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Madrid grita socorro…. ¿alguien escucha?

Cuando Mariano Rajoy fue elegido primer ministro de España el pasado otoño, parecía que un rayo de luz había aparecido en las nubes oscuras de la zona euro. A pesar de su reiterado apoyo a la austeridad, el señor Rajoy había enviado al pueblo español un mensaje de esperanza para el futuro. Su amplia victoria electoral sugería un importante apoyo popular a su agenda de reformas.Cinco meses después, este sentimiento de esperanza ha desaparecido en Madrid. Con el desempleo acercándose al 25% y los tipos de interés de los bonos a 10 años cerca del 6%, la retórica de los políticos también ha cambiado. Hablando en la radio esta semana, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel García-Margallo, admitió que el gobierno está cerca de la desesperación cuando dijo que «España está sufriendo una crisis de enormes proporciones».Sería un error atribuir este cambio de actitud a los fallos del Sr. Rajoy y su gobierno. Es cierto que el presupuesto para el año 2012 podría haber sido diseñado mejor. También fue imprudente posponerlo durante semanas con la esperanza de ganar una elección regional. Pero Madrid se ha tomado en serio la consolidación fiscal. Importantes reformas laborales y financieras han estado acompañados por un loable intento de frenar en el gasto de las regiones del país.La verdad es que el señor Rajoy se encuentra en una situación imposible. Mientras todos hablan de la solidaridad europea, la UE ha insistido en que los planes de reducción del déficit deben ejecutarse a un ritmo excesivo. Esto necesariamente iba a desencadenar una reacción popular. El apoyo al gobernante Partido Popular se ha reducido en más de ocho puntos porcentuales en el último mes, desde el 46,3% al 38,1%.Estas tendencias no se limitan a España. En Italia, la austeridad está socavando la popularidad de la administración tecnocrática de Mario Monti. La austeridad fiscal excesiva también ha comenzado a pesar en el núcleo de Europa. El gobierno holandés cayó después de no poder acordar subidas de impuestos y recortes en el gasto, a pesar de que una nueva coalición aprobó esta semana un nuevo presupuesto duro.Es, sin embargo, alentador que esta semana algunos políticos y el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, pusieran más énfasis en la manera de reactivar la economía. Pero mientras que las llamadas para el crecimiento están cobrando impulso, todavía hay poco acuerdo sobre las recetas exactas que conseguirán que el continente vuelva a ponerse en forma. La ilusión de que Europa puede revivir sin abordar los problemas de larga data, tales como los desequilibrios por cuenta corriente, sigue siendo fuerte.Sin un más amplio apoyo europeo –léase alemán–, las medidas reformistas de Rajoy y sus colegas en la periferia están destinados al fracaso. Los ciudadanos pueden haber sido favorables a su mensaje inicial de austeridad por una causa superior, pero lo que no pueden tolerar es ser llevados a un callejón sin salida.

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