho más fina, de escala diaria y subdiaria, y necesitamos datos de largo recorrido y de mucha calidad.
¿Pueden las tendencias observadas en el clima darnos pistas de lo que pasará en un futuro?
Las tendencias y los datos son fundamentales porque nos pueden servir como análogos de la situación actual. Por ejemplo, ante una ola de calor o una ola de frío, si tenemos bien documentados los datos del pasado, podemos observar si ha tenido algún parangón anteriormente y comparar, entre otras cosas, su duración e intensidad.
Pero por otro lado, las tendencias estadísticas hacia el futuro, aunque es una aproximación metodológica que se realiza, no es tan robusta como la predicción climática.
Los ejercicios de modelización, que se realizan en función de los factores que alteran el clima, considerando el desarrollo económico y demográfico, entre otros, son más confiables. Las predicciones climáticas están siendo una herramienta fundamental para prever las condiciones climáticas no solo en la escala anual, sino en la escala estacional o subestacional. Esto nos permite conocer con antelación, por ejemplo, cómo se va a comportar el clima en el verano que viene, en términos de precipitaciones, temperatura…
Por supuesto estas predicciones nos aportan datos de las condiciones medias, no de acontecimientos específicos ni de todos y cada uno de los días del año, pero supone una herramienta muy útil. Nos dan una información sobre el futuro a medio y largo plazo más fiable que una proyección estadística de las tendencias actuales.
¿En qué situación está el clima en la Península Ibérica?
El cambio climático está afectando especialmente al Mediterráneo Occidental y la Península Ibérica en particular. Las tasas de cambio que hemos experimentado son tremendamente altas, comparables con las tasas de cambio en el Ártico y mucho mayores que la media global.
En los últimos 40 años la España peninsular ha incrementado su temperatura media a un ritmo de casi 0,5ºC cada diez años. Es decir, hoy vivimos a 2ºC más de temperatura que en los años setenta o sesenta, y ten en cuenta que hablamos de valores medios anuales, lo que suaviza los extremos.
En otras declaraciones, ha asegurado que la Península Ibérica está en riesgo de aridificación, ¿qué quiere decir esto?
Ya tenemos un clima árido de por sí, especialmente en la parte más cálida del año. Las condiciones climáticas normales se caracterizan por altas temperaturas y unas precipitaciones que “no saben llover”. Las lluvias están concentradas temporalmente, principalmente en otoño y primavera, y mal distribuida espacialmente.
Con el aumento de la temperatura, incrementa la tasa de evapotranspiración. Es decir, aumenta la evaporación del agua marina, de los ríos o de los embalses, así como la transpiración de las plantas.
Al mismo tiempo las precipitaciones, aunque suponen la misma cantidad total de lluvia anual, son más intensas. Cuando la lluvia es fina, filtra y recarga los acuíferos. Pero si las lluvias son intensas, se pierde antes y se drena el agua hacia el mar.
De tal manera, que si de forma natural en los meses cálidos, de Mayo a Octubre, las precipitaciones están muy por debajo de la demanda de evapotranspiración, esta tendencia se está agravando. Incrementa la evapotranspiración sin que aumenten las precipitaciones, lo que hace que el clima se aridifique.
Desde la Comisión de Climatología y la OMM se emiten recomendaciones que promueven el respeto al Medio Ambiente, ¿cree que hay manera de prevenir o reducir realmente el Cambio Climático?
Sí, soy una persona optimista por naturaleza, y estoy precisamente trabajando para la Comisión de Climatología para poner mi granito de arena para, si no eliminar el riesgo, sí mitigar sus efectos.
Desde la Comisión se facilita información a los que toman las decisiones, a los políticos que se reúnen para llegar a acuerdos con carácter vinculante. Este es el caso del Acuerdo de París, en el que se apuesta por una clara reducción de las emisiones de gases efecto invernadero mediante el proceso gradual y progresivo de reorientación de los sistemas energéticos hacia sistemas de energía renovable.
Desafortunadamente, como sabéis, los acuerdos en estos momentos están detenidos de alguna manera. Pues si no el primero, sí el segundo país contaminante en términos totales, como es Estados Unidos, no los ha ratificado.
Esta no es una buena noticia para el planeta, porque la posibilidad de reducir las emisiones a escala global disminuye si un cuarto de los emisores de gases efecto invernadero no aceptan ningún acuerdo. Además es un mal ejemplo para el resto de países.
China es el primer país a nivel global el que emite más pero no per cápita, Europa le damos 200 vueltas, y no hablemos de Norteamérica, que es donde alcanzan el mayor volumen de emisiones per cápita. Si sacamos estas cuentas, es evidente que somos los países desarrollados como Norteamérica, Canadá, Europa o Australia los que más gases emitimos y por tanto los que deberíamos hacer un mayor esfuerzo. Además tenemos capacidades tecnológicas para reducir estas emisiones. Lo que hace falta es que los políticos tomen las medidas necesarias que apoyen y permitan a los sistemas económicos reducir y transformar su sistema de demanda hacia sistemas sostenibles.
Yo creo que la batalla a nivel social y a nivel de gente (hasta de agentes económicos) está ganada. El fallo está a nivel político. Porque Europa apoya la reducción de la emisión de gases efecto invernadero pero ¿dónde están las políticas que apoyen a las empresas, a los ciudadanos y a las ciudades a reconvertirse hacia la utilización energías renovables?
Y respecto a España, ¿cómo valoras las medidas existentes para promover el desarrollo sostenible?
De manera muy negativa. Se intentó hacer algo en el primer gobierno de Zapatero para favorecer las energías renovables, pero ahora la política energética es nula.
España había sido un país ejemplar en los años ochenta respecto a la innovación y a la investigación en energías renovables, especialmente en energía eólica. Navarra se convirtió en un referente mundial y copiaban nuestros modelos los alemanes y norteamericanos.
Imagínate dónde estaríamos hoy si las políticas de los distintos gobiernos españoles, tanto del PP como del PSOE, hubieran apostado por la innovación y el desarrollo sostenible. Pues no solo no lo han apoyado sino que encima los gravan, como pasa con el “impuesto al Sol”. En España no se cumplen los deberes, y se ha perdido una gran oportunidad de innovación científica.
¿Y cuáles son los países que sí están llevando a cabo estas medidas?
Ahora mismo Alemania está haciendo grandes progresos en el campo de la sustitución de los combustibles fósiles por energías renovables y en la innovación, aunque hay más países.
Por ejemplo Reino Unido está apostando por la energía eólica, o Estados Unidos o Australia tampoco se quedan atrás. Y ahora mismo también está progresando la llamada “economía verde” en China, que es uno de los países más contaminados y contaminantes del mundo.
¿Qué otras funciones tiene la Comisión de Climatología dentro de la OMM?
La Organización Mundial de Meteorología es la agencia de las Naciones Unidas para el tiempo, el clima y el agua. La Comisión se ocupa naturalmente al clima y abarca aspectos del agua, pues es un recurso vital para el planeta y tremendamente asociado a las condiciones climáticas. En los próximos cuatro años, los objetivos que nos planteamos se agrupan en cuatro grandes áreas.
Por un lado, queremos mejorar los sistemas de vigilancia en apoyo del clima. Desafortunadamente el clima ha sido en un pasado poco considerado, y no se han guardado los datos atmosféricos para un futuro. Ahora, gracias al cambio climático y a la preocupación social ha aumentado la importancia que se le da a esta información. Queremos garantizar que científicos y técnicos tengan información suficiente, de largo recorrido y de calidad asegurada, que permita su aplicación en cualquier estudio climático.
Además la Comisión hace un seguimiento del clima, registrando cómo se comporta, año a año, tanto a escala global como en Europa, en Norteamérica, en África,… Y una segunda tarea es la mejora de este monitoreo.
La tercera que nos proponemos es mejorar las predicciones climáticas para las próximas décadas, tanto a escala anual como, especialmente, a escala estacional y subestacional. Es fundamental que contemos con la interacción de los usuarios finales para saber cuáles son sus requerimientos específicos, que son diferentes, por ejemplo, para la agricultura, la salud o el turismo, y poder proporcionarles así productos y servicios climáticos adecuados.
Por último, al estar dentro del sistema de la ONU, uno de nuestros objetivos es el de tender puentes y cerrar las brechas en el desarrollo tecnológico entre países. Es evidente que no se pueden comparar las capacidades técnicas, humanas y financieras de países como la República Centroafricana, con las del sistema climático norteamericano. No somos tan inocentes para creer que vamos a conseguir que tengan la misma tecnología en ambos países, eso es evidente. Pero sí que nos proponemos acompañar a estos países con menos recursos y apoyarlos proporcionándoles instrumentos y programas para que mejoren sus capacidades de monitoreo.