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Todo el mundo reconoce ya que España está abocada a un largo período de bajo crecimiento y un altísimo nivel de paro. Lo peor no ha pasado, como dicen los ministros y el propio Zapatero, sino que la situación del pueblo trabajador sigue empeorando.
Sólo en el terreno del desemleo lo que se anuncia es más paro durante todo este año y aún el que viene hasta instalarnos, por tiempo indefinido, en esa cuota del 20% cada vez más cerca según la Encuesta de Población Activa (EPA), con 4,5 millones de parados oficiales inscritos en el INEM y por encima de los 5 millones de parados reales; con cada vez más parados de larga duración sin ninguna perspectiva de empleo; cada vez más parados sin prestaciones y con más familias con todos o algunos de sus miembros parados viviendo de las míseras subvenciones de los 426 euros.Al igual que las grandes oligarquías financieras mundiales están dejando caer a España hasta donde determine su propio peso económico, el puñado de banqueros y monopolistas que dictan al gobierno la política económica de nuestro país está dejando caer el paro hasta donde sea preciso para lograr, junto con las demás medidas económicas (reforma laboral, aumento de impuestos, recorte en las pensiones…), su objetivo de rebajar el 25% de los salarios y las rentas de la mayoría de la población y su trasvase a las cuentas de la oligarquía española y extranjera.El paro se ha convertido en la vía más drástica y dolorosa impuesta por la oligarquía española para que conseguir que los costes de la degradación de nuestro país a una tercera división mundial, junto a países como Grecia, Portugal o Irlanda, se carguen en las espaldas del pueblo trabajador.Una contribución brutalmente drástica: 4,5 millones directamente ya han dejado de percibir salarios, transfiriendo al Estado los costes de su subsistencia a costa de seguir hipotecando el país. Pero además ¿cuántos millones de trabajadores verán reducidas sus pensiones por los periodos que van a estar en el paro? No es una maldición bíblica Banqueros, monopolistas, la gran patronal de la CEOE, la clase política, los organismos internacionales y los grandes medios de comunicación presentan este dramático incremento del paro como algo inevitable, una especie de “maldición bíblica” por la crisis a la que hay que resignarse.Pero no es así, el nivel de paro y su prolongación en el tiempo es parte del duro plan de ajuste que han preparado para trasladar los costes de la crisis a la inmensa mayoría de la población. La política económica y las reformas del gobierno no tienen como objetivo acabar con el paro -eso sólo podría hacerse poniendo todos los recursos del país al servicio de la inversión productiva y no al rescate de la banca- sino dejarlo ir hasta donde sea preciso para reducir globalmente, al menos ese 25%, la masa salarial.Como venimos planteando desde las páginas del De Verdad, sí se podría hacer otra política contra la crisis que favorable al conjunto de la población, que acabara con el paro creando riqueza y empleo. Una política basada en la devolución del dinero del rescate y un plan de ahorro del 20% en los gastos y el despilfarro de las Administraciones para dedicarlo a la inversión productiva. Una reforma salarial para redistribuir los salarios con la fórmula: nadie menos de 1.000 euros al mes, pero nadie más de 10.000. Una reforma fiscal para que paguen más las grandes fortunas, banqueros y monopolistas. En definitiva, una política que pusiera todos los recursos del país, incluidos los de la banca, nacionalizándolos, al servicio de crear riqueza y empleo.