El primer ministro británico, Gordon Brown, no vive su mejor momento. A horas del inicio de unas elecciones municipales y europeas que se anuncian como una paliza histórica para el Partido Laborista, ayer se produjo la cuarta renuncia en 24 horas de un miembro del gabinete. La oposición clama por elecciones adelantadas y la prensa local asegura que el premier perdió por completo el control de su gobierno. «Este es un espectáculo político que ninguno de nosotros ha visto antes: que varios ministros anuncien que renuncian al gobierno un día antes de las elecciones», subrayó ayer el comentarista político británico Jon Snow. «Las ratas abandonan el barco que se hunde», señaló a su vez el periódico The Daily Mail en primera plana
El anorama electoral se anuncia más que sombrío para el Laborismo; las instancias electorales son dos y ambas preanuncian lo peor. A nivel de las elecciones legislativas europeas, los últimos sondeos indican que el partido gobernante, que fue el más golpeado por el escándalo de los gastos de los diputados, quedará relegado a un histórico tercer lugar, con tan sólo el 17 por ciento de los votos. De este modo, los laboristas, que gobiernan el Reino Unido desde hace más de una década, serían superados por los conservadores, que obtendrían el primer puesto, con el 30 por ciento de los sufragios, y por el partido nacionalista de derecha UKIP (Partido de la Independencia del Reino Unido), que treparía hasta un histórico 19 por ciento, explicado, según analistas locales, por la actual coyuntura de crisis económica y de pérdida de empleos. Más atrás, en cuarto y quinto lugar, se ubicarían el centrista Partido Liberal Demócrata, con un 12 por ciento de los votos, y el xenófobo Partido Nacional Británico, con un 5 por ciento de las preferencias de los electores. En cuanto a las elecciones municipales, que también se celebran hoy, los pronósticos no son mejores. Aquí también el laborismo quedaría tercero, por detrás de los conservadores y de los liberales demócratas, en la que sería la peor elección del partido de Tony Blair desde 1987, en tiempos de predominio conservador bajo el liderazgo de Margaret Thatcher. El diario británico The Independent lo puso de este modo: «Será la elección más peligrosa para el laborismo en mucho tiempo». Quizá por ese motivo, y previendo una posible pérdida de confianza de la mayoría en el Parlamento, cuatro miembros del gabinete le presentaron su renuncia a Gordon Brown en las últimas 24 horas. Brown vivió ayer otro día de pesadilla. Primero tuvo que soportar cómo el diario prolaborista The Guardian publicaba un durísimo editorial exigiendo su dimisión inmediata. Luego, la ministra de Comunidades, Hazle Blears, anunció su dimisión. A mediodía, el periódico aseguró en su edición electrónica que se prepara un golpe de partido contra Brown y que un grupo de diputados laboristas están buscando apoyos en el Parlamento para pedir su salida. marcha de Hazle Blears, la caída de Smith y las dudas que existen sobre el futuro del ministro del Tesoro y el titular del Foreign Office han creado una imagen de desplome en el Gobierno de Brown que hace mucho más difícil que el primer ministro pueda superar su debilidad simplemente cambiando a varios. Acorralada desde que se supo que no había pagado impuestos por la venta de un piso, en el marco del escándalo de los gastos de los diputados, Blears parece haber intentado hacer el máximo daño político al primer ministro al dimitir en vísperas de unas elecciones cruciales y un día después de que se conociera que no seguirán en el Gobierno ni la ministra del Interior, Jacqui Smith, ni otros cargos de menor rango.De acuerdo con la edición digital del diario The Guardian, miembros del grupo parlamentario laborista están convencidos de poder amasar, en un plazo de pocas horas, el apoyo suficiente para retar el liderazgo de Gordon Brown. Necesitan la firma de 72 diputados para forzar unas primarias, según las reglas del partido. Brown se crece en los momentos de crisis aguda. Y, presionado por la oposición en la sesión semanal de preguntas al primer ministro, consiguió alentar ayer los ánimos en los escaños gubernamentales. También recibió apoyo de destacados miembros de su gabinete, como Peter Mandelson, el más respetado de los antiguos aliados de Tony Blair, el popular Alan Johnson y la propia Jacqui Smith.Tal vez el encuentro de ayer en el Parlamento entre el primer ministro y el líder de la oposición conservadora, David Cameron, ilustre mejor que otros ejemplos el clima político en el Reino Unido.»Lo que vemos es un gabinete disfuncional y un gobierno disfuncional conducido por un primer ministro que no tiene ningún poder de conducción», disparó el conservador Cameron. «El gobierno colapsa frente a nuestros ojos. ¿Por qué el primer ministro no acepta que su habilidad para comandar a su gabinete simplemente ha desaparecido? ¿Por qué no realiza el único acto de autoridad que le queda, va al Palacio Real, pide la disolución del Parlamento y convoca a elecciones?», agregó desafiante el diputado.Brown, a su turno, contraatacó, desestimando las palabras de su oponente. «Lo único que saben hacer los conservadores es hablar, hablar y hablar. Aún tengo mucho trabajo que hacer. Buenas tardes, señores.»La petición de dimisión de The Guardian no pasa de ser la opinión de un medio que nunca ha mostrado gran entusiasmo hacia Brown y que mantiene relaciones tumultuosas con el que de hecho es su Gobierno. Pero su influencia puede acabar siendo decisiva para decantar al Partido Laborista contra su actual líder. El diario cree que Brown no tiene «ni visión, ni plan, ni argumentos de futuro, ni apoyo» y que el laborismo podría tener un nuevo líder en menos de cuatro semanas.Si se confirman las pésimas expectativas electorales, los barones del partido podrían intervenir para hacer dimitir a Brown. Ayer, el máximo favorito para sucederle, Alan Johnson, reiteró lo que no ha dejado de decir en los últimos meses: que Brown es la persona más adecuada para liderar el Gobierno y el partido en la actual recesión económica. Es toda una historia que semanas atrás convulsiono Gran Bretaña, la filtra cion de los gastos de sus señorias, estallo en medio de la crisis económica, la indignación de los contribuyentes del Reino Unido, muchos de ellos con sus viviendas embargadas tras el desplome de las llamadas hipotecas basuras y los intentos de funcionarios de reducir gastos a costa del estado, arreciaron el efecto de un nuevo escándalo político. El Ejecutivo de Gordon Brown ha entrado en una espiral de escándalos, dimisiones y disculpas, que han hundido al partido Laborista. pero como en muchos otros casos siempre, es el periodismo de investigación o algunos corruptos que venden la información, pero hay que creer muy poco en las casualidades y este es un echo en le que da que pesar pues esta acabando con el gobierno de Brown. Lo que se mueve en las alcantarillas del estado no son corruptos, sino intereses. Toda esta concatenación de sucesos escándalos y extravíos de documentos difícilmente pueden se hechos aislados. Hay muy pocos que tengan acceso a esa cantidad de informes y los filtren con tal tino cronológico. Solo los aparatos de estado y los servicios de información e inteligencia tienen capacidad operativa para lograr algo así.El echo es que el escándalo está poniendo contra las cuerdas al gobierno de Gordon Brown. Hasta el punto que como dicen los titulares de la prensa británica, «las ratas abandonan el barco» y dejan a Gordon Brown ante su suerte antes que el barco se hunda.La situación a muchos les recuerda la llegada al poder de Margaret Thatcher, tras una gran crisis y caída en descrédito del Laborismo, la Dama de Hierro llego a la presidencia para implantar una política de dureza frente a las reclamaciones de los sindicatos y los trabajadores. Una profunda privatización y reestructuración del estado y las fuerzas productivas del país, que enviaron al paro y la pobreza a millones de Britanicos. Se necesitaban una política de mano dura y contención al estallido social. Y como ahora la entrada en liza de grupos de extrema derecha y el honor patrio salvado en las Malvinas condujo parte de la frustración del pueblo hacia sus intereses. . No seria la primera ni ultima vez que las contradicciones entre los grupos oligárquicos y más en épocas de crisis, en las que se plantean políticas que pueden provocar un drástico empeoramiento en las condiciones de vida del pueblo, que amenaza un estallido social requieren de un cambio de rumbo y de color en el gobierno de turno.