SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Los hospitales y CAP de Salut han perdido el 15% del personal

La reducción presupuestaria y los recortes de personal impuestos por el Gobierno catalán desde el 2010 en los ocho hospitales y 280 centros de asistencia primaria (CAP) del Institut Català de la Salut (ICS), pertenecientes a la Generalitat, han llevado a esos centros a una situación de supervivencia al límite -el personal sanitario ha perdido el 25% de su salario en ese periodo— que los rectores del ente han intentado revertir cambiando las cúpulas directivas y buscando equipos dispuestos a extraer lo mejor de cada servicio. El objetivo de los nuevos directores, algunos procedentes del propio ICS, es potenciar su perfil científico -en el caso del Hospital de Bellvitge–, acabar con las críticas a la saturación de un servicio de urgencias de reciente remodelación -en el de Vall d’Hebron—o fomentar la actuación coordinada de CAP y pequeños hospitales del entorno, en el de Germans Trias i Pujol, Can Ruti.

El ICS, la mayor empresa pública de Catalunya, ha prescindido de 5.810 empleados en el periodo central de la crisis económica, pasando de la plantilla de 43.000 personas con que contaba en el 2010, a las 38.000 actuales. Casi un 15% de profesionales menos. «No tenemos previsto reducir más las plantillas», asegura Pere Soley, director gerente del ICS.

La pérdida de profesionales ha afectado a todos los estamentos: hay 890 médicos menos, se han perdido 1.034 enfermeras, 505 sanitarios auxiliares y 1.735 administrativos y gestores. También se ha prescindido de 1.646 sustitutos, médicos y enfermeros fundamentalmente, que facilitaban el correcto funcionamiento de los servicios cuando el personal de plantilla enferma o hace vacaciones.

Ahora, esas vacantes no se cubren. En los CAP, el médico que atiende en el consultorio contiguo al del facultativo que está enfermo o de vacaciones asume los pacientes de ambos. El deterioro, y la tardanza (a veces de semanas) con que son atendidos los pacientes es notoria.

BELLVITGE DECAÍDO

El último gran equipo que ha cambiado de director gerente ha sido el del Hospital de Bellvitge, que desde el 9 de marzo cuenta para ese cargo con Antoni Andreu, responsable hasta hace una semana del Instituto de Salud Carlos III, de Madrid, del que dependen el Centro Nacional de Microbiología y la Escuela Nacional de Salud. El perfil profesional de Andreu, biólogo y experto en genética, sustancialmente distinto al de sus predecesores más centrados en la gestión, no es casual, explicó Soley. «Bellvitge tuvo un brillante pasado científico, y en los últimos años ha decaído su peso y liderazgo en ese ámbito», indicó el director del ICS. «Es un hospital científicamente dormido y por esa razón hemos buscado a un destacado científico para su dirección. De Andreu no esperamos tanto que sea un buen gestor, como que recupere el nivel investigador que tuvo ese hospital».

LOS PROBLEMAS DE VALL D’HEBRON

En la gerencia y dirección del Hospital del Vall d’Hebron se situa ahora Vicente Martínez Ibáñez, antiguo responsable de Pediatría en ese mismo centro, que ha desarrollado la parte fundamental de su carrera en el Vall d’Hebron. «Necesitábamos a alguien que conociera la casa y el núcleo de sus problemas -prosiguió Soley-. Vall d’Hebron ha de seguir siendo líder en el ámbito científico, porque cuenta con profesionales para ello, pero sobre todo necesita mejorar su gestión. Hacerla más efectiva».

El servicio de urgencias, modernizado y reorganizado hace dos años, está reiteradamente saturado porque, a juicio de Soley, «falla su modelo organizativo». «Las urgencias del Vall d’Hebron tienen mala imagen -admitió Soley–. Han abierto 55 camas de ingreso, en habitaciones, en el área urgente, pero los usuarios siguen interpretando que mientras no ocupen una cama en planta están mal atendidos. Cuesta explicar, o hacer entender, el modelo asistencial que han creado, y tendrán que cambiarlo».

HOSPITALIZACIÓN EN CASA

También está previsto incrementar la hospitalización en el domicilio de los pacientes que ahora ingresan en el área de Medicina Interna del Vall d’Hebron. «Esa fórmula es del agrado de los enfermos, que prefieren ser atendidos en sus casas por los médicos del hospital, y mejora la eficiencia del centro que la aplica, prosiguió Soley-. En Vall d’Hebron queda recorrido por hacer en esa dirección».

La iniciativa impulsada en Lleida, donde un consorcio formado por organismos de la Generalitat ha integrado al Hospital Arnau de Vilanova, del ICS, y al resto de centros sanitarios de la provincia -modelo rechazado por numerosos sanitarios empleados en dichas instituciones— se extenderá en breve al Hospital Josep Trueta, de Girona, y sus servicios sanitarios circundantes. Soley aseguró, no obstante, que la experiencia nunca se aplicará en Barcelona.

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