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Las eléctricas mantienen el oligopolio

Desde que se produjo la privatización de las empresas eléctricas, que no la liberalización, los distintos Gobiernos y sus Ministros de Industria han prometido una reforma del sector eléctrico en profundidad, pero la patronal UNESA nunca lo ha permitido. La mayor parte de las acciones tomadas en los últimos años, tanto por gobiernos conservadores, como socialdemócratas han ido en la línea impuesta por dichas compañías, lastrando a la economía española debido a unos precios, tanto para consumidores, como para empresas, anormalmente altos, fruto del funcionamiento oligopolístico del mercado. El resultado es tan decepcionante que ya nadie espera una verdadera revolución en este sector, clave para lograr un cambio de modelo productivo.

El enésimo intento de reforma energética se ha evaporado por la presión de UNESA

La historia nos retrotrae a aquellos gobiernos del ex Presidente Aznar que presumían que la luz no subía, salvo el IPC, sin tener en cuenta que la materia prima tuvo una inflación en aquellos años de más del 25% entre 1996 y 2003. Esto, junto a la chapuza de transición del monopolio al oligopolio que añadió costes adicionales para el consumidor, dejó paso a un mercado en el que el precio se fija en un pool, mediante subastas, cuyo precio lo fija el coste marginal por kilowatio más elevado del sistema. Junto a esto, se mantienen los privilegios en forma de windfalls benefits para nucleares e hidroeléctricas, lo que se traduce en un déficit tarifario que ronda el 3% del PIB. Todo esto en un contexto de una tarifa regulada que alcanza el 85% de los consumidores, (tarifa TUR), lo que prueba la ausencia absoluta de liberalización del mercado. La escasa o nula competencia, maquillada con los diversos decretos que separaban producción y distribución, y que han supuesto una broma de mal gusto para los escasos clientes que han intentado probar a cambiar de distribuidora.

La historia del mercado eléctrico muestra el paso de un monopolio a un oligopolio, que ha logrado generar un déficit tarifario

El siguiente hito en el mercado fue la brusca eclosión de las energías renovables que en los últimos ejercicios han alcanzado el 30% de la producción total, destacando la fotovoltaica y la eólica, llegando en algunas puntas a aportar casi el 70% de la producción en algunos días concretos. Esta apuesta, que fue favorecida por primas muy generosas que posteriormente, y con efecto retroactivo, han sido rebajadas o eliminadas, lo cual ha destrozado un potencial desarrollo de un mercado muy intensivo en empleo. El error fue claramente sobredimensionar un mercado, y apostar por huertos solares, frente al mercado domésticos y autoconsumo que ha llevado a Alemania a liderar el mercado, con el consiguiente ahorro en factura energética y mejora de la balanza comercial.

La última y desafortunada ocurrencia del nuevo gobierno conservador, con relevantes intereses en alguno de sus miembros o familiares cercanos en el sector eléctrico, ha sido el nuevo modelo fiscal. Este modelo nace como remedio para paliar el déficit tarifario creado por ellos mismos, sin que haya ninguna medida para liberalizar el sector, cambiar la formación de precios que tiene tintes abusivos, mejora de la eficiencia y apueste de verdad por energías alternativas que reduzcan la dependencia del petróleo. La solución planteada, tras una esperpéntica batalla entre el Ministro de Hacienda e Industria, ha sido el establecimiento de siete nuevas figuras impositivas, esencialmente sobre facturación, lo que sin duda redundará en un incremento adicional de precios para el consumidor.

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