Hacer cada dí­a una interpretación irrepetible.

Entrevista a Amparo Baró

Emezaste en el teatro en tu Barcelona natal, a las órdenes de Marsillach, a quien debemos la recuperación del teatro clásico español. Esos primeros años de tu carrera en el teatro son poco conocidos. Coméntanoslos. Empezaba Adolfo a montar su compañía, con su mujer, Amparo Soler Leal. Empezamos haciendo obras de autores anglosajones, hasta que Adolfo cogió la línea de los clásicos: Lope, Shakespeare…De Lope hicimos también obras no habituales, como “Los locos de Valencia”. Tuve la inmensa suerte de estar con los mejores. En aquel momento funcionaba muy bien el teatro. Se organizaban festivales patrocinados por el ministerio de cultura, la televisión también se ocupaba de difundir el teatro, cosa que no hace ahora. Adolfo era espectacular, daba a las obras una riqueza impresionante. El público acudía en masa al teatro. Después llegaste a crear tu propia compañía. Tampoco conocemos mucho de tu faceta de empresaria. Funcionó muy bien en su día. Hice obras de Lope, de Arniches, y de autores de otros países que nadie después ha representado. Lo dejé porque quería dedicarme a interpretar, y creo que ser empresaria no es lo mío. Al cine llegaste después, en los 70. Has trabajado con muy buenos directores: Jaime de Armiñan, José Luís Cuerda, Antonio Giménez Rico, Jaime Chávarri, José Mª Forqué…Sin embargo dices que te desenvuelves mejor en el teatro. Me emociona más el teatro. Lo que vas a hacer cada día es irrepetible. Ese es el riesgo. El público cada día es distinto, siempre fluye la comunicación. Es lo más importante que puede vivir un actor. Tu gran éxito, sin embargo, no te ha venido con el cine ni el teatro, sino con la TV. Han sido 7 años de encarnar a la Sole comunista y anticlerical, que te ha proporcionado multitud de premios. ¿Qué ha significado “7 Vidas”? He sido muy feliz interpretando a Sole. Ha sido un capítulo semanal durante 7 años. La televisión te hace muy conocida. Cuando compaginaba TV y teatro, varias veces me pasó que llegaba tarde al teatro Lara y paraba cualquier coche y me llevaban. Conozco muy bien el poder de la TV. En cierto modo, es una serie basada en el método teatral: se hacía en un estudio con público, todo transcurría en cuatro escenarios: un bar y 3 casas. ¿Cual es la clave del éxito de “7 Vidas”? Eran unos guiones muy buenos. Un equipo de gente muy joven trabajando a destajo para que estuviera a punto el guión del siguiente capítulo. Y un elenco de actores extraordinarios. Luego el tiempo lo ha demostrado; Javier Cámara, Blanca Portillo, Carmen Machi. Éramos una especie de compañía de teatro. Y teníamos un público de verdad, no pagado; autocares llenos que llegaban a Globomedia a ver rodar “7 Vidas”. El capítulo 200 lo hicimos en directo total, algo que no se ha hecho hasta ahora en Europa todavía. Después de tantos premios, llega ahora uno de signo diferente: un pueblo de Segovia te concede el “Matahombres de Oro”. Un signo de que te has hecho no sólo famosa, sino también popular, que es importante. ¿No? Sí, me gusta, claro. Ahora estás haciendo la serie “El internado”. ¿Y después? Yo ya me había jubilado. No me quiero morir en un escenario, me parece una grosería, estar hecha una pena para el público. Me convencieron para hacer el internado en Globomedia, la misma de “7 Vidas”. Cuando acabe, una obra de teatro para terminar, y me retiro.

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