Puede parecer a algunas personas una exageración cuando se afirma que la camarilla dirigente del PNV de Ibarretxe, Arzallus y compañía mantenía un régimen nacionalista étnico, obligatorio y excluyente; un régimen impuesto que había construido un poderoso entramado que se extendía por todos los organismos autonómicos, por sus aledaños y sus vericuetos, por todos los pueblos y los rincones del País Vasco. El tiempo y la realidad que va saliendo a la luz pública demuestran que no es, en absoluto, una exageración. Ahora aparece en la prensa que 23 de los 28 comisarios de la Ertzaintza son militantes del PNV. Es decir, son los comisarios políticos del régimen étnico. Son la policía política de la camarilla nazifascista. Ya había dicho la valiente Maite Pagazaurtundua, no había nada más siniestro en el País Vasco que los «comisarios políticos» de la Ertzaintza, y el grupo creado en su seno para ejercer el control político de la información y de la actividad de la policía vasca.
Ya sabemos lo que esto significa. Sin desarticular las tramas organizadas durante tantos años, el nuevo Gobierno no odrá consolidarse ni avanzar en la consecución de los objetivos constitucionalistas, democráticos y progresistas que demanda la mayoría de los ciudadanos vascos. Tramas que son peligrosas, que pondrán todas las dificultades, trabas y trampas que puedan. Ya conocemos alguna en la propia Ertzaintza. Por ejemplo, el proyecto, ya denunciado anteriormente, de mantener una red de “topos” en la Ertzaintza, de unos 30 cargos intermedios controlados por tres altos cargos actuales nombrados por el PNV (que lógicamente van a ser cesados), cuyo objetivo sería controlar la información y entorpecer la labor de los nuevos cargos y los objetivos primordiales de la lucha eficaz contra ETA y su entorno político-organizativo.Porque, en su momento, el mismo Arzallus había prometido a ETA que no habría actividad policial contra ellos, ni contra la violencia callejera, ni contra las convocatorias de manifestaciones ilegales de las distintas organizaciones políticas etarras o de apoyo a los presos de ETA. Esta paralización policial fue impuesta a pesar de que hubiera habido agentes de la Policía vasca que habían perdido la vida a manos de ETA. Este es uno de los desafíos más importantes que enfrenta el nuevo Gobierno de Patxi López. Que sus objetivos no se vean bloqueados por los topos dejados por la camarilla étnica de Ibarretxe. Es sumamente importante para la lucha contra ETA y la defensa de la democracia que el nuevo Gobierno vasco sea consecuente hasta el final en conseguir que la Ertzaintza deje de ser la policía del régimen peneuvista étnico y ocupe su lugar en la lucha contra el terrorismo de ETA y su entorno político y social; así como que colabore con el resto de las Fuerzas de Seguridad del Estado.