La ciencia española en la encrucijada

¿Por qué no mirar a Hispanoamérica?

Amaneció mayo en la prensa nacional con dos caras, la del presente sangrante y la del futuro negado, de la ciencia española, especialmente la biomédica.

Presente sangrante

El sector puntero en investigación e innovación en España es el farmacéutico, ligado a la red sanitaria y científica pública española. Uno de sus activos, el médico Vicente Soriano, adjunto del servicio de Enfermedades Infecciosas del hospital Carlos III y uno de los autores con más impacto en publicaciones científicas relacionadas con el VIH-sida de todo el mundo, ha sido “cazado” usando a cientos de pacientes como cobayas humanas en sus ensayos con fármacos de importantes laboratorios. Soriano entraría dentro del 30 o 40% del gasto medio de los laboratorios que destinan a promoción comercial para multiplicar sus ventas. Aunque lo justifiquen en esfuerzo de investigación, fabricar el medicamento más caro, de cien a quinientos euros, no cuesta más de dos euros incluyendo el envase. El hombre de Merck

Probablemente Soriano no sea más que uno de tantos hombres de los grandes laboratorios incrustado en la sanidad española. En el estudio con raltegravir, un fármaco antirretroviral del laboratorio norteamericano Merck, sí pidió autorización al Comité de ética como si se tratara de un proyecto de investigación. Le fue denegado por considerarlo un ensayo clínico pero el médico siguió adelante. Falsificó documentación para ocultar que ninguno de sus 222 pacientes había firmado consentimiento ninguno ni estaba protegido por seguro alguno. Luchas intestinas

Las luchas intestinas que se han abierto en el seno de la sanidad (donde se llevan a cabo las investigaciones farmacológicas) entorno a la gestión de los recortes presupuestarios está en el corazón del hallazgo. Parece ser que el gerente del hospital pudiera haber enviado el anónimo a la Agencia del Medicamento que desencadenó la investigación, con el fín de convertir el Carlos III en un hospital de crónicos y acabar con el servicio de Infecciosas, que atiende a unos 2.000 pacientes de SIDA al año. La medicación cuesta 10.000 euros al año por paciente, 25.000 en caso de hepatitis. ¿Cuánto se llevaba el médico y los miembros del comité de ética? Casualmente el doctor Soriano es secretario de la Fundación para la Educación e Investigación del SIDA que en 2009 fue acusada de utilizar los recursos públicos del hospital. ¿y la consejería de sanidad que no “ha visto” el problema? Pero sobre todo, ¿quién les lleva a los tribunales a los laboratorios para que rindan cuentas de experimentar con cobayas humanas? ¿Cuántos Sorianos quedan por descubrir? La experimentación farmacológica en España

La realidad no oculta de la investigación de medicamentos no es menos dramática. “Cuando llegan al mercado han sido investigados con decenas o centenares de seres humanos muy seleccionados, casi extraterrestres, que proporcionan una información muy parcial, aunque suficiente para ser autorizados y comercializados… personas que solo sufran la enfermedad que interesa estudiar, cuando la mayoría de la gente tiene más de una y toma varios fármacos, y escogen a individuos más jóvenes que los que se tratarán con ese producto. Es decir, investigan un medicamento en una población y después se aplica en otra… Por ejemplo, el 70% de los ensayos clínicos sobre el tratamiento del infarto de miocardio agudo excluyen, por protocolo, a los mayores de 70 años, pero resulta que el 70% de las muertes por infarto de miocardio suceden en mayores de 70 años. Y lo mismo ocurre con antiinflamatorios, antihipertensivos…”(Joan Ramón Laporte)El futuro robado a la ciencia españolaCortes de Cádiz 2012

La lucidez de aportar una salida al callejón sin salida a la que se aboca la ciencia española y erigirse, quizás sin quererlo, como portavoz de lo que pensamos amplísimos sectores dinámicos y productivos de nuestra sociedad, le correspondió a un académico.«Sin desarrollo científico se cae en el colonialismo político, económico y cultural»

Se trata de José Manuel Sánchez Ron, miembro de la Real Academia Española y catedrático de Historia de la Ciencia en la Universidad Autónoma de Madrid. Reproducimos, por su interés, extractos del artículo de opinión titulado Ganar el futuro a través de la ciencia (El País, 8 de mayo de 2012).

Al menos dos cosas nos unen a los países hispanoamericanos: el idioma, por supuesto, y unas contribuciones a la ciencia que no se corresponden con una comunidad formada por algo más de 400 millones de personas con una larga historia a sus espaldas.

….Como manifestó en octubre de 1954 uno de los grandes científicos hispanoamericanos, el médico y fisiólogo argentino, Premio Nobel de Medicina en 1947, Bernardo Houssay: “El desarrollo científico es condición de libertad, sin él se cae en el colonialismo político, económico y cultural; además se vive en la pobreza, ignorancia, enfermedad y atraso. Estamos en una era científica y la ciencia es cada vez más importante en la sociedad y rinde más y mejores frutos. Es indispensable su cultivo para que un país tenga bienestar, riqueza, poder y aun independencia”.

… Lo que quiero sugerir aquí es que España proponga y lidere un proyecto de cooperación en investigación científica con las naciones hispanoamericanas (incluyendo también, si se cree conveniente, Brasil y Portugal). Un proyecto de colaboración en pie de igualdad, sin pretender ocupar una posición preferente, pretensión, por otra parte, que no se correspondería con la situación actual en todos los casos (Argentina, por ejemplo, aventaja a España en esfuerzos en I+D, y México en una nación con un gran potencial).

…No se trata que España descuide —no digamos ya abandonar— los caminos científicos que mantiene en la actualidad en Europa o en otros centros de élite, sino que haga de la colaboración científica hispanoamericana un proyecto preferente. ¿Por qué? En primer lugar, porque reforzar las relaciones, en el ámbito que sea, con Hispanoamérica no hará sino mejorar la posición internacional de España… ayudar a que no se nos vea en las naciones hermanas del otro lado del Atlántico como tanto tiempo se nos vio: una nación que ve a Hispanoamérica como un extenso y rentable mercado.

…Se trataría en mi opinión de seleccionar como campos de investigación comunes… aquellos de los que quepa esperar con cierta rapidez retornos socioeconómicos; campos como, acaso, los vinculados al medio ambiente, combustibles, energías alternativas, medicina, química o comunicaciones… más aún en la actual coyuntura en la que tantas limitaciones se nos está imponiendo.

…aunque la calidad de la ciencia española haya mejorado notablemente, su grado de excelencia (el que realmente genera poder socioeconómico) no nos permite codearnos con los grandes países de la ciencia. Hemos avanzado, sí, pero ¿ha disminuido la distancia relativa que nos separa de ellos? Una distancia relativa que no se mide necesariamente en los denominados “índices de impacto”.

El próximo mes de noviembre se celebrará en Cádiz una nueva Cumbre Iberoamericana. No estaría mal que España introdujera en la agenda de esa reunión la posibilidad de aunar esfuerzos en investigación científica. No sólo constituiría una buena apuesta de futuro, también sería, simbólicamente, un justo homenaje a las ideas que animaron a los diputados españoles e hispanoamericanos que elaboraron en aquella noble ciudad la Constitución de 1812.

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