SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Las responsabilidades alemanas en la crisis en España

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En realidad, el establishment alemán tiene mucho que ver en la situación en la que España se encuentra. Comencemos por la historia. El establishment alemán jugó un papel clave en la victoria del fascismo en España. Sin la ayuda de Hitler, elegido por el pueblo alemán, el golpe militar del general Franco en contra de un Estado democrático no habría ganado y el establecimiento de la dictadura fascista no habría ocurrido. La evidencia de ello es abrumadora, a pesar de los argumentos de los historiadores revisionistas que siempre recurren a la equidistancia (de justificación y de recursos) entre los mal llamados bandos de la Guerra Civil para poner igual peso en las responsabilidades en los dos lados del conflicto. Fue el establishment alemán el que jugó un papel clave en la instauración de una de las dictaduras más sangrientas que haya habido en Europa. Incluso los consejeros de la Gestapo, asesores a la dictadura, se sorprendieron de la dureza de tal represión.

Fue esta dictadura fascista, hecha posible por la ayuda recibida de la Alemania Nazi, la que es el origen de la situación actual, pues tal régimen impuesto al pueblo español implantó una estructura productiva y un sistema financiero que nos llevó, cuando llegó la democracia, a la famosa burbuja inmobiliaria, por la cual la Sra. Merkel ha criticado, con razón, a las autoridades políticas españolas por no haberla prevenido. Pero lo que la Sra. Merkel tendría que haber dicho también era que la banca alemana jugó un papel clave en generar y mantener tal burbuja inmobiliaria, pues fue el dinero de la banca alemana el que jugó un papel clave en desarrollarla, consiguiendo enormes beneficios como resultado de ello. La Sra. Merkel tendría que haber hecho una crítica del gobierno alemán y de la banca alemana, pues ambos colaboraron en el mantenimiento y sostenimiento de la estructura financiera responsable de la burbuja y de su subsiguiente explosión. En realidad, esta explosión ocurrió cuando la banca alemana dejó de prestar dinero a la banca española, alarmada por la toma de conciencia y el descubrimiento de que estaba contaminada con los productos tóxicos de la banca estadounidense.

Y ahora, una de las causas de los recortes de gasto público, incluido el social, que están dañando brutalmente el bienestar de la población es precisamente facilitar el pago de la deuda del Estado español a la banca alemana. En realidad, incluso la supuesta ayuda de las autoridades alemanas –a través de la Comisión Europea y del Banco Central Europeo- a la banca es, ni más ni menos, una ayuda para que la banca española pague a la banca alemana (tal como el economista asesor de la canciller Merkel, Jürgen Donges, reconoció durante el debate que tuvo lugar en el Parlamento alemán sobre la aprobación de tal supuesta ayuda financiera a España.

Alemania y la gobernanza del euro

Pero existe también otra área en la que el establishment alemán es responsable del malestar de las clases populares de España (y de Grecia, Portugal, Irlanda e Italia) y que tiene que ver con la excesiva influencia que tal establishment alemán, y muy en particular el financiero, ha tenido en la gobernanza del euro. Alemania es, sin lugar a dudas, el país que más se ha beneficiado del establecimiento del euro. Hoy el Estado alemán puede conseguir tanto dinero como quiera, sin prácticamente pagar intereses, y ello está íntimamente relacionado con las enormes dificultades que tienen los Estados de los países periféricos para conseguir crédito. Esta situación tan desigual ha hecho que una gran cantidad del capital de los países periféricos se haya desplazado a Alemania, beneficiándola enormemente. Estos estados periféricos están totalmente desarmados frente a los ataques especulativos de los mercados financieros, lo que no ocurre por casualidad. Esto se debe a la enorme influencia del Bundesbank, que ha conseguido durante muchos años frenar la compra de bonos públicos de los estados, forzando, en su lugar, a que el BCE preste dinero a los bancos alemanes y de otros países europeos (incluyendo España) a unos intereses bajísimos, con el que éstos compran la deuda pública de tales estados a unos intereses escandalosamente altos. La prensa del establishment alemán tiene la osadía (para ponerlo de una manera amable) de decir que el hecho de que los intereses sean tan altos se debe a la indisciplina fiscal del pueblo español, cuyo subfinanciado Estado del Bienestar se está recortando más y más para pagar a los bancos alemanes. Pero el establishment alemán se beneficia incluso más de la situación pues, al no poder devaluar la moneda, tales países no pueden competir con los productos alemanes a través de la devaluación monetaria.

Todos estos hechos no aparecen en la prensa alemana, ni en la “respetable” ni en la popular. En esta última, el mensaje es profundamente ofensivo y está encaminado a que el trabajador alemán vea al trabajador español, griego, portugués, irlandés o italiano como el beneficiario de sus impuestos, pagados para que, en el último término, continúen estos parásitos del sur de Europa beneficiándose de unos estándares de bienestar excesivamente generosos. En realidad, la Sra. Merkel ha utilizado expresiones muy parecidas. Una vez más, el establishment alemán utiliza el racismo para movilizar a sus clases populares, desviando la queja ante la situación en la que el trabajador alemán se encuentra (con bajos salarios y escasa protección social) hacia el trabajador extranjero en lugar de dirigir su justo enfado al establishment alemán. En realidad, una de las víctimas de las políticas del establishment alemán ha sido la propia clase trabajadora alemana, pues sus salarios han sido mantenidos muy por debajo del nivel de su productividad. El famoso supuesto éxito exportador alemán se basa precisamente en este hecho.

Las regresivas reformas Schröder-Merkel crearon un enorme problema de demanda doméstica debido a la limitada capacidad adquisitiva de la clase trabajadora alemana. Ello facilitó que la economía alemana tuviera como motor las exportaciones en lugar de la demanda doméstica, situación que perjudica a su clase trabajadora y a todas las clases populares de los países de la Eurozona, pues la recesión no habría aparecido si hubiera crecido la demanda doméstica alemana, lo cual habría estimulado la economía europea. Lo mejor para el trabajador alemán hubiera sido también lo mejor para el trabajador español (y griego, portugués, irlandés e italiano). Es más, tal crecimiento de la demanda doméstica alemana, además de estimular el crecimiento económico europeo, habría debilitado algo al euro (pues el saldo de la balanza de pagos alemana no habría sido tan exagerado) facilitando la competitividad de todos los países europeos.

Pueden ver los lectores alemanes que el establishment de poder en Alemania, centrado en el capital financiero y en el exportador tiene muchísima responsabilidad en lo que está ocurriendo en Europa. Ni que decir tiene que sus políticas cuentan con la complicidad de las elites gobernantes en los países periféricos de la eurozona que están llevando a cabo tales políticas enormemente impopulares, destruyendo, en el proceso, la idea y concepto de Europa, con el fin de salvar su euro. Y lo están consiguiendo.

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