Lo que no se debe tocar

Para que haya corrupción hacen falta corruptores, corrompidos y un Estado que aliente la corrupción

Francisco Correa Sánchez, supuesto cabeza visible de la Trama Gürtel, ha acusado el pasado 17 de Octubre a las empresas constructoras Dragados (actualmente filial de ACS), OHL y ACS de pagar numerosas mordidas para obtener contratos de obras públicas. Su abogado solicitó que los presidentes de ambas constructoras, Florentino Pérez y Villar Mir acudieran como testigos para responder de estas acusaciones. Tras varias horas de deliberación, el tribunal decidió no llamar como testigo a ninguno de los mencionados.

La excusa que el presidente del tribunal Ángel Hurtado para que no fueran llamados a declarar ninguno de los dos empresarios ha sido textualmente que “aquí no pintan nada”, a pesar de que ese es un juicio para investigar el caso Gürtel. Según él, y los fiscales anticorrupción que lo avalan, las acusaciones que dio el imputado Francisco Correa eran “genéricas” y faltas de la suficiente “concreción” como para tenerlas en cuenta, algo paradójico ya que la misma fiscal no quiso preguntar en profundidad sobre el asunto cuando Correa sacó el tema. Sabemos de sobra la catadura moral de un personaje como Correa, pero otras veces que ha acusado a políticos y ministros, sus declaraciones han sido tomadas en cuenta ¿Por qué no se hace eso ahora? ¿Cómo es que en este caso no se inicia, aun siquiera una investigación preliminar para verificar la veracidad o no de sus palabras?

La respuesta es simple: para que haya corrupción en un país, se tienen que dar tres elementos completamente inseparables el uno del otro. El primer elemento es el corruptor, alguien que decida pagar. El segundo elemento es el corrompido, un político que decida cobrar y aceptar lo que las empresas corruptoras le proponen. Recordemos que Francisco Correa está imputado de ser un intermediario entre estos dos elementos. Pero hay un tercer elemento que también es indispensable: hace falta un Estado que legisle y actúe para que no se investigue ni se acabe con la corrupción. Eso es lo que ocurre en España, y la acción del tribunal frente al testimonio de Correa es sólo una prueba más. Se puede perseguir al pequeño intermediario, porque fácilmente se puede encontrar a alguien que le sustituya, e incluso al político de turno cuando ya no les sirve ¿pero atacar a los corruptores? Para eso no está la justicia, eso es algo que no se puede tocar. Al menos, no ésta justicia, que deja bien claro a quien de verdad sirve.

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