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Lo de Cataluña comienza a preocupar en Europa

La sorpresa y el desconcierto con los que el Gobierno acogió el martes el sucedáneo de referéndum (en realidad un referéndum de juguete) convocado por Artur Mas utilizando, además, una fórmula que nadie dentro del equipo gubernamental se esperaba, y cambiando la consulta por algo parecido a una “participación ciudadana”, han siso substituidos horas más tarde por la tranquilidad, tranquilidad que han dado los abogados del Estado de que es posible recurrir, aunque ni siquiera haya ningún tipo de decreto de convocatoria firmado por el Presidente de la Generalitat.

Los nervios del martes han sido substituidos por el sosiego del miércoles, y el propio Rajoy en el Parlamento, en la sesión de control al Gobierno, ha asegurado que para la nueva situación que se ha creado, sólo hay el camino de la Ley y el diálogo, poniendo en esta ocasión el acento, según algunos observadores, más en el diálogo que en la Ley. “No sé qué se ha anunciado para el día 9, pero si vemos que hay cosas que vayan contra la legislación tendremos que recurrir como en muchas ocasiones recurren otros Gobiernos o recurren los ciudadanos. Para eso están los tribunales, tanto el Constitucional, como el resto”.

Por si quedara alguna duda, ya en los pasillos del Congreso, añadía que se acababa de abrir “un camino para hablar, para dialogar y no para tomar decisiones unilaterales” y que, lo realmente importante era la suspensión de la consulta independentista del 9N. El Presidente reiteraba que la renuncia de Artur Mas a celebrar la consulta, de acuerdo con los artículos de la ley de Consultas anulados por el Tribunal Constitucional era “muy positiva” y representaba “un triunfo de la democracia”.

Lo que a estas alturas resulta evidente es que el referéndum prometido, una y mil veces por el señor Mas, no se va a celebrar porque es ilegal, según el Tribunal Constitucional; que ante esa ilegalidad, Mas se ha sacado de la manga un sucedáneo que está a punto, dentro y fuera de España, de convertirse en un gran ridículo; que para salvar la cara el señor Presidente ha roto el bloque soberanista ya que ni Esquerra ni Iniciative-Verds, ni la CUP, están de acuerdo con esa peculiar fórmula; que el pacto que le permite gobernar a Convergencia i Unió con el apoyo de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), está pendiente de un hilo y se puede romper en cualquier momento; que ha defraudado a una mayoría de catalanes que creían en él, y que por esa propuesta que supone una auténtica frivolidad, han empezado a dudar de todo, y que dejar el sesudo referéndum en manos de la Asamblea Nacional de Cataluña (ANC) y en Ómnium Cultural, es una simple excusa para sacar a la gente a la calle, sin posibilidades de control ya que ambas instituciones, subvencionadas por la Generalitat, están dispuestas incluso a llevar las urnas a casa de los votantes más partidarios.

La misma sorpresa que la propuesta de Mas ha producido a nivel nacional, se ha producido a nivel internacional, donde la mayoría de los medios, se dividen en los que piensan que Rajoy y Mas no tienen más remedio que entenderse, si no quieren evitar un grave conflicto en una de las naciones más antigua de Europa y los que piensan que la última salida del Presidente de la Generalitat del sucedáneo de lo que llaman “encuesta o sondeo” es “ridícula, absurda y belicosa”.

Son los periódicos alemanes los que tratan el conflicto con mas extensión hasta el punto que el periódico Frankfurrter Rundschau sostiene que “los gobiernos europeos deberían lanzar señales hacia los catalanes de que nunca aceptarían una declaración unilateral de independencia, y por el contrario, empujarles a negociar con Madrid para superar su malestar por una vía que no sea la secesión. Una desintegración de España no sería una buena noticia para Europa”.

“Pero la peor de las noticias – parece completar la crónica de la situación el Frankfurter Allgemaine Zeitung – sería que Europa no se interesara por esa posible desintegración. Fuerzas sensatas en Cataluña no deberían optar por la tozudez, sino buscar un compromiso políticamente aceptable junto al Gobierno central español. Madrid, por su parte, no debería hacerse ilusiones: las fuerzas decisivas en Cataluña no renunciarán al deseo de independencia. Al contrario: podría ser el inicio de una radicalización”.

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