Islandia crece, España se hunde

Lo que suma y lo que resta

De un lado, la comisión europea acaba de hacer público que Islandia creció el pasado año el triple que la media europea. Y volverá a hacerlo en 2012 y 2013, gracias sobre todo a la creación de empleo. Por otro, todos los organismos económicos, nacionales e internacionales anuncian una profundización de la recesión en España, y señalan que el draconiano paquete de recortes y ajustes causará más paro y hundirá el crecimiento.

Unos crecen y otros se hunden. Unas políticas suman y otras restan. Islandia crece, y a buen ritmo, después de haberse negado a rescatar con dinero público a la banca, enjuiciar al antiguo primer ministro, encarcelar a los banqueros responsables de la crisis y no haber aplicado ni uno solo de los recortes que le exigían Bruselas y el FMI. En España, por el contrario, antes Zapatero y ahora Rajoy tienen como “prioridad absoluta” cumplir las exigencias de Washington y Berlín, aunque ello suponga hundir la economía del país, llevar el número de parados hasta una cifra cercana a los 6 millones, desmantelar la sanidad y la educación pública e impedir la recuperación y el crecimiento económico durante muchos años.Cuando los medios de comunicación españoles especulaban sobre el alcance de las medidas del nuevo gobierno, y aun antes de que fueran conocidas por muchos de los miembros del consejo de ministros, Rajoy ya había comunicado su contenido al ministro de finanzas alemán, Wolfang Schäuble, para obtener su plácet. Pero Bruselas y el FMI no se conforman, y cada vez exigen más. «El draconiano paquete de recortes causará más paro y hundirá el crecimiento» En el debate de investidura, Rajoy anunció recortes por valor de 16.500 millones. Una semana después, el primer consejo de ministros lo elevaba a más del doble. Y ahora, apenas 48 horas después de que la agencia de calificación norteamericana Moody´s exigiera un ajuste de 40.000 millones, Rajoy comunicaba a su grupo parlamentario que este será el volumen definitivo de los recortes.40.000 millones de euros que ya se están traduciendo en prácticamente todas las Comunidades Autónomas en recortes en la sanidad pública, despido de médicos, enfermeras y personal sanitario interino, cierre de ambulatorios y quirófanos, alargamiento de las listas de espera, incluso para los enfermos aquejados de cáncer. Empezó Cataluña, pero Galicia, Murcia, la Comunidad Valenciana,… ya han empezado a seguir el mismo camino. Los primeros informes sobre el paquete de recortes y subida de impuestos afirman que costarán a cada contribuyente, como mínimo, 700 euros al año. 700 euros salidos del bolsillo de cada familia española cuyo primer destino, sancionado por la reforma de la Constitución, será pagar a la gran banca los intereses de la deuda pública.3,5 millones de jubilados perderán este año poder adquisitivo, a pesar de la actualización de sus pensiones, gracias a la subida del IRPF. Decenas de miles de trabajadores públicos eventuales ven peligrar sus puestos de trabajo, mientras la CEOE presiona para introducir en la nueva reforma laboral un despido todavía más barato, la desvinculación de la subida de los salarios de la inflación y libertad de las empresas para descolgarse de los convenios colectivos y aplicar el suyo propio. «La defensa de la soberanía nacional es el primer paso para salir de la crisis» ¿Y todo esto para qué? En pocas palabras, para que la banca nacional y extranjera se haga de oro recibiendo dinero ilimitado del Banco Central Europeo al 1% de interés, e invirtiéndolo en comprar deuda pública por la que cobra intereses del 4, el 5 o el 6%. Y para que monopolios y multinacionales puedan reponer su tasa de ganancia sobre la base de rebajar salarios, flexibilizar plantillas y abaratar el despido. Para que unos pocos sumen nueva riqueza y multipliquen sus beneficios, a los demás nos restan salarios y rentas.Soberanía y crecimientoLas diferencias entre la situación de Islandia y la de España muestran claramente, para quien quiera verlo, que la defensa de la soberanía nacional, la conquista de la necesaria autonomía para poder decidir por nosotros mismos la política que nos interesa es el primer paso para poder salir de la crisis.Si allí han podido empezar a salir de una crisis que hundió al país a niveles nunca vistos es porque el pueblo islandés, en lugar de arredrarse antes las presiones, chantajes y amenazas de las grandes potencias, se negó a que el FMI, Bruselas o la City londinense les impusieran lo que debían hacer, levantando con decisión y consecuencia la bandera de la defensa de la soberanía nacional y popular. Esta es la lección, de un valor incalculable, que un pequeño país como Islandia nos ha dado.Y que podemos hacer extensible al resto de países del mundo que crecen. Brasil, Ecuador, Argentina, Turquía, China, la India,… En cada uno de ellos encontramos en la base de su extraordinario ritmo de crecimiento y desarrollo económico un mismo factor: el grado de independencia política, la capacidad de defensa de su soberanía nacional y la autonomía de las grandes potencias mundiales de la que se han dotado para poder aplicar políticas económicas opuestas a las que a nosotros nos dictan el FMI y Bruselas. Nos dicen que de intentar llevar una política de este tipo estaríamos condenaría a abandonar, o ser expulsados, del euro. Pero, ¿acaso Inglaterra, Dinamarca o Suecia, tres de los países más prósperos de Europa, no pertenecen a la UE sin formar parte del euro? Nos machacan con la idea de que esto es impensable porque fuera del euro “no hay vida” ni existe futuro. Pero lo que estamos comprobando es que este euro, bajo hegemonía germana, no nos depara otra cosa que paro y empobrecimiento, condenando a varias generaciones a un futuro miserable. Y a España a una degradación en la jerarquía europea que supone un saqueo permanente y una transferencia masiva de riqueza hacia Berlín, París y Washington. De seguir así las cosas no tardará en llegar el momento en que el debate sobre lo que hasta ahora parecía impensable, la salida de España del euro, empiece a abrirse paso en la sociedad. Y entonces habrá que sopesar detenidamente los pros y los contras de permanecer bajo el peso de una moneda única que nos encorseta y estrangula, imposibilitando nuestra capacidad de crecimiento y desarrollo autónomo.

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