El Observatorio

Los diarios de Pliglia

En el primer tomo asistimos a la forja del escritor, en el segundo a su consagración

Nacido en Adrogué (Buenos Aires) en 1940, Ricardo Piglia vivió en 1957 la experiencia traumática del abandono forzoso de su escenario familiar. Su padre, médico de filiación peronista, tras pasar un año de cárcel después del golpe de Estado militar que acabó con la presidencia de Perón en 1955, se siente perseguido y acosado, y toda la familia termina por abandonar Adrogué y marchar a Mar del Plata en diciembre de 1957. Y es precisamente este momento, de mudanza y ruptura, cuando un jovencísimo Piglia de apenas 17 años decide iniciar un diario que mantendrá vivo durante 60 años y que funcionará no solo como «confesionario» personal, sino como la «cocina» donde se prepara todo el menú que acabará convirtiendo a Ricardo Piglia en uno de los escritores decisivos no solo de la literatura argentina sino de la literatura en español y de la literatura en general.

Durante décadas, estos diarios, que Piglia (en su tradicional juego de espejos) atribuye a su alter ego Emilio Renzi (protagonista o narrador de buena parte de sus novelas y relatos), fueron convirtiéndose en el mítico y desconocido reducto donde el autor Piglia dilucidaba consigo mismo las experiencias de todo orden (personales o literarias), las filias y fobias, los deseos y frustraciones que -se sabía o se intuía- acabarían nutriendo su singular mundo ensayístico y narrativo. Y así, con el paso del tiempo, esos famosos pero desconocidos y enigmáticos diarios se fueron convirtiendo en un manjar deseado (y hasta reclamado) por todos aquellos que (en número creciente) iban siendo seducidos por una literatura que siempre se presentaba con un sello muy particular.

Hasta que en septiembre de 2015, Anagrama dio por fin a la luz el primero de los tres grandes tomos que contendrán lo que a todas luces es una versión probablemente abreviada, seleccionada y, desde luego, corregida de ese inmenso trabajo de toda una vida. Ese primer tomo, que lleva por subtítulo «Años de formación», recorre el crucial período que va desde 1957 a 1967, es decir, desde que abandona con sus padres Adrogué para marchar a Mar del Plata hasta que se publica su primer libro: los relatos que configuran «La Invación», un libro inaugural que obtuvo una mención especial de la Cadsa de las Américas ese mismo año.

«Años de formación» pretende dar respuesta a la pregunta que el propio Renzi (Piglia) se hace desde un principio: «¿Cómo se convierte alguien en escritor, o es convertido en escritor?». Y que él comienza aquí a contestar: «No es una vocación, a quién se le ocurre, no es una decisión tampoco, dse parece más bien a una manía, un hábito, una seducción, si uno deja de hacerlo se siente peor, pero tener que haqcerlo es ridículo, y al final se convierte en un modo de vivir (como cualquier otro)».

En las páginas de este primer tomo de sus diarios asoman, de forma especial, sus primeras lecturas (y los primeros atisbos críticos; no olvidemos que Piglia, a la par que narrador, es una magnífico ensayista, un verdadero ensayista de referencia): aparecen los cines y las películas , que devora con auténtico frenesí; asoma una geografía múltiple (Adrogué, Mar del Plata, Buenos Aires, La Plata), que es el cuadrilátero donde se despliega toda la actividad vital del joven Piglia; y, por supuesto, asoma la vida, lo real: los primeros amoríos, con sus goces, descubrimientos y decepciones; la vida de estudiante; los primeros entusiasmos, las primeras rebeldías y los primeros desengaños: los primeros trabajos literarios o académicos (siempre de escasa e incierta remuneración) y sus primeros escarceos en el mundillo literario argentino; los encuentros con colegas y amigos, siempre en busca de aventuras (incluso aventuras peligrosas, con gente que roza o está de lleno en el mundo de la delincuencia); las primeras pasiones y decepciones políticas; las estrecheces económicas; y la escritura y reescritura de los primeros relatos, donde se dilucida el tipo de escritor que Piglia aspira a ser: su ambición, su pasión por la técnica, por la pulcritud, el trasfondo histórico y político que siempre ha tenido su escritura…. Todo ello anotado de forma minuciosa y, a la vez, con un estilo literario muy definido y exigente, con la conciencia clara de que estos textos serán un día ingredientes importatntes de su mundo de ficción.

En sus Diarios -que han devenido en una lectura casi «obligatoria» para la creciente legión de admiradores de Piglia, pero también para jóvenes escritores enteresados en conocer la «cocina» literaria de un autor de su talla-, el autor va construyendo año a año la auténtica «novela de su vida», que es a la vez memoria viva y laboratorio fecundo para sus ficciones.

Con el primer tomo de estos diarios Piglia obtuvo un enorme reconocimiento: el libro fue elegido por los principales suplementos literarios de los diarios españoles «mejor libro del año».

Y ahora, tras ese éxito fulgurante, Anagrama presenta el segundo volumen, que lleva por subtítulo «Los años felices», y que arranca precisamente donde lo dejó el tomo anterior. Este segundo volumen recorre el periodo que va de 1968 a 1975. Y si en el anterior asistíamos a la forja del escritor en ciernes, aquí se desarrolla su carrera en el mundo de las letras argentinas con la dirección de una revista, los trabajos editoriales, los artículos, los cursos y conferencias.

La pasión, la obsesión por la literatura se materializa en ideas y esbozos para cuentos y novelas, lecturas, encuentros con escritores consagrados –Borges, Puig, Roa Bastos, Piñera…– y compañeros de generación, reflexiones sobre la escritura y sobre la obra de autores clásicos y novelistas policiacos, descubrimientos, búsquedas y deslumbramientos. Y también aparecen los viajes, la vida íntima y amorosa, y la Argentina de unos años convulsos: el fallecimiento de Perón, la emergencia de grupos guerrilleros, el golpe militar…

Para el gran crítico Masoliver Ródenas, estos Diarios son: «Su obra más luminosa y representativa. Una verdadera obra maestra. Piglia nos va conduciendo al verdadero centro, allí donde vida y literatura se encuentran definitivamente». Un acontecimiento literario para la lengua española y un auténtico festín para el lector.

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