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Las conversaciones difundidas en el juicio al ex presidente de la Generalitat Valenciana, Francisco Camps, son relevantes no tanto por poner de manifiesto su culpabilidad en el «caso de los trajes» sino por evidenciar la vergonzosa servidumbre de todo un presidente de una de las principales autonomías a un mafioso de baja estofa.
Álvaro Pérez, El Bigotes, presunto cabecilla de la trama Gürtel, al que llama “amiguito del alma”, le agradece “los detallitos” y se confiesan “lo mucho que se quieren”.
Pero si esta es su actitud con “El Bigotes” ¿qué no habrá pasado con los grandes poderes financieros extranjeros y nacionales?
Porque no nos engañemos, ¿qué importan los trajes de Camps cuando se ha dejado una comunidad saqueada, técnicamente en quiebra y con la mayor deuda de España? ¿Dónde han ido a parar los miles de millones de euros recaudados a los valencianos y los 62.000 millones que se deben al Deutsche Bank, al BNP Paribas, al HSBC y a la banca española?
Desde luego no a la banda de chorizos de la Gürtel y el Bigotes, sino a la gran banca extrajera y nacional, las grandes empresas de la construcción y los organizadores los “grandes eventos”. Cuanto más le reían los comportamientos de “nuevo rico”, más aumentaba su sumisión y el saqueo del dinero de los valencianos sepultado en megaproyectos como Terra Mítica, la Ciudad de la Luz, las obras del puerto de la Copa de América, el aeropuerto de Castellón, etc. etc.
Ha bastado que se dejara a deber un solo plazo de 123 millones de euros al Deustche Bank para que el nuevo presidente de la Generalitat cambiara los presupuestos autonómicos aprobados diez días antes, introduciendo un nuevo recorte de 1.000 millones de euros (en sanidad, al sueldo de los funcionarios, en educación…) que garantice que la gran banca cobra. ¿En manos de qué clase de peleles estamos, que abren indignamente la puerta al saqueo de nuestros bolsillos?