Se dispara la actividad en las bases de Rota y Morón

Las bases en alerta

El sábado 4 de enero a las 9 horas se iniciaba el debate de investidura de Pedro Sánchez. Apenas 24 horas antes, en la madrugada del viernes día 3, el ejército norteamericano asesinaba en un ataque con drones en el aeropuerto de Bagdad al general iraní Qasem Soleimani. Trump vuelve a incendiar el polvorín de Oriente Medio y ponía en alerta a la OTAN y las bases yanquis en el área mediterránea y Oriente Próximo.

Mientras se debatía el programa de gobierno en el Congreso, en otra parte del territorio nacional, donde están instaladas las bases norteamericanas de Rota y Morón, se disparaba la actividad militar aérea de aviones americanos.

Según informaciones de varios diarios, como El Español, a la base de Rota han llegado alrededor de una docena de aviones de transporte C-5M y C-17ª, varios aviones cisterna de reabastecimiento en vuelo de los aviones con destino a las bases de Irak y Kuwait, y cuatro aviones MC.130 de combate diseñados para operaciones especiales con más de medio centenar de paracaidistas cada uno.

Estos hechos ponen de manifiesto una de las cuestiones fundamentales que siguen estando silenciadas: la política de Defensa y la relación con la OTAN, el constante incremento de la presencia militar norteamericana en España y la participación de los militares españoles cada vez mayor en la estrategia militar del Pentágono.

-Actualmente España mantiene 1.100 efectivos militares en la zona de conflicto, en Irak, Turquía y Libia. De Rota partieron los dos destructores (el US Portes y el USS Ross), componentes del “escudo antimisiles” instalado en Rota, que en 2017 bombardearon Siria. El Pentágono ya ha trasladado al gobierno español su intención de aumentar un 50% su presencia militar en Rota… -España ya participa en la“Fuerza de muy alta disponibilidad” desarrollada por la OTAN para poder desplegarse en cualquier escenario bélico del planeta en menos de 72 horas… Una OTAN que en su última cumbre, celebrada en Londres el pasado 3 de diciembre, ha dado un giro estratégico para alinear su estrategia de seguridad con la de Estados Unidos  colocando a China como objetivo estratégico militar también de la Alianza.

La integración en la estrategia militar norteamericana es una “línea roja” impuesta que ningún gobierno, desde la entrada en la OTAN, se ha atrevido a cuestionar, salvo Suárez, que tiene graves implicaciones para nuestro país. No solo políticas y militares, también económicas ante las exigencias cada vez mayores de EEUU para que aumentemos nuestros presupuestos militares en unos 15.000 millones de euros hasta alcanzar el 2% del PIB, un auténtico “tributo de guerra”, a costa si es necesario de reducir la inversión en Sanidad o Educación, como dijo Trump. En la última cumbre de la OTAN, Pedro Sánchez ratificó que “recogería el testigo” de los anteriores gobiernos y “mantendría los compromisos”.

Sin defender la soberanía nacional no es posible disponer de los recursos del país para ponerlos al servicio de los intereses nacionales y populares. Ni defender una política de paz y neutralidad. Este es uno de los retos fundamentales que tendría que afrontar el “gobierno de progreso”, rompiendo el silencio sobre este problema y cuestionando las relaciones de sometimiento a las cada vez mayores exigencias militares de Estados Unidos

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