La vinculación con el hegemonismo sale a relucir en la campaña electoral israelí­

Los subterráneos hilos de Tel Aviv

Al mismo tiempo que Barack Obama anuncia un cambio de orientación hacia Irán, colocando al paí­s persa entre las prioridades de su diplomacia y que Merkel adelanta la próxima visita a Teherán del ex canciller alemán Gerhard Schroeder en calidad de enviado especial alemán, el régimen de los Ayatolás no cesa de protagonizar acciones diplomáticas audaces. Irán está rentabilizando su apoyo a la causa palestina para postularse como candidato firme a ser la cabeza del mundo islámico.

Utilizando extractos del libro “The Missing Peace”, del ex enviado de Bill Clinton ara Oriente Medio, Dennis Ross, Livni advirtió al electorado que el líder derechista destruiría los lazos con Washington. En el libro, Ross califica de "insoportable" a Netanyahu y describe la sensación, después del primer encuentro con él, de que el líder israelí se creía en posición de poder obligar a EEUU a cumplir sus deseos. "La gente se olvida de lo que ocurrió a esta relación cuando Netanyahu fue primer ministro -entre 1996 y 1999- y hay que recordárselo", dijo la ministra a un grupo de asesores. Livni aludía al hundimiento del proceso de paz de Oslo en el segundo mandato presidencial de Bill Clinton, a raíz de las posturas de un primer ministro que bloqueó toda concesión política a los palestinos y con ello perjudicó las relaciones israelíes con la Casa Blanca. La actual ministra de exteriores asegura que la victoria de Netanyahu conduciría a una nueva colisión en momentos en los que Obama reorienta y consolida una nueva estrategia para Oriente Medio. Y en efecto, así ocurrió. Hacia mediados de su segunda legislatura, Clinton y su línea de hegemonía consensuada eran sometidos a un acoso y derribo creciente por parte de los sectores más belicistas y agresivos del complejo militar industrial de la clase dominante norteamericana. Tras varios sonados escándalos sexuales y presiones, Clinton acabó su mandato bombardeando Belgrado. Al mismo tiempo en Israel, bajo el gobierno del Likud de Netanyahu, los avances del Proceso de Paz logrados bajo los Acuerdos de Oslo entre Arafat e Isaac Rabin eran progresivamente boicoteados, para luego pasar a ser desmantelados. Era el preludio a la llegada de Sharón y Bush poco tiempo después, en la que todo saltaría por los aires. Livni conoce todo esto de primera mano, porque lo vivió desde dentro del mismo partido que Netanyahu y Sharón, el Likud. Es evidente que el halcón Netanyahu –uno de los principales lideres de la derecha más radical del sionismo- no parece el más indicado para que se de la necesaria sintonía entre Tel Aviv y Washington. Pero ¿cabe suponer por ello que el líder del Likud es una especie de “cabo suelto” de los centros de poder hegemonistas?. Todo lo contrario. Y un breve vistazo a su biografía lo ilustra. Para empezar “Bibi” Netanyahu se crió en Pennsylvanua y cursó estudios universitarios en el prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets. Tras pasar por las Sayeret Matkal (las fuerzas especiales israelíes) fue destinado en 1982 a la embajada de Israel en Washington. Suficiente para ponernos sobre la pista. Los vínculos de Netanyahu con el hegemonismo norteamericano son –como los de Livni- suficientemente intensos y tupidos. Y sin embargo, Livni tiene razón. Las conexiones de Netanyahu con EEUU nos llevan a los sectores más belicistas, agresivos y aventureros de la clase dominante norteamericana, aquellos que de la mano de Bush, han impuesto al planeta un línea de dictadura terrorista mundial durante ocho años y que han hecho que la superpotencia vea como su declive estratégico se acelere en todos los planos: económico, político y militar. El carácter extremo e incendiario del Likud actual lo convierten en una eventual fuente de dolores de cabeza para la “diplomacia inteligente” de Obama. Livni ha demostrado ser un pragmático –aunque criminal- animal político, un cuadro más “adaptable y moldeable” a una nueva línea norteamericana de hegemonía consensuada. Sin embargo, Netanyahu tiene ventaja en las encuestas… ¿Estamos en las vísperas de una reconducción –encubierta y sutil o violenta y escandalosa- del hegemonismo para “sintonizar” a Tel Aviv con la Casa Blanca? ¿O primarán los especiales y poderosos vínculos de los sectores más tenebrosos de la clase dominante yanqui con los halcones más sanguinarios del sionismo para imponer al frente del Estado de Israel una línea aún más incendiaria, que distorsione y condicione permanentemente las actuaciones del nuevo ocupante del Despacho Oval?

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