SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Las mentiras sobre el acuerdo de Grecia

Frente al ocultamiento, la mentira, el servilismo, la ausencia de verificación por parte de los “mass media” patrios sobre los entresijos de cómo se fraguo el reciente acuerdo entre Grecia y el Eurogrupo, la realidad es otra, distinta. Al igual que nos enteramos de las condiciones o memorándum del rescate bancario patrio por medio del parlamento holandés, allá por julio de 2012, tenemos que acudir a fuentes de información extranjeras para alumbrar lo que realmente ocurrió el viernes 20 de febrero en Bruselas.

El economista estadounidense James Galbraith pasó esa semana de duras negociaciones junto con el ministro griego de finanzas Yanis Varoufakis, incorporándose al equipo científico de la negociación griega. Fue entrevistado por el periodista Shawn Tully de la revista Fortune para compartir sus experiencias “desde dentro”. Manda narices que tengamos que acudir a medios estadounidenses, nada sospechosos de heterodoxia, ultra-izquierdismo o cosa que se le parezca para conocer lo que se cocinó entre bambalinas.

Para Galbraith, el espectáculo de la falta de coordinación del lado europeo resultó bochornoso: “Yo soy un veterano del personal de expertos del Congreso estadounidense. Contemplar un cuerpo institucional oficial funcionando con tamaña desidia y de forma tan ad hoc, observar en directo el Eurogrupo y su incompetente forma de hacer las cosas, fue para mí una verdadera revelación”. Sin comentarios.

Descoordinación europea

Como detalla Galbraight en la entrevista a Fortune, en el cónclave del Eurogrupo, Pierre Moscovici, el comisario de la UE para asuntos económicos y financieros, presentó a Varoufakis un borrador de comunicado que permitía a Grecia solicitar una extensión de su acuerdo de préstamo garantizándole tiempo para discutir un nuevo programa de crecimiento para Grecia. Como dijo Varoufakis en la conferencia de prensa posterior a la reunión, él estaba listo para firmar el comunicado de Moscovici, al que alabó como un “documento espléndido” y una “verdadero punto de ruptura”. Pero el jefe del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, estaba elaborando su propio documento.

Por si faltaban pocos, cuando la delegación griega tuvo que combinar partes de los dos borradores, a fin de producir un documento aceptable para ambas partes, apareció, según el testimonio de Galbraith, el ministro alemán de finanzas Wolfgang Schäuble. Simplemente dijo no a la elaboración de una declaración conjunta como preludio de un compromiso. La falta de coordinación del lado europeo resultaba patética.

Pero aún hay más. El 18 de febrero, Varoufakis presentó una solicitud formal de extensión del acuerdo de préstamo con el Eurogrupo. De nuevo las divergencias emergieron. Mientras que para Jean-Claude Juncker y el vicecanciller alemán Sigmar Gabriel, la extensión del préstamo constituía un punto de partida para las negociaciones, el inefable Schäuble desdeño la solicitud como “una posición insubstancial”. En realidad las divisiones internas en Alemania, y entre las propias naciones, han dejado claro que los dirigentes europeos son muy malos negociadores. Galbraight lo detalla, “cometieron el error de dejar claro ante Yanis que ellos estaban jugando un juego muy duro, pero sin jugarlo muy bien, si juzgamos la cosa desde el punto de vista de la pericia política más elemental.”

La carta de Ernest Urtasun

Al final fueron los organismos institucionales –el FMI, la Comisión Europea y el BCE— quienes evitaron males mayores, de momento. Porque en realidad los acreedores, los ministros de finanzas, estaban divididos y algunos eran tremendamente hostiles. ¿Y saben ustedes quienes estaban ahí? Pues claro, entre los que se oponían radicalmente estaban España y Portugal. ¿No resulta increíble la actitud de dos gobiernos cargados de deuda hasta las cejas, y que han llevado a sus respectivos países a un empobrecimiento histórico? Puro cálculo electoral, nada más. Temor a que sus oposiciones políticas saquen ventaja de la posición griega.

Al final, como reconoce el propio Galbraight, para romper el impasse se precisará con toda probabilidad de la intervención del único dirigente lo suficientemente poderoso como para desbaratar estas maniobras politiqueras, Angela Merkel. Y será Ángela Merkel quien tendrá que decidir en los próximos días si entrar en compromisos con alguien considerado tan radical y transgresor como Varoufakis es realmente una opción para ella. Lo que anda en juego es el futuro del euro.

Para terminar, permítanme compartir con ustedes la carta de un diputado socialista holandés, Ernest Urtasun, a Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo. No tiene desperdicio. “Durante los dos últimos encuentros del Eurogrupo sobre Grecia, ha permitido a los países acreedores imponer sus reglas y políticas, creando en la UE una atmósfera de ganadores y perdedores, socavando el interés general europeo. El Eurogrupo ha tratado de imponer al nuevo Gobierno griego la continuación del fracasado programa de rescate actual, que incluía multiplicadores fiscales seriamente subestimados, llevando a un colapso de cerca del 20% del PIB griego.

El acuerdo final con Grecia mejorará la situación de los ciudadanos y ciudadanas griegas cuando se opere la revisión del superávit primario y si otro programa de reformas propuesto por el nuevo gobierno se pone en práctica. Esas mejoras, sin embargo, han sido el resultado de la intensa lucha del nuevo gobierno griego, contra la voluntad del Eurogrupo.

Usted ha puesto en los últimos días la permanencia de Grecia en la zona euro en peligro con el fin de obligar a Grecia a aceptar los términos de su programa fallido. Esto nos ha acercado a la quiebra institucional, destruyendo la credibilidad del BCE y socavando la credibilidad del Euro como divisa. Ha sido una enorme irresponsabilidad. Es hora de que el Eurogrupo acepte que el programa actual ha fracasado, acepte el resultado de las últimas elecciones griegas y negocie con urgencia un nuevo contrato para que Grecia pueda afrontar su crisis humanitaria y asegurar su permanencia en la zona euro.

En este sentido quiero hacerle tres preguntas: ¿Cuándo reconocerá el Eurogrupo que el programa actual ha fracasado? ¿Está usted en condiciones de decirnos cuándo prevé el Eurogrupo iniciar el debate sobre la petición razonable por parte del Gobierno griego de modificar el objetivo de superávit primario para 2015? Sr. Dijselbloem, ¿está usted en condiciones de afirmar que el gobierno griego será capaz de cubrir sus necesidades financieras, bajo las limitaciones actuales con respecto a las emisiones de letras y la falta de mercado para la emisión de bonos a largo plazo? ¿O va a seguir jugando al juego del Grexit?”

Toc, toc, ¿y aquí en nuestra querida España? Lo de siempre, ¡los voceros mediáticos a los suyo!

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