Los campesinos pueden enfriar el planeta

«Las trasnacionales nos quieren hacer creer que los sistemas alimentarios son una cadena industrial que comienza con Monsanto como dueña de las semillas en un extremo y WalMart como paradigma de los supermercados en el otro, cada vez más industrializado y centralizado. Afirman que sólo ellos podrán alimentar a la población mundial creciente y enfrentar el caos climático, con sus variedades transgénicas y producción masiva y uniformizada. Exigen que los gobiernos sigan apoyando sus patentes, sus tecnologí­as contaminantes y sus oligopolios de mercado».

Por otro lado, la realidad es que los sistemas alimentarios del mundo no son cadenas sino redes, donde muchas ersonas, actividades, culturas y funciones convergen e intercambian. Más del 85% de los alimentos son producidos cerca de donde se consumen, a nivel local, regional o al menos nacional, y la mayoría gracias a campesinos y productores de pequeña escala, a indígenas, pescadores artesanales, pastores nómadas y pequeños horticultores urbanos, que en conjunto son más de la mitad de la población mundial, pero alimentan a muchísimos más y llegan a quienes más lo necesitan. Por sus formas de manejo no emiten gases de efecto invernadero sino que los absorben, ahorran agua, conservan los suelos y una enorme diversidad de cultivos, animales domésticos y peces. (AGENCIA LATINOAMERICANA DE INFORMACIÓN-ALAI) DIARIO DEL PUEBLO.- El cambio climático se ha convertido en un tema global sobre el cual cada país debe enfrentar y asumir su responsabilidad. En la próxima cumbre de negociaciones de Naciones Unidas en Copenhague habrá tres importantes posiciones sobre el tema. Debido a diferentes intereses, estas posiciones son mantenidas por tres grupos: la Unión Europea (UE); el llamado Grupo Paragua; y los países en vías de desarrollos, incluyendo al grupo de naciones en desarrollo G-77 y China. THE WASHINGTON POST.- En la misma tarde de la semana pasada en que el presidente Obama iba a West Point para detallar el plan de enviar 30.000 soldados más de EEUU para combatir a los talibanes y Al Qaeda en Afganistán, los cuatro candidatos demócratas de Massachusetts con esperanzas de ganar el escaño de Ted Kennedy en el Senado se reunieron en un programa televisivo de debate. Los cuatro dijeron que se oponían a la decisión del presidente de iniciar una escalada Ecuador. ALAI Copenhague: los campesinos pueden enfriar el planeta y alimentarlo Silvia Ribeiro En las próximas semanas se reunirá en Copenhague, Dinamarca, la Convención sobre Cambio Climático de Naciones Unidas. El ambiente está caliente, tanto entre los bloques de negociadores oficiales, como en las organizaciones y movimientos, que por primera vez acudirán en decenas de miles al lugar de reunión. No es para menos, el cambio climático es devastador y sus efectos serán cada vez peores, informan los científicos. El tema toca puntos neurálgicos de la civilización petrolera, al mostrar que el sistema industrial del último siglo ha ido destruyendo la vida de la gente y del planeta, en forma irreparable si no lo frenamos ya. Pese a ello, la vasta mayoría de los gobiernos siguen empeñados en no atacar las causas reales del cambio climático, empujando en su lugar falsas soluciones, basadas en enfoques de mercado y nuevas tecnologías cada vez más peligrosas, que en lugar de mejorar la situación, la empeoran. El tema de la agricultura y alimentación es un claro ejemplo de ello. Los negociadores del cambio climático lo ven como un problema (la agricultura industrial es responsable de un altísimo grado de emisiones de gases de efecto invernadero) pero sobre todo como un campo para ampliar los mercados de carbono, paradójicamente, aumentando la agricultura industrial y sus impactos. Hay propuestas y presiones empresariales para lograr apoyos nuevos a actividades altamente destructivas social y ambientalmente, como monocultivos de árboles y soya transgénica, grandes instalaciones de cría de animales confinados, proyectos masivos de biochar o carbón vegetal (producir masa vegetal para quemarla y enterrarla como carbón en los suelos), entre otras. Al otro extremo, movimientos como La Vía Campesina, tienen claras las causas y las combaten día a día, pero también presentan soluciones: la agricultura campesina y la producción de pequeña escala puede enfriar el planeta –y lo está haciendo–, además de alimentar a la mayoría de la humanidad. Un reciente informe del Grupo ETC (¿Quién nos alimentará? www.etcgroup.org/es) analiza estos aspectos y plantea una serie de preguntas claves frente a las crisis climática y alimentaria. Por un lado, las trasnacionales nos quieren hacer creer que los sistemas alimentarios son una cadena industrial que comienza con Monsanto como dueña de las semillas en un extremo y WalMart como paradigma de los supermercados en el otro, cada vez más industrializado y centralizado. Afirman que sólo ellos podrán alimentar a la población mundial creciente y enfrentar el caos climático, con sus variedades transgénicas y producción masiva y uniformizada. Exigen que los gobiernos sigan apoyando sus patentes, sus tecnologías contaminantes y sus oligopolios de mercado, haciendo la vista gorda a los impactos climáticos y de salud que provocan –que afirman van a absorber con más tecnología, más patentes y más libre comercio. Por otro lado, la realidad es que los sistemas alimentarios del mundo no son cadenas sino redes, donde muchas personas, actividades, culturas y funciones convergen e intercambian. Más del 85 por ciento de los alimentos son producidos cerca de donde se consumen, a nivel local, regional o al menos nacional, y la mayoría gracias a campesinos y productores de pequeña escala, a indígenas, pescadores artesanales, pastores nómadas y pequeños horticultores urbanos, que en conjunto son más de la mitad de la población mundial, pero alimentan a muchísimos más y llegan a quienes más lo necesitan. Por sus formas de manejo no emiten gases de efecto invernadero sino que los absorben, ahorran agua, conservan los suelos y una enorme diversidad de cultivos, animales domésticos y peces, que son la clave de las adaptaciones necesarias frente a las crisis climáticas. Además, si se toma en cuenta todos los elementos que producen, crecen y recolectan en las pequeñas fincas y no sólo el rendimiento de un determinado cultivo por hectárea, el volumen de alimentos producidos es mucho mayor, más variado y nutritivo que en cualquier monocultivo industrial. Un artículo de Grain resalta otro aspecto fundamental, relacionado: el cuidado (o destrucción) del suelo y su relación con el cambio climático. (Cuidar el suelo, Biodiversidad 62, www.grain.org/biodiversidad/?id=459) El uso del fertilizantes químicos y otros agrotóxicos, conlleva necesariamente la destrucción de la vida microbiana del suelo y ha sido reconocido como un importante factor de emisiones de gases de efecto invernadero. Los fertilizantes sintéticos, además de lo que emiten, destruyen la capacidad del suelo de captar y almacenar carbono. El artículo presenta un cálculo cuidadoso y realista de cómo si se recupera y estimula la incorporación de materia orgánica al suelo, a partir de prácticas agrícolas, pecuarias y pastoriles de pequeña escala, con diversidad cultural, geográfica y de manejo, resultaría en una importante reducción de emisión de gases de efecto invernadero, pero además tendría el potencial de con el tiempo, absorber las dos terceras partes del exceso de gases de efecto invernadero de la atmósfera, siendo la medida más importante propuesta hasta el momento. La Vía Campesina y otros movimientos estarán en Copenhague para presentar estas realidades y confrontar a los gobiernos y empresas que quieren que sigamos creyendo que sin sus cadenas no tenemos futuro. La verdad es que solamente sin ellas podremos enfrentar las crisis en que nos han metido. ALAI. 5-12-2009 China. Diario del Pueblo Tres importantes posiciones en las negociaciones de la cumbre de Copenhague El cambio climático se ha convertido en un tema global sobre el cual cada país debe enfrentar y asumir su responsabilidad. En la próxima cumbre de negociaciones de Naciones Unidas en Copenhague habrá tres importantes posiciones sobre el tema. Debido a diferentes intereses, estas posiciones son mantenidas por tres grupos: la Unión Europea (UE); el llamado Grupo Paragua; y los países en vías de desarrollos, incluyendo al grupo de naciones en desarrollo G-77 y China. – La UE se ve a si misma como el campeón en la lucha contra el cambio climático, liderando la legislación a nivel mundial, el accionar y la tecnología en relación al ahorro de energía y la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. La UE enfatiza que EE.UU. debería asumir su parte de la responsabilidad por la reducción de emisiones. La UE ha jugado un rol activo en la formulación y adopción de la Convención Marco de la ONU sobre Cambio Climático y del Protocolo de Kioto. Sin embargo, luego de la crisis financiera la unión ha puesto freno a negociaciones, especialmente en la financiación y la transferencia de tecnología. – El Grupo Paragua es una asociación libre de países desarrollados. Sin una lista formal, el grupo incluye a EEUU, Australia, Canadá y Japón. Sus metas de reducción de emisiones a mediano plazo para 2020 son bajas y usualmente condicionadas a la participación de algunos países en vías de desarrollo. Estados Unidos es ahora menos negativo en el freno al cambio climático desde que el presidente Barack Obama asumió la presidencia, aunque su país aún se resiste a adoptar el protocolo de Kioto. El primer ministro japonés, Yukio Hatoyama, anunció una meta de reducción de emisiones de un 25 por ciento para 2020 en comparación a los niveles de 1990. Sin embargo, señaló que las metas dependerán de un acuerdo que involucre a los principales emisores. – Representantes de China, Brasil, la India y Sudáfrica, junto con Sudán, el cual ocupa actualmente la presidencia del G-77, se reunieron en Beijing en noviembre pasado y alcanzaron un acuerdo en importantes temas para las negociaciones de Copenhague. Estos acordaron que el resultado de la conferencia debería incluir una cooperación de acciones a largo plazo sobre el cambio climático, la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero, al igual que la entrega de asistencia financiera y de tecnología a los países en vías de desarrollo. Estos indicaron que los países desarrollados deberían honrar sus compromisos para alcanzar o establecer metas de mediano plazo de reducción de emisiones, y el resultado de la conferencia también debería dar suficiente atención a las preocupaciones de los países menos desarrollados, gobiernos de pequeñas islas en vías de desarrollo y países africanos. DIARIO DEL PUEBLO. 7-12-2009 EEUU. The Washington Post La otra insurgencia del Presidente David S. Broder En la misma tarde de la semana pasada en que el presidente Obama iba a West Point para detallar el plan de enviar 30.000 soldados más de EEUU para combatir a los talibanes y Al Qaeda en Afganistán, los cuatro candidatos demócratas de Massachusetts con esperanzas de ganar el escaño de Ted Kennedy en el Senado se reunieron en un programa televisivo de debate. Los cuatro –incluido el favorito en las primarias del martes, la Fiscal General del Estado Martha Coakley– dijeron que se oponían a la decisión del presidente de iniciar una escalada. Refiriéndose a la promesa de Obama para empezar a traer un número indeterminado de las tropas de "incremento" a casa en julio de 2011, Coakley dijo: “Me parece poco práctico el número de soldados que estamos enviando de más, habida cuenta de lo que pensamos sobre la misión”. "En realidad la misión no podrá ser terminada en 18 meses, para iniciar una estrategia de salida de allí". El rechazo al argumento de Obama por los candidatos en un estado abrumadoramente demócrata demuestra lo poco que el presidente ha logrado convencer a sus partidarios acerca de que tiene razón sobre la mayor decisión política de seguridad nacional de su mandato. Es sintomático de un problema mayor; Coakley y sus rivales son emblemáticos de la disidencia democrática generalizada en el Afganistán. Hay que escuchar, por ejemplo, a la presidenta de la Cámara, Nancy Pelosi, normalmente la voz principal de los programas de Obama en el Capitolio. Cuando se le preguntó en su conferencia de prensa acerca de un discurso anterior en el que alertaba que había poco apoyo para la escalada en el lado de la nave demócrata, reiteró esa opinión y añadió que quería más reuniones de información sobre los fundamentos de los planes de Obama antes de que los miembros tengan que votar la financiación de la guerra. Evitando cuidadosamente cualquier palabra que pudiera interpretarse como un apoyo a la política de Obama, dijo, "Creo que tenemos que manejarnos con cuidado, escuchar lo que presentan a continuación, y los congresistas tomar su decisión. Algunos ya las han tomado, y han sido muy claros sobre el tema." De hecho, muchos de sus aliados más cercanos en la Cámara, como la representante de Connecticut Rosa DeLauro, han declarado que se opondrán a pagar por el programa de Obama. "Será muy difícil para mí para apoyar la financiación de un mayor compromiso militar para combatir a los grupos insurgentes talibanes que están llevando la inestabilidad a Afganistán y Pakistán, en particular cuando no parece haber un socio creíble en el gobierno de Karzai y se trata de llevar la estabilidad a uno de los países más corruptos del mundo ", dijo DeLauro. Esa no ha sido una reacción universal. Los demócratas centristas y conservadores y los que sirven en el Comité de Servicios Armados tendían a apoyar más la decisión de Obama. El próximo año, cuando las tropas adicionales estén sobre el terreno y lleguen los primeros proyectos de ley, es probable que haya suficientes demócratas dispuestos a unirse a la gran mayoría de los republicanos en la financiación del aumento de Afganistán. Pero las lecciones de una guerra anterior en las tierras en Asia no se puede olvidar. Cuando Lyndon Johnson inició la escalada en Vietnam, en un principio, tanto republicanos como demócratas le dieron su apoyo, mientras la opinión pública era más favorable de lo que es ahora en Afganistán. Las deserciones se iniciaron en la izquierda democrática –la oposición a Obama es hoy más visible– y al final, la mayoría de los demócratas y muchos de los republicanos habían abandonado a Johnson a su suerte política. Un presidente que obtiene la financiación de una guerra apoyada principalmente por sus enemigos políticos y con la oposición de un gran número de miembros de su propio partido corre un enorme riesgo político. Incluso si prevalece durante un tiempo, paga un precio: la pérdida de sus partidarios más leales. Obama puede afirmar con razón que dejó en claro durante su campaña que veía una necesidad vital de luchar en Afganistán. Pero, evidentemente, no ha convencido aún a muchos de sus seguidores importantes que deben apoyar sus puntos de vista. Y nada menos que el éxito en el campo de batalla es probablemente lo único capaz de convencerlos de que tiene razón. THE WASHINGTON POST. 6-12-2009

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