Detrás de cada red...

Libertades dirigidas

Recientemente uno de los periódicos de mayor tirada nacional titulaba así­ una noticia en portada: «El siglo XXI ya tiene su revolución», haciendo referencia a las rebeliones en los paí­ses árabes y dando un especial protagonismo en ellas a las redes sociales. ¿Cuál es el papel que realmente cumplen estas «redes» en Túnez, Egipto, Yemen… o Libia?

“Por rimera vez en la historia de la humanidad casi toda la humanidad es políticamente consciente, está activa e interactuando políticamente… El resultado del activismo político mundial está generando un aumento en la búsqueda de la dignidad personal, el respeto cultural y oportunidades económicas en un mundo dolorosamente marcado por los recuerdos de largo pasado colonial o imperial, y la dominación de siglos… Estas energías trascienden las fronteras soberanas y representan un desafío tanto para los Estados existentes, así como para la jerarquía global existente, sobre la que Estados Unidos aún reposa […] El mundo, las grandes potencias nuevas y viejas, también se enfrenta a una realidad nueva: mientras que la letalidad de su poderío militar es mayor que nunca, su capacidad para imponer el control sobre el despertar político de las masas del mundo se encuentra en un mínimo histórico. Para decirlo sin rodeos: en los primeros tiempos, era más fácil controlar un millón de personas que matar físicamente a un millón de personas, hoy, es infinitamente más fácil matar a un millón de personas que controlar un millón de personas.” Estas palabras no son de ningún activista civil, ni mucho menos, son de Ingrid Brzezinski en un congreso en Montreal, uno de los principales asesores del Pentágono y del gobierno norteamericano… un viejo conocido. EEUU es muy consciente de los nuevos retos que implica la situación actual de crisis imperial, y de las nuevas herramientas de las que dispone. Se puede decir más alto, pero no más claro. Las redes sociales se han convertido ya en una plataforma estratégica fundamental para la superpotencia en varios sentidos. En primer lugar como aparato de intervención. Tal y como expresa Brzezinski, la disidencia y la protesta son parte de la realidad actual, y no suponen una amenaza en tanto no cuestionen la arquitectura fundamental. Por lo que el objetivo norteamericano no es reprimir la disidencia, si no es necesario, sino manipularla fijando su orientación y límites. En segundo lugar como medio de control, es decir, las redes sociales sirven de radiografía social que permite saber en todo momento quién es quién, y quiénes son sus “amigos”. Lo que conlleva inevitablemente, como se hiciera en la Conferencia de Berlín en 1895 con el reparto del mundo, la regulación interna del “mercado”. Lo que nos lleva al tercer aspecto de las redes sociales: como negocio. Las redes sociales son, hoy en día, una fuente gigantesca de ingresos y de “encuadramiento de clientes” – control de mayor cuota del mercado -, sobre la que aumentar los recursos que les permitan acaparar mayores cuotas de la plusvalía mundial. Las “revoluciones árabes” han puesto de manifiesto, como nunca antes, el papel de las redes sociales y su verdadera naturaleza. El objetivo que perseguimos en estas páginas es acercarnos a esta realidad mostrando que, en última instancia, cualquier aparato de intervención norteamericano no hace más que sostenerse sobre la punta del fusil y, en este caso, preparar la llegada de los tanques. Dirigen las libertades, pero nunca de forma “amable”. Siempre hay un cañón detrás que les permite ser lo que son. El rastro del Tio Sam El movimiento de protesta que se ha despertado en todo el norte de África y parte de Oriente Medio tiene sus bases, evidentemente, en la respuesta de millones de personas ante una situación insostenible en sus condiciones de vida, y en regímenes dirigidos por déspotas, títeres post-coloniales de profundos lazos con Francia y fidelidad norteamericana. Y por eso deben recibir todo el apoyo de cualquier revolucionario y demócrata del planeta. Pero también es indudable que es la firma de EEUU la que rubrica las “revoluciones árabes”, buscando canalizar el descontento y la rebelión. No es el caso ni el ámbito detenerse en esta cuestión, pero sí es necesario apuntalar algunos hechos para justificar el tema que nos ocupa: “En agosto del pasado año, Obama ordenó a sus asesores un informe secreto para identificar probables focos de conflicto en la región, y estudiar cómo EEUU podía impulsar el cambio político en unos Estados que son valiosos aliados de Washington. El informe era concluyente: un amplio conjunto de países en la zona “estaban maduros para la revuelta popular” y EEUU debía saber combinar sus intereses estratégicos con el recambio de unos regímenes dictatoriales que sólo podían conducir a una más amplia y peligrosa inestabilidad. Especialmente en Egipto, el país clave para la seguridad de Israel, el control del canal de Suez y el liderazgo demográfico, político y militar sobre el conjunto del mundo árabe.”, A. Lozano en deverdaddigital.com. A partir de ese momento se decide tomar algunas medidas de prevención. Tal y como denuncian varias asociaciones de derechos civiles norteamericanas, una de las medidas pasó por reclutar 60 personalidades capaces de sustituir a Ben Ali en el gobierno de Túnez, y ponerlas a sueldo después de un entrenamiento de tres meses en Fort Bragg, en Carolina del Norte. Inmediatamente después del estallido de las protestas en Túnez, EEUU inicia una campaña mediática dirigiendo la atención sobre la corrupción, la falta de libertades y los problemas sociales, borrando toda referencia que pudiera apuntar a la responsabilidad de EEUU en la imposición del gobierno de Ben Ali en los últimos 23 años. Nessma TV juega un papel fundamental en la oposición al régimen durante esos días. La cadena tunecina es propiedad del grupo italo-tunecino de Tarak Ben Ammar y Silvio Berlusconi. Valga la mención del papel fundamental que está jugando actualmente el gobierno italiano en el aislamiento internacional de Gadafi. Al mismo tiempo especialistas estadounidenses, alemanes, y serbios, presentes en otras “revoluciones de colores”, como la ucraniana, son enviados a Túnez siguiendo la orientación de la Albert Einstein Institution, de Gene Sharp – el gurú de la “no-violencia”-. Orientación basada en dirigir la opinión pública sobre el dictador y la “desobediencia civil”, y no sobre el futuro político del país y el contenido de la alternativa. El término “Jasmine Revolution” empieza a ser difundido en toda la prensa, despertando las denuncias de las organizaciones anti-imperialistas del país. Éste es el término que la CIA utilizó ya en 1987 para imponer el gobierno de Ben Ali. Tras la retirada del dictador las piezas empiezan a ser colocadas estratégicamente: Moufida Tlati, delfín de Tarak Ben Ammar, pasa a ser Ministra de Cultura, Ahmed Nejib Chebbi, formado en la National Endowment for Democracy – a la que nos referiremos después – ocupa el cargo de Ministro de Desarrollo Regional, y Slim Amanou, becario del Albert Einsten Institute, es nombrado Ministro de Juventud y Deportes. Actualmente EEUU, apoyado por los vínculos franceses, diseña la arquitectura del gobierno haciendo malabarismos. Dos ejecutivos ya han sido depuestos. Todos estos movimientos son auspiciados por Jeffrey Feltman, secretario adjunto de Estado de EEUU, que viaja cuatro días después de la huida de Ben Ali a París, para dejar claro a Francia que son ellos y no la antigua metrópolis colonial quienes dirigirán el proceso, y se convierte en el primer funcionario extranjero en entrar en el país tras la revuelta. La secuencia se repite en Egipto de otra manera, pero con las mismas huellas. Un día antes de la dimisión del dictador egipcio Mubarak, ésta es anunciada por León Panetta, director de la CIA, ante la prensa norteamericana. Pese a que Obama ha insistido en la amenaza islamista, los mismos Hermanos Musulmanes sirvieron en su fundación en 1940 como elemento de presión británica sobre Nasser y su defensa de la soberanía nacional. En la crisis egipcia, los Hermanos Musulmanes se han apresurado a apoyar a Baradei, en los hechos, “la opción yanqui”, un cuadro formado en EEUU dirigiendo empresas norteamericanas y ejerciendo después como funcionario de la ONU. Crea la enfermedad e impón la cura Esta estrategia forma parte de una larga trayectoria de “auto-ataques”, consentidos u organizados, en la historia de EEUU. Solo que adaptada a los nuevos tiempos. Según organizaciones civiles norteamericanas el Departamento de Estado la ha bautizado como “el nuevo Pearl Harbour”. Y su buque insignia es WikiLeaks, paradigma de la estrategia norteamericana en la red. Las denuncias dentro de las fronteras norteamericanas, de organizaciones como cryptome.org, naturalnews.com o ciaramc.org, señalan a WikiLeaks como una iniciativa “perfecta” con un doble objetivo: Desviar la atención de las “actividades más negras”, y justificar el recorte de las libertades civiles, en la línea de la Ley Patriot. Hoy en día, denuncian, ya existen webs en las que al intentar acceder uno se encuentra con un aviso del Departamento de Seguridad Interior. En el centro de las denuncias se coloca a David Sanger y Jacob Appelbaum, portavoces de WikiLeaks. Sanger es miembro del Consejo de Relaciones Exteriores del gobierno norteamericano, y del Grupo Estratétigo del Instituo Aspen, conocido por su actividad en la formación de “tiburones” de Wall Street, y al que pertenecen, entre otros, Madeleine Albright o Condoleeza Rice. Appelbaum es miembro del laboratorio de Investigación Naval de EEUU, para el Proyecto Tor – The Onion Router -, basado en la elaboración de sistemas de encriptación capaces de acceder a ordenadores y actuar en redes sin que pueda identificarse el IP de origen (el D.N.I de cada ordenador). El sistema de relaciones de WikiLeaks pasa por el Frontline Club de Londres, dirigido por Lockhart, un importante cuadro de la OTAN, y el Carlyle Club (gestores, por ejemplo, del patrimonio de los Bush), ligado al multimillonario Georges Soros. Este “filántropo” publicó su propio “manual de negocios” en el que reconocía haber trabajado para la CIA en el proceso de desestabilización de las repúblicas ex-soviéticas y de los Balcanes. Como casi todo, cuando hablamos de EEUU, esto no es nuevo. Las nuevas estrategias norteamericanas están enmarcadas en la herencia de la operación “Mocking Bird” que inauguró en 1950 la Oficina de Proyectos Especiales de la CIA, y a través de la que cientos de periodistas en EEUU y en el extranjero fueron reclutados con el objetivo de dirigir la opinión, desde uno u otro lado de la “trinchera”. De manera que EEUU se presentan en ambos lados de la opinión, actuando como pirómanos y bomberos al mismo tiempo, formando ejércitos de cuadros “civiles” – “defensores de las libertades” – que actúan en los frentes que la situación exija. Internet es un campo de batalla más. Entre otras cosas porque el hecho de que tanto Ben Ali, como Mubarak, o Gadafi, hayan “apagado” la red, no ha significado que la frenética actividad norteamericana haya cesado. La casa de la libertad Las mismas organizaciones civiles que antes mencionábamos, han puesto la atención sobre las relaciones, públicas por su puesto, de WikiLeaks con The Freedom House (“la casa de la libertad”), a quiénes han solicitado asesoramiento en repetidas ocasiones. The Freedom House fue fundada en 1941 y es una de las piezas más antiguas de intervención de EEUU en el mundo. Está incluida en la “rama social” de la CIA, la National Endowment for Democracy – NED -, ligada a la Agencia Norteamericana para el Desarrollo Internacional – USAID – y al CFR – Council Foreing Relations -, encargado de la dirección de las relaciones exteriores norteamericanas. En los últimos años, y especialmente en los últimos meses, The Freedom House ha estado involucrada en la formación de activistas civiles en Oriente Medio y Norte de África, poniendo énfasis en la actividad en Egipto. Entre sus objetivos se incluye “proporcionar formación avanzada en la movilización ciudadana, el pensamiento estratégico, nuevos medios de comunicación, promoción y divulgación. Para potenciar una nueva generación de activistas”, a través de becas que permiten a los activistas adquirir “habilidades en la movilización cívica, liderazgo y planificación estratégica. Se benefician de las oportunidades de creación de redes a través de la interacción con los donantes con sede en Washington, las organizaciones internacionales y medios de comunicación” Tal y como explican en su página web “los becarios visitantes de todos los grupos de la sociedad civil recibieron una atención sin precedentes y el reconocimiento, incluidas las reuniones en Washington con el Secretario de Estado de EE.UU., el asesor de Seguridad Nacional, y miembros prominentes del Congreso. […] Después de regresar a Egipto, los becarios recibieron pequeñas subvenciones para poner en marcha iniciativas innovadoras, como la defensa de la reforma política a través de Facebook y mensajes SMS” además de asegurarles “apoyo y asesoramiento” desde Europa y USA. “Cada investigador visitante fue emparejado con un miembro del Comité de Solidaridad Internacional (ISC), una prominente figura pública en Europa o los EE.UU., que proporciona apoyo y asesoramiento para el joven líder.” Entre el año 2008 y el 2009 los activistas egipcios se han reunido con Condoleza Rice, Hillary Clinton, y en mayo del 2009 con Jeffrey Feltman, director de orquesta, arriba mencionado, del “proceso de transición” tunecino y egipcio. En febrero y marzo del año pasado la Freedom House recibió a once bloggers de Medio Oriente y del Norte de África en Washington: “El viaje de estudio proporciona a los bloggers formación en seguridad digital, vídeo digital, desarrollo de mensajería y cartografía digital. Los becarios también participaron en una sesión informativa del Senado, y se reunieron con altos funcionarios de USAID, y el Congreso del Estado, así como con medios de comunicación internacionales, como Al-Jazeera y el Washington Post.” Actualmente estos “becarios” juegan un papel crucial en la organización del país, como lo han jugado en el movimiento de protesta en Egipto. Libertades dirigidas En Egipto ha sido el movimiento juvenil “6 de abril” el que a través de Facebook ha atraído a más de 70 mil jóvenes universitarios egipcios desde el 2008, utilizando en las protestas las redes sociales, especialmente Facebook y Twitter, para informar de las actividades contra el gobierno egipcio y denunciar las violaciones de derechos humanos. Anteriormente, en el 2004, el movimiento Kifaya, organizó protestas contra Mubarak con el apoyo de EEUU a través del ICNC – siglas en inglés del Centro Internacional sobre Conflictos No Violentos -, compartiendo objetivos con la NED y The Freedom House. Uno de sus principales directivos es Hardy Merriman, antiguo asesor del Albert Einstein Institution. Otras entidades como The American Enterprise Institute, Vital Voices Global Partnership, The American Center for International Labor Solidarity, The Center for the International Private Enterprise, World Movement for Democracy… están igualmente ligadas a las mismas instituciones gubernamentales norteamericanas. A modo de ejemplo el rastro de estas organizaciones puede también encontrarse en, por ejemplo, la organización serbia OTPOR, financiada, también, por el multimillonario Georges Soros. Esto es tan solo un botón de muestra del mismo “modus operandi” que puede encontrarse en “la Revolución de las Rosas”, en Georgia, “la Revolución Naranja”, en Ucrania, “la Revolución de los Tulipanes”, en Kirguistán… además de otras iniciativas fracasadas en las repúblicas ex-soviéticas y Rusia, y en activo en países como Líbano, Indonesia, Irán, Venezuela, Bolivia, Ecuador o Nicaragua. Disidencia manufacturada Este tipo de operaciones, con la participación cada vez más activa de las redes sociales, se conocen como estrategias de “disidencia manufacturada […] financiando organizaciones civiles para actuar como “Caballo de Troya”, que se incrusta en el movimiento de protesta, aseguran que el movimiento de protesta popular no abordará la cuestión más amplia de la injerencia extranjera de Estados soberanos”, en palabras de las organizaciones civiles norteamericanas que denuncian. “Estos nuevos métodos de subversión y de guerra psicológica con tecnología moderna y sofisticada completan los ya clásicos y tienen el mismo objetivo: sembrar la confusión y las rivalidades, es decir, dividir para desestabilizar los países y sus movimientos de rebelión. El control de telecomunicaciones, de los teléfonos móviles y los SMS, de los programas como Facebook y Twitter, son muy útiles ya que impiden saber quién manda la información ni desde dónde, y a través de ellos se puede distribuir cualquier cosa. El control se ha extendido a los proveedores de acceso a Internet por parte de la CIA, la National Security Agency (NSA) y el Departamento de Estado estadounidenses.” Redes de ganancia Facebook acumula ya 210 millones de usuarios en 35 idiomas, y sus ingresos en el 2009 fueron de 250 millones de dólares. Posee más de 100 mil clientes publicitarios, y su valor en la bolsa está estimado en 4 mil millones de dólares. Twitter ya ha sobrepasado los 100 millones de usuarios, con más de 180 millones de visitas al mes, una media de 300 mil nuevos usuarios, 600 millones de búsquedas al día, y 50 millones de dólares al año… todo con una plantilla de 175 personas. Teniendo en cuenta que Twitter funcionaba en su nacimiento, hace dos años, con una plantilla de 18 personas, el crecimiento es meteórico. Aunque esta red social ha empezado a incrementar sus ingresos publicitarios gracias a acuerdos firmados con Google y Microsoft, hasta ahora se financiaba con entidades de capital riesgo, una de las principales plataformas de control del capital financiero norteamericano. En números anteriores hemos ahondado en los entresijos particulares de estas empresas, especialmente de Facebook, pero visto en el tema que nos ocupa, podemos hacernos una idea de su capacidad de influencia y beneficio si tenemos en cuenta que solo en EEUU el 35% de la población participa en las redes sociales. Éstas son una apuesta financiera clara de la burguesía norteamericana. Detrás de cada red… Pero no debemos engañarnos, para que todo esto sea posible, es necesaria “la punta del fusil”. Cuando EEUU no dispone del control militar ninguna red social, ni ejército de activistas civiles, es capaz de mover los cimientos del régimen en cuestión. No hay más que mirar a Libia y comprobar como las revueltas han acabado en enfrentamiento armado. Las últimas noticias ya apuntan a la inminente intervención militar norteamericana e internacional. Pero veamos algunas líneas del retrato: Público es ya que el Jefe del Estado Mayor del ejército tunecino se reunió con el general Ward, al mando del AfriCom – sección para África del ejército norteamericano -, antes de comunicar a Ben Ali que abandonaba Túnez. Washington lleva tres décadas financiando al ejército egipcio con dos mil millones de dólares anuales. Ésta es la base que sustenta la relación. Esta cantidad no solo ha engordado a las élites egipcias sino que ha servido para que Egipto comprara después armamento norteamericano. Mientras los acontecimientos transcurran por cauces aceptables para EEUU, el ejército egipcio será “amigo del pueblo”. Por si a caso, dos buques de guerra de la US Navy ya han tomado posiciones en el Mar Rojo, uno de ellos con 800 soldados, además de otros efectivos militares. Un grupo de combate encabezado por un portaviones norteamericano permanece a la espera en el Mediterráneo. Otro botón de muestra es la formación del actual Consejo Supremo del ejército egipcio: El teniente general Sami Hafez Enan, jefe del Estado Mayor, presente en Washington el 25 de enero para recibir instrucciones de altos mandos norteamericanos. Reda Mahmoud Hafez Mohamed, jefe de la fuerza áerea, y enlace durante años con la embajada norteamericana. Y el vicealmirante Mohab Mamish Mohammed Hussein, comandante en jefe de las fuerzas navales, formado en EEUU, Gran Bretaña y los Emiratos Árabes. Anualmente el ejército egipcio participa en las maniobras “Brihgt Star” junto a la US Army. En el 2010 el entrenamiento estuvo dirigido a “operaciones en terreno urbano”. En otros puntos de la zona se repite el mismo esquema, con diferentes particularidades. Bartheim es la sede de la flota norteamericana para el golfo Pérsico, y su gobierno directamente un títere norteamericano. Actualmente ya existen informaciones sobre el desembarco de tropas norteamericanas en el norte de Libia, además de barcos de guerra, una flota de helicópteros, 2 mil marines, un portaviones y un submarino que se dirigen hacia allí. A las fuerzas norteamericanas se están uniendo barcos de Canadá, Gran Bretaña y Alemania, y fuerzas especiales en las ciudades de Bengasi y Tobruk. Es imposible entender la intervención de EEUU, y el papel de las redes, sin la presencia y el dominio militar. Como encabeza este artículo, detrás de cada red hay un tanque norteamericano… sangre, fuego y dominación.

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