SELECCIÓN DE PRENSA NACIONAL

Las leyes no escritas

Es interesante el debate que se libra en Francia sobre la inmigración. Acaba de presentarse una iniciativa para que en el país de las libertades se debata el derecho de ser francés a todo aquel que nazca en Francia. El derecho del suelo, el ius soli, podría ser negado a los hijos de los inmigrantes no regularizados, los refugiados y los que han solicitado asilo político.

El caso Leonarda ha puesto sobre el tablero político si todos los ciudadanos de la Unión Europea tienen los mismos derechos, especialmente si son gitanos o gentes venidas de Rumanía y Bulgaria, dos países miembros de la Unión. Manuel Valls, ministro del Interior, ha tomado la iniciativa al expulsar a Kosovo a Leonarda, una joven escolar que iba de excursión y que fue obligada a descender del autobús para ser deportada. El presidente Hollande le ha permitido regresar a Francia pero sola, sin su familia, a lo que ella, por ahora, se ha negado.

El Frente Nacional de Marine Le Pen podría obtener resultados espectaculares en las próximas elecciones municipales. La derecha de la UMP ha propuesto privar de la nacionalidad francesa a los hijos de los clandestinos. La novedad de esta situación es que la derecha y los socialistas se alinean sutilmente con el Frente Nacional respecto al tratamiento de los inmigrantes.

Estos posicionamientos dividen al Partido Socialista y también a la derecha. En los dos casos, tanto el ministro Valls como los representantes de los conservadores escuchan los ruidos demoscópicos y actúan en consecuencia, es decir, cambian de posición por miedo a perder unos votos, unos cargos o unos sueldos.

Es bien sabido que la democracia se forma de mayorías, pero no puede perdurar si no tiene en cuenta los derechos de las minorías. El límite que no es aconsejable traspasar es el de la dignidad de la persona. Acaba de publicarse que un millón de catalanes no dispondrá de calefacción el próximo invierno. Los que pasarán frío no son unos pocos. Pero no están organizados ni su precariedad tiene voz en las instituciones. Son los descartados que han salido de los circuitos del interés de los políticos que apenas pisan la calle, muy atentos desde sus despachos a lo que digan las encuestas y no a lo que necesita la gente que se siente huérfana o poco representada.

Quizás pueda ser cierto el clamor del doctor Stockmann en Un enemigo del pueblo de Ibsen cuando dice que la mayoría tiene la fuerza pero no la razón. Siempre hay que regresar a Antígona que es el choque entre las leyes oficiales y “las leyes no escritas de los dioses”. Antígona está en minoría y es despreciada por su padre. Pero tiene razón. Su causa es todavía invocada como justa más de veinte siglos después de ser escrita por Sófocles. Los descartados, pobres, inmigrantes, los sin trabajo, sin calefacción, sin esperanza, merecen debida atención.

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