El FMI exige a Grecia "que pague"

Ladrones sin vergüenza

En una entrevista al diario británico The Guardian, la directora del FMI, Cristine Lagarde se despachaba a gusto contra el pueblo griego, conminándole a que pague sus impuestos y declarando no sentir demasiada compasión por la situación en Grecia, porque ser miembro de la eurozona tiene «un precio» que los griegos han de pagar.

Después de saquear y hundir al país, después de más de dos años de auténtica depredación sobre la población, la burla y el sarcasmo. ¿Que tienen que pagar sus impuestos? ¿Quiénes? ¿Los jubilados a los que su política ha dejado una pensión de 200 euros mensuales o los trabajadores que cobran 400 euros al mes por 40 horas de trabajo semanales?

Crsitine Lagarde dice que no siente compasión por los habitantes de Atenas, cuando los compara con los niños de una remota aldea africana. Pero Nikitas Kanakis, presidente de Médicos del Mundo en Grecia acaba de declarar que ante la avalancha de personas que acuden a sus centros porque no tienen dinero ni para pagar el autobús que les lleve al hospital mas cercano, “muy pronto vamos a necesitar la ayuda de otras organizaciones, porque estamos asistiendo a una auténtica crisis humanitaria”. «Después de saquear y hundir al país, después de más de dos años de auténtica depredación sobre la población, la burla y el sarcasmo»

Decenas de miles de jubilados, mujeres y niños griegos acuden a diario a los comedores sociales en busca de algo caliente que llevarse a la boca. Otras decenas de miles llenan las calles de Atenas, Salónica y otras ciudades al haber sido desahuciados de sus viviendas. El número de suicidios, provocados por la pobreza y la desesperación, se ha duplicado en los dos últimos años.

Pero todo esto a la directora-gerente del FMI no le preocupa. En realidad, forma parte de su negocio. Ella, alma caritativa, dirige su compasión a los pobres niños africanos, porque como nada tienen, nada se les pueda sacar. Pero a los griegos sí. Ellos todavía tiene algo que poder saquear. Así que la orden es tajante: “¡Paguen sus impuestos! Y ya les mandaremos ayuda humanitaria cuando Atenas no sea más que un gigantesco poblado remoto en el corazón de África”.

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