SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Los moratones de Cospedal y la delicada epidermis de Soraya

Decía el jueves Cristóbal Montoro en privado que “lo de Nacho González huele muy mal, aunque”, añadía, “serán las encuestas las que decidan su suerte” de cara a repetir como candidato a la presidencia de la CCAA de Madrid en la primavera de 2015. Como en el adagio francés, también aquí hay que chercher la femme para encontrar la pieza capaz de encajar el puzle construido en torno al famoso ático de Guadalmina. El caso es que Ignacio Nacho González no logró convencer a Lourdes Cavero de que el piso de marras iba a amargarles la vida y debían abandonarlo cuanto antes. El lunes, una jueza de Estepona dictó auto –pobremente argumentado- imputando a la esposa de González por presunto blanqueo de capitales y delito fiscal. La jueza Mariana Peregrina quiere quitarse el muerto de encima endosándoselo a la Audiencia Nacional. Y aquella mañana el mundo se vino encima de González. Y el PP quedó por unas horas en estado de shock. Se confirmó el rumor que llevaba días rondando la plaza, según el cual se avecinaba una gran tormenta sobre la CCAA de Madrid.

Y si lo de Nacho huele mal, lo de los correos cruzados entre el ex presidente de Caja Madrid Miguel Blesa y algunos prebostes populares, caso de José María Aznar y Esperanza Aguirre, sencillamente apesta. Ver al expresidente convertido en agente artístico de un pintor desconocido para el gran público produce primero sorpresa y después estupor, cuando no simple indignación. Aznar es nuestro rey desnudo. El referente ideológico de la derecha más rancia reducido a la condición de jeta, de inveterado cara dura; el predicador que, desprovisto de su pompa ideológica, baja del pulpito de FAES para ocuparse de los terrenales asuntos del tráfico de influencias, e involucra al hijo, y el cachorro, que apunta maneras, amenaza a Blesa, “con los pelos que se ha dejado por ti, me parece impresentable lo que has hecho”, y Blesa se niega, “este no es mi cortijo”, y “puede que seas muy joven para entenderlo: algún día no te explicarás haber escrito este mensaje”, y todo tiene un cierto tufo a diálogo de película mafiosa a la española, por no hablar de la señora Aguirre usando sus influencias para colocar a una amiga en el Consejo de Iberia, o de ese Gallardón buscando un palacio en el que ubicar la colección del pintor Rueda, y es todo aroma a populismo ramplón a lo Kirchner, a lo Chávez, todo despropósito, despelote entero, total desvergüenza colectiva.

En evidencia queda la utilización de Caja Madrid como finca de recreo de la vieja clase dirigente del PP, manifestación clamorosa, negro sobre blanco, de la utilización de las Cajas de Ahorro como tierra conquistada, Pedro por su casa, por parte de las elites políticas autonómicas y municipales que han hecho y deshecho a su antojo con las cuentas de resultados. Por las veredas de esa corrupción se fue generando la quiebra de un sector que ha requerido sesenta y tantos mil millones de dinero público en su salvamento y cuyos resultados empezamos a ver ahora: esta semana se adjudicó Novagalicia a un banco venezolano por poco más de 1.000 millones. Como resulta que en esa cesta pusimos 9.000 millones de huevos, el resultado arroja unas pérdidas para el pueblo llano de 8.000, algo así como billón y medio de las antiguas pesetas.

El fracaso de la reforma energética

Enfrascado andaba el gentío adivinando el destino de Nacho González, cuando el país entero quedó petrificado de espanto a cuenta del terremoto eléctrico, al enterarse, enterarnos, de que el recibo de la luz sufriría un incremento cercano al 12% a partir de enero. El Gobierno, espantado, se vio obligado a recurrir a la CNMC, ese organismo “independiente” de reciente creación en el que se han subsumido las competencias de los antiguos entes reguladores, para pedir auxilio, y el grupo que preside José María Marín, tras larga noche de vigilia, anunció en la mañana del viernes la suspensión de la subasta que dio lugar al maremoto por haber concurrido “circunstancias atípicas” en ella, es decir, sospecha de manipulación de precios, que es lo que suele ocurrir en los países, tal que España, donde el verbo liberalizar –introducir competencia- más que irregular es casi desconocido. Y ahí tenemos al esforzado ministro Soria intentando explicar el galimatías eléctrico al estilo Groucho Mars, que va a terminar el hombre en el Club de la Comedia. Ironías aparte, no hay Gobierno que al inicio del séptimo año de una crisis tan brutal como la presente pueda presentarse a cara descubierta ante sus naturales para anunciar que el recibo de la luz va a sufrir un aumento anual medio de casi mil euros per capita.

La reforma energética, anunciada meses atrás por el ministro de Industria como el bálsamo de Fierabrás, ha descarrilado en la primera curva. Toda la legislación sobre el sector eléctrico, por no hablar de asuntos tales como el sistema de fijación de precios, se ha convertido en un arcano inaprensible para el ciudadano común, cuando la realidad, bastante más sencilla, podría resumirse en el dato de que cerca del 60% del recibo de la luz son costes ajenos a la estricta producción y transporte de la energía, y cuando el problema podría solventarse usando las fuentes de generación baratas y cerrando las caras, las escandalosamente subvencionadas renovables. Sin hilo de Ariadna que valga, seguimos perdidos en ese laberinto que ha convertido nuestra energía en una de las más caras de la UE, asunto de importancia capital en tanto en cuanto afecta a la vida diaria, al nivel de confort, a la calidad de vida de las personas, en definitiva, pero también a la salud de la industria, vale decir a la capacidad de crecimiento de la economía. La energética, pues, ha pasado a engrosar el santoral de las reformas emprendidas por este Gobierno taimado que no han logrado complacer a casi nadie: todo el mundo cabreado, todos frustrados, todo a medias. Una especie de tragedia griega que aquí suele terminar en comedia.

Y ¿qué dice el Gobierno? ¿Qué opina don Mariano Rajoy de esta aciaga semana que acaba de atravesar el PP, dejándose en el lance más plumas que la familia Aznar en la gatera de Caja Madrid? Dice nada o muy poco. Un shock social como el producido por el anuncio de subida del recibo de la luz, hubiera requerido la presencia urgente en tv de un vicepresidente económico con plenos poderes para explicar lo ocurrido y transmitir el hilo conductor, la línea argumental, el relato de un Ejecutivo instalado en puente de mando y manejando el timón con la solvencia debida, pero todas esas cualidades faltan allí donde prima la improvisación, el escapismo y el miedo. La mediocridad. El presidente sigue en su fortaleza, mientras sus ministros se buscan la vida como pueden por las tabernas de la Corte, y la vicepresidenta Soraya se pone todavía más de perfil que su señor, preocupada porque ni un solo rasguño de esta realidad crispada alcance su delicada epidermis, ella que goza del favor de esos medios a los que pastorea con maña, y que ha esquivado todas y cada una de las golpizas que han puesto morado el cuerpo serrano de su rival Cospedal, obligada a salir a la palestra un día sí y otro también para tapar las vergüenzas del caso Bárcenas, forzada incluso a convivir con esos policías que, enviados por el juez Ruz, pasaron la noche del jueves al viernes en la calle Génova. ¡La policía del Gobierno, buscando facturas en la sede del partido del Gobierno durante casi 14 horas!

Un problema de falta de talento colectivo

Dos vías de agua a modo de enormes boquetes se advierten bajo la línea de flotación de un Gobierno a punto de doblar el Rubicón de la legislatura: la resumida en la ausencia de ese discurso político capaz de enmarcar la gobernanza del país, por un lado, y la más sorprendente, por inesperada, que tiene que ver con la mediocre, incluso deficiente gestión de la economía, asunto este marcado por el enfrentamiento entre ministros -Cristóbal contra Guindos-, y por la falta de capacitación técnica, incluso de talento, de otros. Escribe John Müller en elmundo.es: “El ministro se quejó ayer de que hay poca competencia en el mercado eléctrico. Un analista me dijo, por el contrario, que donde hay poca competencia es en el ministro”. Sobre esa arquitectura de conflicto gravita, además, la existencia en la sombra de un superministerio paralelo de Economía, Hacienda, Industria y Trabajo, que controlan los muy peculiares hermanos Nadal, Alvaro (director de la Oficina Económica del Presidente) y Alberto (secretario de Estado de Energía) quienes, como ocurriera en los Gobiernos Zapatero con Sebastián y Taguas, son “la autoridad” en la sombra de la política económica española.

Y ahí está el Gobierno: acorralado en lo económico y contestado en lo político, escorado a la derecha con decisiones de corte tan conservador, reaccionario incluso, como esa nueva Ley del Aborto que acaba de presentar el antaño progre Gallardón -¿cabe imaginar decisión más obtusa, con la que está cayendo?-, y abrumado por la oleada de corrupción que amenaza asfixiarlo sin remedio. El grado de desafección que hoy muestran tantos votantes del PP, gentes de clase media que empiezan a considerar los casos de corrupción no como ejemplo de conductas irregulares individuales, sino como manifestación colectiva de deslealtad de todo un partido para con una ideología, la del bien común, debería convertirse en resorte capaz de movilizar la fibra moral del partido, si existiese, y forzar al Presidente a salir de la madriguera y hacer política con mayúscula. Aunque quedan dos años para las generales, el tiempo vuela y el crédito se acaba, y corre usted el riesgo, señor Rajoy, de terminar rompiendo el PP en pedazos como antes de usted otros rompieron UCD. Los signos de descomposición son evidentes, como parece demostrar el caso de Nacho González, víctima indecente del llamado “fuego amigo”, el más peligroso, por cruel, de todos los mortales fuegos. Triste foto en sepia, pues, para celebrar el segundo aniversario de la toma de posesión de Mariano Rajoy Brei y bello panorama para encarar el 2014 de la sedicente recuperación. Los dioses nos asistan. ¡Feliz Navidad a todos!

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