Televisión

Los tentáculos de ETA

«La pena es que no tengamos una metralleta para matarlos a todos» o «hay que pegarle un tiro a todo el que se lo merece». Son algunas de las lindezas que se pudieron escuchar anoche, gracias a una cámara y un micrófono oculto, en un documental que finalmente emitió Telecinco. Un equipo de periodistas de El Mundo consiguieron infiltrarse en el entorno de la mal llamada «izquierda abertzale» más fascista. Los periodistas se ven obligados a comportarse como ellos en todo tipo de homenajes a etarras, recibimientos a presos y manifestaciones. Han podido convivir con los cachorros de ETA y descubrir cómo piensan, cómo se organizan, y cómo siguen expresándose con libertad a pesar de todas las prohibiciones, mientras privan constantemente de esa misma libertad a todos los no que piensan como ellos.

Un documento estremecedor, de aquellos a los que ya nos tienen acostumbrados los más atrevidos eriodistas de El Mundo TV, capaces de poner en grave riesgo su integridad física con el objetivo de dar testimonios generalmente inaccesibles de otro modo. Tenía que haber un punto negativo en la emisión de este magnífico reportaje, y es que sólo pudo verse a partir de la 1 de la madrugada, un horario completamente prohibitivo para la mayoría de trabajadores. Parece ser que todavía hay gente interesada en que estas cosas no se sepan. En el reportaje podemos contemplar episodios que, si no nos lo dijeran, nos parecerían propios de los peores tiempos del avance nazi en Alemania, y la imposición por la fuerza de sus ideas entre la población. Niños educados en el más profundo odio violento, instigados por sus padres, que les repiten consignas asesinas y visiones maniqueas de la historia de España. Cachorros del fascismo atacando a los fotógrafos que intentan hacer su trabajo cubriendo manifestaciones y homenajes públicos y tolerados a asesinos convictos. Pretendidos “gurús” del nacionalismo, dando extensas charlas sobre el asesinato sanguinario como forma de vida, e incluso como rasgo fundamental del carácter de los vascos, con afirmaciones tan demagógicas como: “Las injusticias no las perdonamos en el País Vasco”. Un ejercicio de periodismo valiente y comprometido, que intenta una vez más mostrar el verdadero calado del fascismo en las entrañas de la sociedad vasca, y como bien afirma el título, la longitud de los tentáculos de una organización criminal de carácter mafioso capaz de atrapar a sus “camisas negras” casi desde niños, y en todos los estratos de la población. Los políticos nacionalistas se empeñan en negar la evidencia, y amparados en su eterno victimismo, culpabilizar a los que sufren el acoso de estos perros de presa entrenados a conciencia para “reventar” las libertades a cada paso que dan. Afortunadamente aún quedan hombres y mujeres que son capaces de luchar por la libertad, no a pedradas, puñetazos y tiros, sino en este caso, mostrando la realidad simplemente con una cámara y un micrófono.

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