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Los banqueros se hacen más ricos con la crisis

La noticia más difundida que recibimos día a día de los más ricos y poderosos a través de sus escribidores mediáticos, es que no se vislumbra ninguna posibilidad para salir de la actual crisis económica y que esta podría prolongarse inclusive hasta el 2020.

Lo confirman los gurús económicos respaldados por los premios Nobel incapaces de no sólo aportar su conocimiento para sacar al mundo de la incertidumbre y el empobrecimiento, sino que se hallan también envueltos en ocultar las verdaderas razones de la recesión y la depresión que está extendiendo sus garras cada vez con más fuerza.

La opinión de una de las mujeres más ricas del planeta, la australiana Gina Rinehart poseedora de 18 mil millones de dólares refleja claramente lo que piensan los dueños de nuestro planeta respecto al futuro modelo socio económico que se está imponiendo globalmente. Dijo la señora Rinehart que para salir adelante en la época de la crisis, la competividad económica de Australia tendría que emular a la de África. Allí los trabajadores reciben menos de dos dólares al día mientras que las autoridades australianas han sido demasiado generosas con sus obreros y empleados. Estos criticones y celosos de la riqueza de los otros deben de gastar menos tiempo en sus borracheras y reuniones sociales y en vez de esto trabajar más horas”.

Las “burbujas financieras”, la exagerada deuda soberana, el supuesto sobregasto público de los gobiernos occidentales, demasiado paternalismo del Estado, señalados día a día como las causas de la actual depresión en los Estados Unidos y en la Unión Europea por los medios de comunicación globalizados, esconden la verdadera razón de la crisis: hacer un cambio sistémico en el actual modelo económico neoliberal que actualmente impone sus leyes en el supuesto “mercado libre” y rige los destinos de la humanidad. De acuerdo al economista brasileño Franklin Serrano entrevistado por J. Lewkowitz en el diario “Página 12” de Argentina, dice que el debacle económico europeo tiene un carácter político y que detrás está la necesidad de los sectores dominantes de profundizar las reformas neoliberales y reducir salarios a nivel mundial.

Dice Serrano que “la idea explícita en Europa es desmontar los Estados de Bienestar en la periferia. Pero el objetivo final es terminar con ellos en los países del centro. El problema de Angela Merkel no es el trabajador griego, es el trabajador alemán. Las elites europeas quieren una fuerza de trabajo más barata, obediente, sobre todo blanca, porque no quieren depender de los inmigrantes para la reducción del costo de trabajo. Por eso, nada mejor que una periferia que presione la baja de los salarios, presión que en algún momento se trasladará a los países del centro”.

La reciente encuesta del periódico alemán “Suddeutche Zeitung” sobre “La Pobreza y la Riqueza” en Alemania, que se realiza cada cuatro años, reveló un creciente vacío entre los ricos y los pobres que ya “empieza a peligrar la cohesión social en el país”. Resulta que cuatro millones de alemanes trabajan por menos de 7 euros la hora en vez de 29 euros como promedio en el país, lo que no alcanza para la canasta familiar. Sin embargo, precisamente la actual política del gobierno alemán está favoreciendo a este proceso por mucho que hable Angela Merkel sobre intentos del Estado para proteger los intereses de los trabajadores. Actualmente un 40 por ciento de las corporaciones nacionales industriales se han ido a los ex países socialistas donde la mano de obra es mucho más barata.

Polonia es uno de estos países de periferia que sirve de “refugio” financiero para los empresarios alemanes y, en especial, a los banqueros. Más de 6,000 empresas alemanas han echado sus anclas en Polonia y la inversión alemana representa un 21 por ciento de todas las inversiones extranjeras en el país. A la vez Polonia absorbe el 26 por ciento de las exportaciones alemanas. Los datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OECD) muestran un estable crecimiento económico pero no presenta la otra cara de la moneda. El 13 de los 38 millones de polacos son pobres y solamente 1,6 millones reciben ayuda del gobierno. El porcentaje de niños que viven por debajo del umbral de la pobreza alcanza un 30 por ciento y uno 60 por ciento de alumnos escolares no tiene cómo pagar el comedor.

Si este país se considera por la poderosa troika: el Banco Central Europeo (BCE), la Comisión Europea (CE) y el Fondo Montario Internacional (FMI) como un ejemplo de afrontar la crisis, ya podemos imaginar cómo está la situación en Grecia, España y Portugal. Sus presidentes de turno, como el español Mariano Rajoy, prometen que a largo plazo la economía mejorará olvidándose de la frase que frecuentemente usaba John M. Keynes cuando escuchaba hablar sobre esos planes a largo plazo: “a largo plazo todos estaremos muertos”. La realidad es completamente diferente y no incentiva pronósticos positivos. Los europeos y sus controladores norteamericanos no tienen o simplemente no quieren encontrar la solución sin hacer antes cambios estructurales dentro de su modelo neoliberal (…)

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