Las fuerzas políticas, nacionales y autonómicas, sus negociaciones y rifirrafes, debates y cábalas electorales junto con las organizaciones sindicales y patronales…, acaparan los noticiarios, las primeras planas y tertulias. ¿Pero cuáles son las fuerzas realmente decisivas, las que establecen las estrategias de fondo y determinan en última instancia el curso de los acontecimientos? La respuesta podemos empezar a encontrarla en tres hechos ocurridos en las primeras semanas de este año.
El 18 de enero el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se entrevistaba en Washington con el Secretario de Estado norteamericano con un punto central en el orden del día, la situación en Ucrania y declaraba: “Estamos dispuestos a entrar en el escenario de la disuasión” con Rusia. Dos días después la ministra de Defensa, Margarita Robles, anunciaba el envío de buques de guerra y cazas para integrarse en el despliegue militar de la OTAN en el Mar Negro y en Bulgaria.
El 3 de febrero la presidenta del BCE Christine Lagarde, advertía de “los riegos inflacionistas” y de que el BCE podría iniciar este mismo año la retirada de estímulos, acelerando la reducción de compras de deuda soberana y la subida de los tipos de interés antes de que acabe 2022.
Ese mismo día la presidenta del Santander y “jefa” de la oligarquía financiera, Ana Botín, avalaba públicamente la reforma laboral consensuada con la patronal y sindicatos aprobada “de chiripa” en el Congreso: “Es muy importante lo que se ha acordado y que se haya hecho de manera consensuada”.
Tres hechos ponen en primer plano tres fuerzas que actúan y determinan la situación en nuestro país más allá de los actores políticos y los intereses que representan. Son esas tres fuerzas actuantes, y por este orden, las que deciden las estrategias de fondo y establecen los límites y “líneas rojas” en todos los terrenos, económico, político y militar: Estados Unidos y sus necesidades imperiales, la Unión Europea y sus condiciones impuestas para acceder a los fondos y salir de la crisis, y una oligarquía española, sometida al hegemonismo norteamericano (y a otro nivel al imperialismo alemán) pero dispuesta a sacar la mayor tajada del saqueo impuesto a la inmensa mayoría del país.
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EEUU y el “emperador bueno”
Estados Unidos, aunque en declive, es la principal y hegemónica fuerza actuante a nivel mundial. A medida que avanza su ocaso imperial y menguan sus espacios de dominación se acrecientan su necesidades imperiales, aumentando la intervención en los países bajo su área de influencia, el grado de explotación y expolio de sus riquezas nacionales y multiplicando las exigencias militares a sus aliados para contener la emergencia pacífica de China y las ambiciones de Rusia sobre el espacio ex soviético.
Para España, la llegada de Biden (presentado como “el emperador bueno”) a la Casa Blanca está suponiendo un nuevo salto en su proyecto de saqueo a la población, expolio de las riquezas nacionales por el capital norteamericano sobre todo, y una mayor implicación de España en la estrategia militar de la superpotencia.
Estados Unidos, con la participación y colaboración de las principales burguesías europeas, sobre todo la alemana, y de la oligarquía española establecieron un plan diseñado en la cumbre convocada por la CEOE en julio de 2020 en torno a tres líneas maestras: un aumento brutal de la deuda pública para afrontar los costes de la crisis asociada a la pandemia; un control total de los fondos europeos y un sistema de reformas estructurales aprobadas por consenso para reforzar su carácter estructural y permanente.
Un plan que están ejecutando paso a paso.
En el terreno económico la deuda supera el 120% del PIB; somos el país de la UE donde más ha aumentado la deuda durante la pandemia y mantiene a España en el bloque de países, junto con Grecia, Portugal e Italia que van a sufrir especialmente la subida de los tipos de interés que ya considera el BCE. Solo un aumento del 1% en los intereses supone un gasto extra de 18.000 millones de euros. Estados Unidos, a través del FMI, pide a los países con más deuda que “diseñen de inmediato planes de ajuste creíbles” para aplicar en cuanto la “fase de recuperación económica esté consolidada”.
Utilizando las ayudas europeas como chantaje están cerrando las tres reformas clave, de las pensiones, laboral y fiscal imponiendo límites a las conquistas y demandas populares. Que se aprueben por “consenso” como han logrado con la reforma laboral, manteniendo los fustes y los aspectos más lesivos de la reforma de 2012. En las pensiones buscan dar un salto cualitativo avanzando en la privatización con los planes de pensiones de empresa y con nuevos recortes aumentando los años cotizados para fijar la cuantía de la pensión. Y en lo fiscal vetando una reforma progresiva donde bancos, monopolios y capital extranjero mantengan sus privilegios.
Se ha diseñado un reparto de las ayudas que deja el grueso de los fondos en manos de la banca, las grandes empresas y multinacionales, impidiendo que puedan dedicarse a un proyecto de reindustrialización autónomo.
El capital extranjero, especialmente los fondos yanquis como Blackrock y JP. Morgan, avanzan en la apropiación de las riquezas nacionales: en energía, con un avance sustancial en las “energías verdes”, telecomunicaciones, banca… Han pasado de controlar el 56,53% del Ibex-35 antes de la pandemia, al 57,35%.
Y desde sus instituciones clave como el FMI, el BCE y el Banco de España ya están marcando la línea para proteger las ganancias de los monopolios y que los salarios no no suban con la inflación, que sigue por encima del 5%.
En lo político. El clima de crispación permanente que agita la vida política política del país es la espuma de lo que ocurre en el fondo.
El apoyo, con contradicciones, de EEUU, la UE y los núcleos fundamentales de la oligarquía a la gestión del gobierno de izquierdas encabezado por Pedro Sánchez en cuestiones clave como los fondos europeos, los acuerdos en pensiones y reforma laboral. Por un lado, fortaleciendo a los representantes de la “ortodoxia financiera con el cambio de gobierno y el ascenso de Nadia Calviño a la vicepresidencia primera del gobierno. Y por otro, tratando de minimizar la influencia del viento popular con la salida del gobierno de sectores del PSOE y UP más influenciados por la mayoría social progresista y ahora con la reconducción de Yolanda Díaz.
Tres fuerzas actúan y determinan la situación en nuestro país más allá de los actores políticos y los intereses que representan: EEUU, la UE y la oligarquía
Mantener al PP (con el apoyo de Vox como ariete de un “gobierno de los recortes sin complejos”) como principal alternativa de recambio al gobierno del PSOE con UP. Y al mismo tiempo como partido de Estado para cuestiones fundamentales como cerrar filas para aumentar la implicación militar de España atendiendo las exigencias de EEUU y la OTAN.
La degradación política de nuestro país es un arma que el hegemonismo utiliza a conveniencia manteniendo abiertas la heridas de la unidad del país, aireando los “escándalos” del rey emérito o el ninguneo al presidente del gobierno por los jefes del imperio, antes Trump y ahora Biden, en foros internacionales.
En el terreno militar, las exigencias de Washington siguen siendo uno de esos temas ocultos de los que no hay que hablar, relegar a las páginas interiores o pasar de puntillas. Y sin embargo son el centro medular de nuestras relaciones con EEUU.
España viene cumpliendo todas las exigencias en medio del silencio clamoroso de la clase política de nuestro país, sin excepción, a pesar de que en los últimos diez años se han dado pasos tan significativos como la instalación del escudo antimisiles en Rota… Como ha declarado la ministra de Defensa Margarita Robles: “España participa en todos los despliegues de la OTAN” desde hace años.
Dos acontecimientos van a marcar este año las nuevas exigencias militares de la superpotencia. La cumbre de la OTAN comprometida por Pedro Sánchez a celebrar en Madrid los días 29 y 30 de junio, en la que se deberá aprobar la nueva Estrategia de Seguridad en un clima de graves tensiones mundiales. Y la renovación del convenio militar con EEUU que permite las bases norteamericanas en España.
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La fuerza del viento popular y patriótico
Frente a las fuerzas actuantes, su proyecto y sus planes se le opone un viento popular y patriótico con capacidad de resistencia y respuesta que también impone límites y condiciones como se han puesto de manifiesto en la negociación de la reforma de las pensiones (revalorización con el IPC, derogación del factor de sostenibilidad…) y de la reforma laboral, evitando la imposición de una reforma más dura y recuperando la ultraactividad o limitando los abusos en las subcontratas…
Es una corriente que recorre toda la sociedad española, cuya fuerza está en la calle, en un amplísimo tejido organizativo de asociaciones y organizaciones de lucha, y que no se limita al ámbito estricto de la izquierda, incluye a amplios sectores sociales progresistas y democráticos y responde a los intereses que van desde la clase obrera a los autónomos, pymes y sectores de economía nacional.
Al proyecto y a los planes de estas «fuerzas actuantes» se opone un viento popular y patriótico con capacidad de resistencia y respuesta que también impone límites y condiciones
Todos estos hechos ponen de manifiesto hasta qué punto la actuación de las fuerzas políticas es expresión de intereses de clase y de las fuerzas actuantes, el hegemonismo, los centros imperialistas y la oligarquía por un lado, y la influencia del viento popular por otro. La clave está en qué posición y actitud toma cada fuerza política ante los proyectos, estrategias, líneas rojas, y exigencias de las fuerzas actuantes. Y en definitiva con qué línea afronta cada una los retos y batallas que este enfrentamiento plantea.
Frente a los proyectos que atentan contra los intereses básicos del 90% de la población existen condiciones para poder unir en un frente amplio a numerosos sectores y fuerzas políticas en torno a una línea de redistribución de la riqueza y defensa de la soberanía frente al peligro de guerra, para afrontar los retos que ya están ante nosotros: como la batalla por el blindaje constitucional de las pensiones o la defensa de una política de Paz con España fuera de la guerra.