Húngaros en Lavapiés

Magyarok Spanyolországban

mbrus tiene treinta años y lleva seis en España. En el otoño del 2005 se lanzó a buscar a sus compatriotas en Madrid tan solo para poder quedar a tomar unas cañas. Pero poco después se habí­an montado las fiestas hispano-húngaras en el barrio de La Latina, y ahora en Lavapiés.

Ambrus suele resumir de que tiene más contactos de húngaros en España que la propia embajada y seguramente será así. Cada miércoles se reúne un numeroso grupo en un bar de Lavapiés, El gato verde, aunque ahora que ha cambiado el tiempo se les puede encontrar en el Templo de Debob, salvo que llueva claro. La noche del 24 Ambrus actuó con el Club Era en el Ateneo Madrid XXI, un grupo de música zíngara llegados desde Hungría para hacer carretera durante una semana por la piel de toro. Por música zíngara entendemos la música de los gitanos de Hungría y algunas regiones limítrofes. Caracterizada por un inconfundible exotismo y por un endiablado virtuosismo instrumental, la música zíngara ha sido desde sus orígenes un territorio dominado por violinistas que llevaron su instrumento al límite de sus posibilidades, causando la admiración de todos aquellos que pudieron disfrutar de su arte. Así, si Franz Liszt – mencionado en esta misma edición por el bailarín Miguel Angel Berna a propósito de una jota compuesta por él en 1845 – alabó el arte incomparable de János Bihari (1764-1827), Jascha Heifetz declaró a Grigoras Dinicu (1889-1949) el mejor violinista del mundo, mientras otro gran violinista del siglo XX, el británico Yehudi Menuhin, acudió siempre que pudo al club de Bruselas donde actuó durante años su zíngaro admirado Roby Lakatos (1965). Pero el Club Era solo están de paso. Habitualmente Ambrus toca con Cíngaro Drom. Su página web es la fiestabalcanica.com, y en ella se entrecruzan las raíces. Música zíngara en romaní, folclore de la minoría changa, música kosovar y una composición de origen griego, pero de los griegos refugiados en Turquía que cantan a la belleza de la mujer egipcia… ¿quién es quién?. Así, de entrada , y metido en el concierto, en este caso del Club Era, uno podría pensar que se ha trasladado por algún embrujo a alguna de las escenas de Underground o que asiste a un concierto de Emir Kostunica, Kocani Orkestar o La banda yugoslava. El violín zíngaro manda, y manda siempre aunque sea Hungría o porque es Hungría. Ambrus se ríe cuando habla de la idea que tienen en España sobre lo que es Hungría, y se desespera cuando lo hace sobre la idea que se tiene de lo que es España en su país. Es sorprendente lo que hace la inmigración, los lazos comúnes y la voluntad. En seis años un sólo húngaro ha construido una pequeña comunidad de más de doscientas personas. Teniendo en cuenta que en el barrio de Lavapiés se concentran más de 150 nacionalidades diferentes no tendría por qué llamar la atención, pero con ellos ha nacido un proyecto musical apasionante. Cíngaro Drom cuenta con españoles entre sus filas. Escucharles significa bucear a través de una voz gitana, aflamencada, femenina, que jalea a un gitano a orillas de un río, mientras el paisaje no deja de ser una caravana zíngara en un suburbio de Budapest. Excepcional, todavía madurando, pero excepcional.

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