Los mercados nos devuelven a la realidad

«La prima de riesgo volvió a dispararse y ayer superó los 226 puntos básicos y el tipo de interés que se exige al bono español alcanzó su mayor nivel desde 2000. Es la consecuencia del predicar a los cuatro vientos que España no necesita «más medidas de ajuste» antes de terminar los deberes. Esta vez, la inestabilidad que nos arrastró llegó por Grecia. Bastó una insinuación desde Alemania sobre la incapacidad helena para cumplir con los compromisos adquiridos en el plan de rescate para que los inversores dirigieran sus miradas otra vez a los paí­ses periféricos del euro.»

En una vertiginosa concatenación de malas noticias, la agencia Standard &am; Poor’s advirtió sobre el deterioro del déficit y de la deuda en Estados Unidos si los partidos políticos no se ponen de acuerdo para solventar los desequilibrios. Los sucesos de ayer muestran que, a pesar de las declaraciones oficiales, la crisis de la deuda en absoluto es agua pasada. Era cuestión de tiempo que Grecia, con una deuda del 150% del PIB y unos vencimientos de 200.000 millones en los próximos dos años, volviera a desestabilizar la Eurozona. Por eso hay que preguntarse si el modelo de rescate que ha emprendido la Unión Europea es el camino adecuado. Porque puede ser contraproducente imponer unas condiciones a un país que amenazan con estrangular su crecimiento. (EL MUNDO) EL CONFIDENCIAL.- La trampa mortal de la deuda pública -de la que hablóen su día Roubini– comienza a tomar carta de naturaleza. La posibilidad de que Grecia reestructure su abultada deuda pública -144% del PIB en 2010- está hoy más cerca que nunca pese a que su economía está intervenida. Y por eso,el diferencial del bono español con el alemán ha vuelto a situarse por encima de los 230 puntos básicos. Desde enero no se alcanzaba un nivel similar. La rentabilidad del bono a 10 años se ha disparado hasta el 5,58%, la tasa más alta en doce años, cuando el tipo de intervención está en el 1,25%. CINCO DÍAS.- El fantasma de la desconfianza soberana sigue cebándose en el Viejo Continente y, a modo de temible tormenta perfecta, amenaza con expandirse también a EE UU. En una jornada verdaderamente aciaga, que se inició ensombrecida por la delicada situación portuguesa y los rumores sobre una supuesta petición de reestructuración de la deuda griega, España acusó de lleno el peso de la creciente tensión en los mercados. La prima de riesgo se disparaba hasta superar los 230 puntos, el rendimiento exigido al bono a 10 años alcanzaba su precio más alto desde la puesta en circulación del euro y el Tesoro se enfrentaba de nuevo -y con escaso éxito- al veredicto de los inversores. Editorial. El Mundo Los mercados nos devuelven a la realidad «EL DIFERENCIAL con Alemania es un marcapasos que sigo día a día; si baja voy bien, si sube tengo problemas». Así lo dijo Zapatero a los empresarios en su reunión del pasado 26 de marzo en La Moncloa. Pues bien, el presidente tiene problemas porque la prima de riesgo volvió a dispararse y ayer superó los 226 puntos básicos y el tipo de interés que se exige al bono español alcanzó su mayor nivel desde 2000. Es la consecuencia del predicar a los cuatro vientos que España no necesita «más medidas de ajuste» antes de terminar los deberes. Esta vez, la inestabilidad que nos arrastró llegó por Grecia. Bastó una insinuación desde Alemania sobre la incapacidad helena para cumplir con los compromisos adquiridos en el plan de rescate para que los inversores dirigieran sus miradas otra vez a los países periféricos del euro. Al caos griego hay que sumar las persistentes dudas sobre Portugal y un dato nuevo: el resultado de las elecciones finlandesas llevará a formar gobierno a una coalición de euroescépticos -en la que se incluyen los ultraderechistas Verdaderos Finlandeses- que se oponen al rescate luso y amenazan con poner el euro en estado comatoso. En una vertiginosa concatenación de malas noticias, la agencia Standard & Poor’s advirtió sobre el deterioro del déficit y de la deuda en Estados Unidos si los partidos políticos no se ponen de acuerdo para solventar los desequilibrios. Los sucesos de ayer muestran que, a pesar de las declaraciones oficiales, la crisis de la deuda en absoluto es agua pasada. Era cuestión de tiempo que Grecia, con una deuda del 150% del PIB y unos vencimientos de 200.000 millones en los próximos dos años, volviera a desestabilizar la Eurozona. Por eso hay que preguntarse si el modelo de rescate que ha emprendido la Unión Europea es el camino adecuado. Porque puede ser contraproducente imponer unas condiciones a un país que amenazan con estrangular su crecimiento. Como era de esperar, la vuelta de la tensión afectó de lleno a la deuda española… y volvimos a parecernos más a Portugal que a Alemania. El Tesoro pagó un 40% más en la subasta de bonos a 12 y 18 meses y apenas colocó el mínimo previsto. ¿Por qué? Porque Zapatero ha dado la impresión en los últimos días de una relajación en la aplicación de las reformas. El presidente del Gobierno dijo en Pekín que no preveía más ajustes y de allí salió cabizbajo tras el fiasco de la inversión china en las cajas de ahorro. Además, el Ejecutivo se comprometió a llevar al último Consejo Europeo de hace tres semanas la reforma de la negociación colectiva para adecuar salarios a productividad y, casi un mes después, espera impasible un acuerdo entre empresarios y sindicatos que no llega. Estamos a 23 días del primer aniversario del histórico 12 de mayo de 2010. En estos doce meses, el Gobierno sólo ha conseguido un objetivo: embridar el déficit público -a pesar de las autonomías-. Pero los efectos de la reforma laboral apenas se han notado -167.000 parados más entre marzo de 2010 y el mismo mes de 2011- y la reestructuración de las cajas camina sin que ni un solo inversor privado -chinos incluidos- se haya acercado todavía a ninguna entidad. El nuevo estallido de la deuda demuestra que nuestro país no está en condiciones de coquetear con los mercados. España sigue siendo vulnerable y no puede permitirse el más mínimo respiro en la aplicación de las reformas y de las necesarias medidas de ajuste. EL MUNDO. 19-4-2011 Deuda. El Confidencial Los mercados vuelven a poner a España en el ojo del huracán C. Sánchez La trampa mortal de la deuda pública -de la que hablóen su día Roubini– comienza a tomar carta de naturaleza. La posibilidad de que Grecia reestructure su abultada deuda pública -144% del PIB en 2010- está hoy más cerca que nunca pese a que su economía está intervenida. Y por eso,el diferencial del bono español con el alemán ha vuelto a situarse por encima de los 230 puntos básicos. Desde enero no se alcanzaba un nivel similar. La rentabilidad del bono a 10 años se ha disparado hasta el 5,58%, la tasa más alta en doce años, cuando el tipo de intervención está en el 1,25%. ¿La causa? Caen con fuerza los bancos y eso arrastra la credibilidad de España. Básicamente por su exposición a la deuda pública. Como sostiene este informe del Centro del Sector Financiero de PwC y el IE Business School, el sector bancario es el propietario mayoritario de la deuda pública española. En concreto, la banca posee el 30% del endeudamiento con datos a diciembre de 2010. Al menos, un 90% no está en la cartera de negociación (trading) de las entidades, lo que evita el impacto sobre la cuenta de resultados de cualquier cambio en el valor de la deuda. Pero aún así, y como señala el informe, la desconfianza sobre la deuda pública española tiene varios efectos sobre la banca: en primer lugar, el aumento de los rendimientos de la deuda pública encarece la financiación de todos los agentes; en segundo lugar, las políticas de austeridad fiscal aprobadas tienen un impacto recesivo a corto plazo, lo que afecta a la rentabilidad del negocio bancario; y, en tercer lugar, el precio de las acciones bancarias acaba reflejando las pérdidas potenciales del valor de mercado de la deuda pública y la propia incertidumbre económica. Bank of America Merril Lynch ha estimado que el 66% de las variaciones del precio de las acciones de los bancos españoles está correlacionado con la evolución del rendimiento del bono público español a 5 años. Hay que tener en cuenta que España tiene el mayor porcentaje de deuda “senior” bancaria (sin incluir las operaciones con pacto de recompra -repos-) con respecto del PIB de toda la zona euro, un 54%, por encima del 50% de Bélgica, del 44% de Holanda, del 43% del Reino Unido y del 38% de Irlanda. Miedo a Grecia El origen de la actual crisis tiene que ver con unas declaraciones efectuadas por el ministro alemán de Finanzas. Wolfgang Schäuble dijo el jueves pasado que “ha aumentado el riesgo de una reestructuración de la deuda griega”. Y lo malo es que los mercados le han creído. Antes de sus declaraciones, el diferencial del bono español a 10 años se situaba en el entorno de los 175 puntos, pero ya el viernes acabó en 198. Ayer traspasó los 232 puntos básicos y todo indica que ha comenzado una nueva tormenta financiera, aunque está por saber su duración e intensidad. Lo más inquietante, sin embargo, es que los fenómenos atmosféricos que causan la tormenta se multiplican. Por un lado, se encuentra el resultado de las elecciones finlandesas, con un partido clave en la formación del nuevo Gobierno que quiere renegociar el fondo de rescate de la UE. Finlandia es un pequeño país, pero hay que recordar que las decisiones sobre el fondo de rescate se toman por unanimidad entre los 27. Por otro, la decisión de Standard & Poor´s de poner la deuda pública de EEUU en perspectiva negativa, y que no ha hecho más que complicar las cosas en un mercado con enorme aversión al riesgo. Por eso, los diferenciales se amplían. También por la decisión china de elevar medio punto (hasta el 20,5%) el coeficiente de reserva de sus bancos, lo que supone un drenaje de la liquidez del sistema. Lo más curioso, como señala David Cano, socio de Analistas Financieros Internacionales (AFI), es que los fundamentos económicos domésticos “no han cambiado nada”, pero aún así el Tesoro se vio obligado ayer a pagar casi un 40% más por colocar letras a 12 y 18 meses. Esto quiere decir que independientemente de la situación económica interna, lo cierto es que los mercados han vuelto a situar a España en primera línea de fuego. Los operadores venden deuda pública nacional para colocarse en valores refugio, como el bund alemán o el oro, que ya roza los 1.500 dólares la onza. Tanta inestabilidad ha tenido otro efecto perverso. El euro se ha debilitado y eso ha ampliado la exposición de España -y de la eurozona- a un aumento de los precios del petróleo: De hecho, con la subida de los tipos de interés el BCE pretendía apreciar la moneda única para combatir la inflación (2,7%), pero una súbita depreciación puede obligar al Banco Central Europeo a ser más agresivo a la hora de endurecer su política monetaria. Todo dependerá de la intensidad y del alcance de la actual tormenta, que en todo caso abre un nuevo frente político contra el mecanismo de rescate de la Unión Europea de indudable trascendencia. Los gobiernos europeos saben ahora a ciencia cierta que buena parte de sus opiniones públicas se oponen a dar un cheque a los países periféricos para salvarlos de la quema. Merkel pagó la factura hace algunas semanas en las elecciones celebradas en varios länder. Ahora lo mismo le ha sucedido al Gobierno de Helsinki, y es muy probable que en las elecciones presidenciales francesas se hable mucho de ello, con una ultraderecha crecida en las encuestas. EL CONFIDENCIAL. 19-4-2011 Editorial. Cinco Días Los mercados fustigan otra vez a España Pese a los esforzados intentos de los Veintisiete de dar por zanjada la crisis de deuda pública en Europa, el fantasma de la desconfianza soberana sigue cebándose en el Viejo Continente y, a modo de temible tormenta perfecta, amenaza con expandirse también a EE UU. En una jornada verdaderamente aciaga, que se inició ensombrecida por la delicada situación portuguesa y los rumores sobre una supuesta petición de reestructuración de la deuda griega, España acusó de lleno el peso de la creciente tensión en los mercados. La prima de riesgo se disparaba hasta superar los 230 puntos, el rendimiento exigido al bono a 10 años alcanzaba su precio más alto desde la puesta en circulación del euro y el Tesoro se enfrentaba de nuevo -y con escaso éxito- al veredicto de los inversores. En vísperas de la subasta de obligaciones de mañana, el organismo público logró únicamente colocar 4.659 millones de euros en letras a 12 y 18 meses, es decir, en la parte baja del rango previsto y a un precio mayor del esperado. Poco después, Standard & Poor’s comunicaba la puesta en vigilancia negativa del rating de EE UU y ponía así otra guinda a la jornada que sumar a las dudas generadas por el giro euroescéptico finlandés. La noticia de que la triple A de la mayor economía puede peligrar provocó caídas generalizadas tanto en las principales plazas europeas -el Ibex perdió más de un 2%- como en Wall Street. Cuando parecía claro que los inversores habían comenzado a diferenciar la solidez de la economía española frente a la lusa, la irlandesa o la griega, lo ocurrido ayer demuestra no solo la fragilidad de esa lectura, sino también -y sobre todo- del tímido proceso de recuperación de confianza que España había comenzado a obtener de los mercados. De poco han servido las buenas palabras y los elogios del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuyo responsable en Europa calificaba hace escasos días el ejemplo español de "modelo a seguir" y aseveraba que el respiro dado a la deuda española por los inversores revelaba que "los mercados reaccionan cuando un país consigue poner en orden sus políticas". El resultado de la subasta de letras celebrada ayer, que arrancaba con la particularidad de ser la primera tras la subida de tipos del BCE, unido a la desbocada escalada del riesgo país, pone en cuestión ese análisis y demuestra, una vez más, que el esfuerzo realizado hasta el momento, aunque necesario, no es suficiente. Las declaraciones en contra de los rescates financieros por parte del líder de la nueva y antieuropeísta tercera fuerza política finlandesa y el serio toque de atención de Standard & Poor’s a la economía estadounidense son dos elementos que apuntan a que, lamentablemente, la crisis de la deuda está lejos de cerrarse. No se puede decir que la decisión de la agencia de rating sobre EE UU sea sorprendente, vista la evolución del déficit y el endeudamiento del país y tras las reiteradas advertencias de las últimas semanas sobre el grave riesgo que ello supone para el equilibrio económico mundial. Pese a ello, la decisión de Standard & Poor’s ha tenido como primer efecto un recrudecimiento de la tensión sobre la deuda de los países periféricos y un castigo a España, cuya deuda acusa de nuevo la tensión. En este escenario, la posibilidad de una petición para reestructurar la deuda griega podría llevar hasta el 6%, según los expertos, la rentabilidad exigida al bono español. No hay recetas mágicas ante una situación como esta. El camino de reformas emprendido por España es la única fórmula a seguir para avanzar en la recuperación de la precaria e inestable confianza de los mercados. Pese a que en esa senda juegan también otros factores, tal y como volvió a ponerse de manifiesto ayer, el Gobierno español debe seguir apostando por el rigor y la austeridad en su política económica y presupuestaria. Una apuesta en la que no se debería descartar la conveniencia de ahondar en más reformas, tal y como el FMI recomendaba hace unos días a España y en contra de la opinión del Ejecutivo, que considera suficiente el esfuerzo realizado hasta el momento. A la vista de la agitación que recorre los mercados, ese esfuerzo debe mantenerse y aumentarse. La subasta de obligaciones que celebra mañana el Tesoro dará la medida de hasta qué punto España necesita todavía sudar su camiseta. CINCO DÍAS. 19-4-2011

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