Así fue la dictadura. Diez historias de la represión franquista

Luchadores, no víctimas

Podrían ser muchas otras, pero estas diez historias representan a un pueblo que, ayer y hoy, en las mejores y en las peores condiciones, siempre ha estado a la vanguardia de las luchas más avanzadas.

“Así fue la dictadura. Diez historias de la represión franquista” es un libro escrito por Pablo Ordaz y Antonio Jiménez Barca, dos periodistas de El País, y editado por Debate. No hay valoraciones de los autores, salvo una pequeña introducción. Los protagonistas son diez luchadores antifascistas. Sus palabras, recogidas en amplias conversaciones, luego transcritas y seleccionadas por los dos periodistas, y solo acompañada de una breve presentación de cada personaje, llenan la mayoría de las páginas.

Algunos medios se han referido a los diez entrevistados como víctimas, poniendo el peso en la feroz represión que sufrieron. Pero la catalogación de víctimas sugiere un rol pasivo. No es esa la posición que expresan en sus declaraciones. No es eso lo que transmiten los hechos que protagonizaron. Fueron luchadores. Jugaron un papel activo. Y a ellos les debemos muchos de los derechos y libertades que hoy disfrutamos.

El valor de este libro, por el que hay que felicitar a sus autores, es darles a ellos la palabra. Así descubrimos una realidad muy diferente a la idea, machaconamente difundida, de que “Franco se murió en la cama” porque hubo un pueblo que “aguantó cuarenta años de dictadura”.

La historia de Juana Doña nos recuerda como, incluso en los peores momentos de la posguerra, en esos años cuarenta donde guardia civil, política y pistoleros falangistas disponían de carta blanca para asesinar, hubo una rebelión organizada. Juana Doña fue detenida en 1939, y torturada en las cárceles franquistas. Pero cinco años después se había incorporado a los “maquis”, la guerrilla hoy olvidada y despreciada, pero que supuso algo más que un serio problema para la dictadura.

Con Victor Díaz-Cardiel descubrimos a esa clase obrera que solo nueva años del final de la guerra, en 1947, ya organizaba huelgas generales a pesar de sufrir un régimen fascista. Díaz-Cardiel organizó la célebre huelga en Euskalduna, una de las fábricas más importantes de Madrid. Era 1962, y el movimiento obrero en España no solo no había sido exterminado sino que renacía con más fuerza.

Las palabras de Gonzalo Sánchez nos llevan a la lucha desplegada por el movimiento de los jornaleros en Andalucía. En plenos años sesenta, cuando los comunistas, anarquistas, socialistas o republicanos presos eran obligados a trabajar como esclavos en la construcción del Canal del Bajo Guadalquivir, para los terratenientes propietarios de los latifundios se enriquecieran.

O culminando en la militancia de Azucena Rodríguez, ahora una directora de cine de éxito, en los años sesenta una más dentro de una juventud revolucionaria donde el marxismo era la ideología de moda.

Las diez historias que nos presenta “Así fue la dictadura” va mucho más allá de la represión, que evidente existió, y fue más sanguinaria y cruel en los años posteriores a la guerra. Nos demuestran que no hubieron “25 años de paz”, ni tampoco 40, porque el pueblo español no lo permitió. De 1939 a 1975 no hubo un solo día ni un solo lugar en España donde no hubiera rebelión.

Encabezada por militantes comunistas, los que aparecen en este libro, que dieron un ejemplo de abnegación, de lucha. En todas las historias hay héroes. Ellos son los héroes de esta historia, que es también la nuestra.

Muchos de ellos pertenecieron al PCE, pero de los diez luchadores seleccionados en el libro, como expresión del movimiento antifascista, cuatro militaron en partidos marxistas-leninistas o pensamiento Mao Tse Tung. La importancia de esta izquierda revolucionaria, que queda reflejada en “Así fue la dictadura”, es también una de las grandes operaciones de desmemoria impuestas sobre nuestra conciencia.

Cada una de las diez historias de este libro es una enorme lección viva. También la de Mario Gamo, uno de los muchos curas obreros, que pudo aspirar a ser obispo pero prefirió una parroquia en un barrio popular de Madrid. Abrazando el marxismo y militando en la Organización Revolucionaria de los Trabajadores.

Y comprobamos como muchas de las luchas de hoy echan sus raíces en semillas plantadas incluso en los peores momentos de sequía, que acaban dando luchar a árboles frondosos. La trayectoria de Juana Doña, militante comunista, está ligada al impulso del movimiento feminista revolucionario. Y junto al sufrimiento de Federico Armenteros, está el nacimiento de un movimiento de lucha LGTBI, forjado en los momentos donde a gays y lesbianas se le aplicaba la ley de vagos y maleantes.

Suele decirse que estos luchadores antifascistas fueron los perdedores, mientras Franco y los suyos representaban el bando ganador. Habría que revisar esta apreciación. Ellos ganaron la guerra, e impusieron cuarenta años de fascismo. ¿Pero quién ha acabado ganando realmente? Nadie puede hoy defender el franquismo sin sufrir el repudio generalizado. Ha quedado alojado en el lugar que le corresponde, en el basurero de la historia. Y quienes se enfrentaron al fascismo son hoy admirados, son sus ideas las que han acabado ganando.

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