SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Lo que Deloitte calló o no aclaró en el caso Bankia

Llegó el gran día. Se agotaron las entradas en taquilla para ver la actuación más esperada de todas las declaraciones del denominado Caso Bankia. El auditor Francisco Celma, todavía socio de Deloitte, se enfrentaba, en calidad de testigo, al nido de avispas en que se ha convertido el juzgado que preside Fernando Andreu. Difícil papeleta tenía el miércoles pasado el socio responsable de todo el área financiera de una de las auditoras más importantes de España. Por un lado, debía explicar por qué no firmó las cuentas de BFA-Bankia. Por otro, no apuntar al ministerio de Economía, que luego pasa factura. Quedar bien con José Ignacio Goirigolzarri, y al mismo tiempo no negarse a si mismo porque el ejemplo que daría a todas las grandes empresas que tienen contratados sus servicios – entre ellas PRISA, ojo al dato- podría ser demoledor, en términos de inseguridad, cuando no de frivolidad.

Francisco Celma y sus abogados hicieron lo increíble: sacaron un conejo de la chistera bajo el rocambolesco argumento de que no presentaron el informe correspondiente del auditor porque nunca le entregaron las cuentas firmadas. ¡Olé, olé y olé y que viva el realismo mágico y los abogados con salero!.

¿Nos quiere hacer creer el auditor que un Consejo de Administración, en realidad dos, se reúnen para formular cuentas, las aprueban y ¿no las firman?. O si las firman, el secretario general -o a quien corresponda- no se las dan para así jugar al ratón y al gato y vacilarle un poco, ya que las cosas estaban para cachondeos? Y, además, ¿Deloitte no las pide en momento alguno, ni lo refleja por escrito, ni por otro medio? ¿Nos quiere hacer creer Francisco Celma y Deloitte que una auditoría de la envergadura de un banco de más de 300.000 millones en activos, empieza en el momento que se reciben formalmente las cuentas?

Está bien. Soy un necio. He decidido creerle. La gente no miente y un auditor jamás osaría hacerlo dada la repercusión que tendría para su nombre y el de su firma. Todo debe tener una explicación. Sin embargo hay algunas cosas que no encajan. Pero que a un norteño tozudo no le entre en la mollera algo no quiere decir nada. Tampoco entendía lo de las subprime y miren como ha acabado.

Supongamos que las afirmaciones de Deloitte son ciertas y que él advirtió la existencia de problemas a los miembros del Comité de Auditoría, a los ejecutivos de Bankia-BFA y a las entidades supervisoras. Eso lleva a plantearse algunas dudas razonables cuando no contradicciones que por su gravedad sólo me atrevo a dejar en el aire, evitando juicios de valor:

1. ¿Mintieron en sus declaraciones ante el juez Andreu los miembros de los Comités de Auditoría de BFA y de Bankia?

2. ¿Ocultaron los miembros de los Comités de Auditoría de BFA y Bankia la falta de cuentas firmadas a sus respectivos consejos der administración?

3. ¿Se ha excluido intencionadamente de las actas de los consejos de administración de BFA-Bankia este aspecto y lo han aceptado los más de 30 consejeros involucrados?

4. ¿Por qué lo que ahora manifiesta Celma no fue señalado públicamente y por escrito como era su obligación y no está reflejado en su informe de auditoría de mayo de 2012 referente al ejercicio 2011?

5. ¿Por qué, si la presencia de Deloitte en BFA y Bankia era permanente, no hizo ninguna manifestación en contra del informe del tercer trimestre del 2011 y del segundo semestre de 2011?

6. ¿Por qué en el Consejo de 25 de mayo de Bankia sólo se refirió a las provisiones extraordinarias para sanear inmuebles y créditos anteriores al ejercicio 2011 por importe de unos 4.600 millones y no dijo nada más?

7. ¿Por qué si no podía hacer su trabajo y no le invitaban a los Comités de Auditoría no se dirigió a los miembros de los Consejos de Administración, al Secretario General, Miguel Crespo, al Interventor General del Banco, Sergio Durá, al presidente Rodrigo Rato, al Consejero Delegado, Francisco Verdú o, incluso, a las entidades supervisoras denunciando su situación?

8. ¿Por qué no existe un solo documento que refleje esta circunstancia ahora conocida?

9. ¿Por qué su declaración ante el juez Andreu se contradice con su informe escrito de mayo de 2012 y con sus declaraciones en el Consejo de 25 de mayo de 2012 en el que afirmaba que no tuvo participación importante en la elaboración de un plan de saneamiento ampliado destinado al BdE y que acompañó al presentado al regulador para cumplir con los requisitos legales?.

10. ¿Por qué señaló en abril de 2012 que con 7.000 millones adicionales no había objeciones para firmar las cuentas y ratifica en la Audiencia Nacional que no hubiera puesto ningún problema y luego dice que el plan del Banco de España, que recogía estas circunstancias, era insuficiente?

12. ¿Cómo es posible que todos los problemas de la matriz BFA por sus créditos fiscales y por la valoración de su participación en Bankia y todos los problemas en Bankia por la presunta falta de información se solucionaran con los 7.000 millones en abril y luego, al reformular cuentas aceptara los nuevos números que le propone la dirección de Bankia?

Como ven, Deloitte y Celma, Celma y Deloitte, -la auditora que heredó gran parte del negocio de Arthur Andersen tras su desaparición por el escándalo de la empresa Enron-, tienen un problema laberíntico.

Alguien miente y salir del lío en el que se han metido no será fácil. Tal vez su apreciación de los hechos sea real en contra de la versión de todos miembros de los Comités de Auditoría, de los Consejos de Administración, de los ejecutivos, de los supervisores, de las actas, de los informes escritos, de los correos electrónicos y de las declaraciones del auditor e interventor que figuran en el acta del Consejo de Bankia de 25 de mayo.

Tal vez sea real que, en contra de lo manifestado por el propio abogado de Bankia, Antonio Zafra, el viernes pasado, al afirmar que «ni en actas ni en comités se dice que vaya a haber informe con salvedades», Deloitte lo tuviera en mente.

Pero aquí, la única verdad es la que reveló también el letrado de Bankia en su declaración tras ser interpelado por el juez: «¿Ha requerido por escrito el auditor las cuentas si en el contrato debe entregar el informe antes del 30 de abril? Respuesta: «No me consta que se haya puesto en contacto».

Es decir, que Deloitte cobró 5,9 millones por una auditoría que no entregó, alegando que tenía de plazo hasta el 31 de mayo, un mes antes de la junta general. Sin embargo, en estos casos de duda la ley mercantil refleja que manda siempre el compromiso reflejado en el contrato cuya fecha límite era 30 de abril.

Conclusión: Deloitte tenía que haber emitido su informe antes del 30 de abril y ahora no encuentra manera de justificarlo. ¿Por qué? Los más malpensados apuntan al Ministerio de Economía y una posible estrategia para alargar plazos hasta que BFA-Bankia traspasase el mes de abril sin presentar cuentas y tener así un motivo para intervenir a la entidad. Y, de ser así, ¿por qué y para qué?

Yo jamás me atrevería a ir tan lejos. Simplemente expongo los hechos y sus contradicciones. La conclusión se la dejo a usted, amable y paciente lector. Pero creo que Deloitte, como el alcalde de Bienvenido Mr. Marshall, «nos debe una explicación».

Deja una respuesta