Las empresas alemanas pueden sacar al paí­s del euro

«Con el euro luchando contra una crisis que continúa impulsando su valor hacia abajo, las dudas sobre la voluntad de las empresas y los contribuyentes alemanes para apoyar a las naciones económicamente más débiles con los que comparten el euro como moneda podrí­a determinar si el la Unión Monetaria»

"Incluso si hubiera ruina [del euro], Alemania seguiría siendo un aís estable", dice el joven empresario alemán, que afirma que Alemania se ha beneficiado del euro hasta ahora, pero debería estar listo para retirarse y restablecer el marco alemán. "Siempre seremos capaces de obtener crédito." Se ha tardado una década, pero las consecuencias de esa debilidad de diseño están ahora en su máxima expresión, entre los recortes presupuestarios y la posibilidad de turbulencias sociales en Atenas y Madrid, los alemanes encuentran a menudo motivos para el escepticismo. (THE WASHINGTON POST) FINANCIAL TIMES.- El mercado de bonos gubernamentales de la eurozona sigue sin despertar atracción. No existe apetito por bonos que no sean alemanes, excepto por parte de los bancos centrales. Los diferenciales han empezado a aumentar de nuevo. Hay temores comprensibles, aunque seguramente infundados, en Alemania a que las compras de bonos no sean más que trasferencias ocultas para rescatar a los bancos franceses. Fijémonos en España. Sus bonos no resultan atractivos porque no ofrecen la recompensa adecuada al riesgo que implica su compra. Los bonos españoles a diez años rentan cerca de un 4,5%, mientras que el rendimiento de los bonos alemanes a diez años es del 2,7%. Para muchos inversores, ese margen es muy estrecho. EEUU. The Washington Post ¿Actuarán los alemanes de forma independiente? Las empresas alemanas podrían sacar al país de la zona euro Howard Scheneider ¿Debe la empresa de helados Mattheus Schneider ser responsable del futuro de Grecia? Con el euro luchando contra una crisis que continúa impulsando su valor hacia abajo, las dudas sobre la voluntad de las empresas y los contribuyentes alemanes para apoyar a las naciones económicamente más débiles con los que comparten el euro como moneda podría determinar si el la Unión Monetaria creada hace diez años sobrevivirá a estas conmociones recientes o comenzará a hacerse jirones. Los dirigentes políticos de Alemania han comprometido el crédito del país para respaldar un plan de rescate de Grecia, así como un fondo de casi un billón de dólares para ayudar a otros países, pero la cuestión sigue siendo si habrá una asociación más amplia de responsabilidad compartida dentro de la zona del euro- y esto será fundamental para el futuro de una zona considerada uno de los pilares de la economía mundial. Compartir una moneda con Grecia es una cosa. Pero compartir un futuro es otra, y el compromiso de Alemania de apoyar la zona euro tiene aquí a muchos preguntándose cómo podrían verse afectados sus planes de financiación propia (…) si los problemas de Europa llegan a ser demasiados, drenando y arrastrando hacia abajo la economía local. "Incluso si hubiera ruina [del euro], Alemania seguiría siendo un país estable", dice el joven empresario alemán, que afirma que Alemania se ha beneficiado del euro hasta ahora, pero debería estar listo para retirarse y restablecer el marco alemán. "Siempre seremos capaces de obtener crédito." La aprobación de los programas de rescate, coordinado con el Fondo Monetario Internacional, ha dado espacio para respirar a Grecia y reestructurar su economía, pero el euro ya había caído drásticamente ante la preocupación de que varios gobiernos de la zona euro han acumulado niveles insostenibles de deuda. A pesar de los programas de rescate, el viernes el euro cayó por debajo de 1,20 por primera vez en cuatro años, en medio de la continua preocupación por la deuda pública y la desconfianza en los países de la eurozona para hacer frente a los problemas de la región. La unión monetaria Un debate más fundamental queda por delante sobre la estructura de la unión monetaria, el grado en que los países son responsables unos de otros, y el poder que las instituciones centrales como la Comisión Europea tienen para hacer cumplir las reglas comunes. La crisis sobre el euro comenzó cuando Grecia reveló que había acumulado una deuda mucho más allá del nivel que los países de la zona del euro estuvieron de acuerdo en cumplir al ingresar en el grupo monetario, un hecho que llevó a Alemania, en particular, a argumentar que cualquier rescate debía ir acompañado de unas normas más rigurosas y una más estricta aplicación. La canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés, Nicolas Sarkozy, los jefes de las dos naciones zona del euro más grandes e influyentes, se reunirán la próxima semana para continuar las conversaciones que podrían conducir a ver a países de la eurozona ceder algunos poderes, enfrentarse a la supervisión e investigación por un organismo central de estadística, y sufrir sanciones económicas y políticas si no cumplen con los límites de gasto y presupuesto. Angelos Pangratis, jefe interino de la delegación de la Unión Europea en los Estados Unidos, dijo en una reciente presentación que fue "ingenuo" pensar que países como Grecia y Alemania no podían coexistir en una zona monetaria común y que existía amplia confianza en la supervivencia de la zona monetaria. Sin embargo, reconoció que durante la primera década del euro no se había producido la convergencia "de competitividad" que los arquitectos de la eurozona habían pensado, ni siquiera de los salarios, tasas de crecimiento y otras variables de interés a través de las cuales los países involucrados habrían ayudado a prevenir problemas como el ocurrido en Grecia. "Cuando creamos el euro, sabíamos que había dos condiciones", dijo Pangratis. "Se necesitaba responsabilidad fiscal… Y debíamos tener una convergencia de competitividad." En cambio, los primeros años del euro se caracterizaron por la divergencia. Algunos países, especialmente en el sur de Europa, disfrutaron de bajas tasas de interés que estimularon un auge económico, empujando hacia arriba los salarios y contribuyendo a las burbujas de activos y de precios que se están dolorosamente corrigiendo. Algunos gobiernos tomaron prestado mucho más allá de sus posibilidades. Este era un riesgo identificado desde el principio. "El euro es una moneda sin fundamento en un Estado", dijo en 2001 el entonces director de gestión del FMI y futuro presidente alemán, Horst Kohler, dos años después de la creación del euro. Eso, dijo, deja un signo de interrogación "sobre el futuro de la moneda a menos que se base en una mayor cohesión política entre los Estados miembros". Ausencia de "optimización" En algunos frentes, el euro todavía está lejos de lo que los economistas consideran como una zona monetaria "optimizada". En los Estados Unidos, por ejemplo, las grandes diferencias en los salarios y las tasas de crecimiento entre los Estados hace que la gente emigre de las zonas menos prósperas, con un movimiento fluido de trabajadores, a lo que ayuda una lengua y una cultura comunes. El movimiento de la mano de obra no es tan dinámica entre las naciones de la zona del euro. El gran presupuesto federal de los Estados Unidos y la reglamentación federal siempre puede ayudar a equilibrar las diferencias económicas entre los Estados –las zonas con gran número de niños de familias pobres, por ejemplo, recibirían más subsidios federales para el almuerzo escolar–, el presupuesto central de la Unión Europea es pequeño en comparación y no se utiliza de la misma manera. Se ha tardado una década, pero las consecuencias de esa debilidad de diseño están ahora en su máxima expresión, entre los recortes presupuestarios y la posibilidad de turbulencias sociales en Atenas y Madrid, los alemanes encuentran a menudo motivos para el escepticismo. Todavía existe aquí, por ejemplo, la convicción, en una nación preocupada por los peligros de la inflación, de que la conversión original de los marcos alemanes al euro dio lugar a un aumento en los precios, un punto que los estudios económicos han refutado, pero que anecdóticamente sigue siendo una cuestión de fe para la gente que rápidamente te cuenta cómo una barra de chocolate que costaba un marco y medio de repente pasó a costar el equivalente a dos marcos después de la introducción del euro. En Atenas, el foco está en las potencias extranjeras –una cábala nebulosa del FMI, banqueros internacionales y el gobierno de Berlín– que han impuesto medidas drásticas contra el gobierno griego para lo que perciben como sus propios objetivos. En Madrid, los poderosos sindicatos de trabajadores han amenazado con un enfrentamiento ante las recientes reducciones de salarios públicos. Pocos piensan que la unión monetaria se romperá a causa de esas tensiones. Pero sí significa que algunas cuestiones de larga data, finalmente puede que tengan que ser tratadas. "Todo el mundo sabía la situación. Todo el mundo participó. Todo el mundo hizo dinero", dijo Vassilis D. Kaskarelis, el embajador griego a los Estados Unidos, en una reciente charla en la Junta de Comercio Metropolitana de Washington. "Ahora es el momento de pagar las cuentas." THE WASHINGTON POST. 5-6-2010 R. Unido. Financial Times El programa de compra de bonos de BCE Los pequeños pasos son con frecuencia los más efectivos. El Banco Central Europeo ha comprado sólo 36.000 millones de euros de deuda soberana, de unas reservas de 7,3 billones de euros, desde que comenzase su programa de compra de bonos el mes pasado. Pero ha conseguido su, reconozcamos, pequeño objetivo –devolver la funcionalidad a un mercado congelado–. Se centró en títulos griegos, irlandeses y portugueses en segmentos específicos del mercado. Los agradecidos vendedores –probablemente bancos sobreexpuestos– se han apresurado a agarrarse a este salvavidas, provocando algunos acontecimientos imprevisibles. La rentabilidad de los bonos griegos a dos años, por ejemplo, ha caído del 18% el 7 de mayo al 7,5% en la actualidad. Sin embargo, el mercado de bonos gubernamentales de la eurozona sigue sin despertar atracción. No existe apetito por bonos que no sean alemanes, excepto por parte de los bancos centrales. Los diferenciales han empezado a aumentar de nuevo; la rentabilidad a 10 años de los títulos españoles es 1,8 puntos porcentuales superior a la de sus equivalentes alemanes. Y lo que resulta aún más preocupante, el rendimiento de los bonos italianos a 10 años, en el 4,2%, vuelve a situarse al mismo nivel que antes de iniciarse la intervención del BCE. Hay temores comprensibles, aunque seguramente infundados, en Alemania a que las compras de bonos no sean más que trasferencias ocultas para rescatar a los bancos franceses. Otro motivo de preocupación más lógico gira en torno a si este aumento de los márgenes es consecuencia de la intervención del BCE o se produce pese a ella. Es posible que asistamos a un cambio de tendencia a largo plazo a medida que los inversores desempolven los manuales sobre el precio del riesgo que guardaron con el lanzamiento del euro. Pero a este proceso todavía le queda camino por recorrer. Fijémonos en España. Sus bonos no resultan atractivos porque no ofrecen la recompensa adecuada al riesgo que implica su compra. Los bonos españoles a diez años rentan cerca de un 4,5%, mientras que el rendimiento de los bonos alemanes a diez años es del 2,7%. Para muchos inversores, ese margen es muy estrecho. Puede ser tan simple como eso. FINANCIAL TIMES. 4-6-2010

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