Restablecer relaciones con Cuba, reconocer la inutilidad de sus guerras y admitir la desigualdad que socaba la democracia, es el legado del presidente Barack Obama ante la VII Cumbre de las Américas, dijo a Sputnik Nóvosti Carlos Heredia, del CIDE México y del Instituto Woodrow Wilson.
«Esta Cumbre tiene rasgos sin precedentes: el primero y más notable es ver estrechar sus manos a Obama con Raúl Castro ante las cámaras», afirma Heredia, Coordinador del programa de Estudios sobre EEUU en el Centro de Investigación y Docencia Económica de México (CIDE).
En segundo lugar, es inédita «la aceptación de Obama de que a EEUU ya no le corresponde promover cambios de regímenes políticos, ni en América Latina ni en otro lugar del mundo», prosigue el también asesor del Instituto Wilson de Washington.
El cambio es el reconocimiento de «la inutilidad del costo humano y geopolítico de las guerras de EEUU en Irak, Irán y Afganistán, del fracaso de la política de aislamiento de Irán como una vía de solución en sus disputas con Teherán y sus aliados», prosigue Heredia, autor de «Mexico and the US: the Search for a Strategic Vision», publicado por la Brookings Press en Shifting the Balance: Obama and the Americas.
Es también la primera admisión presidencial del «fracaso del aislamiento y el embargo a Cuba que ha obligado al presidente Obama a un viraje estratégico e histórico en la región latinoamericana».
Este giro dramático del presidente de EEUU incluye «la rectificación de último minuto, antes de la Cumbre, en el lenguaje y las formas con el gobierno de Caracas; y obedece también al reconocimiento de una realidad que va más allá de la relación bilateral entre Venezuela y Cuba».
Un tercer tema vital es que «reconoce que la desigualdad en América Latina y dentro de EEUU también erosiona la democracia y socaba el crecimiento económico sustentable», por eso habla de DDHH y prensa libre, prosigue.
La hora de la herencia
El despliegue diplomático de Obama ha cambiado en forma espectacular: «ahora vemos a un Presidente más libre, porque sabe que no puede volver a postularse al cargo presidencial».
Obama en estos días «despliega todos los esfuerzos que no requieren de autorización del Congreso, y sabe que actúa en el espacio de construcción de su propio legado».
Allí se origina el cambio más importante: «a esta Cumbre Obama vino a construir su herencia, y por eso vemos su actitudes audaces, actúa por sí mismo, y por eso ha sido bienvenido en Latinoamérica».
Las relaciones de la región con EEUU casi siempre habían sido dominadas por la asimetría del país más poderoso del mundo, con índices de desarrollo humano mayores.
«Pero Obama ha contribuido hoy a instalar la visión de que también EEUU tiene un problema serio de desigualdad, porque sus resultados de crecimiento y desarrollo naufragan a la hora de ver las cifras de desigualdad y polarización social», internamente.
Heredia dice que «quizá Obama no lo exprese en el lenguaje que utilizamos los analistas y críticos, pero está denunciando una plutocracia igual que la padecida en América Latina, es decir el gobierno de los ricos».
Otro legado de Obama es «el reconocimiento de la segregación racial y la división de clases sociales que padece todo el hemisferio, pero sobre todo EEUU».
Aunque no ha sido tema de la cumbre la segregación racial, las menciones de Obama a las luchas de Martin Luther King en los años 1960, «admitiendo violaciones a los DDHH en EEUU y la extrema polarización de clases sociales, señala el telón de fondo de un futuro hemisférico común».
En ese punto «Obama va un paso adelante de varios mandatarios latinoamericanos, porque él reconoce, como afroamericano que es, los problemas que en Latinoamérica ni siquiera admitimos plenamente: el racismo y el clasismo que son sinónimos entre nosotros».
Por eso, termina Heredia, «en vez de venir a decir a los otros lo que tienen que hacer, Obama vino a plantear una pregunta ¿qué vamos a hacer juntos?»