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La verdadera responsabilidad europea en Ucrania

La sangrienta parodia del 89 que actualmente transcurre en Ucrania, se entiende a la luz de lo que queda de aquella ideología – “falsa conciencia” – europea luego de la caída del Muro de Berlin, de lo que sobrevive de los ofrecimientos de occidente a las capitales de Europa occidental del socialismo implosionado e irrepetible. Aquel histórico fin, material, social y político acompañó significativamente la construcción de la unidad europea y sus promesas. ¿Queda muy poco de la ideología del post 89? Todos los países europeos que la constituyeron y se convirtieron en miembros de la Unión, han vivido y viven un coercitivo fracaso de las grandes promesas realizadas al este y al oeste. Europa desde que es solo una moneda común se halla para sobrevivir en permanente conflicto interno, dividida en países virtuosos y viciosos, con tratados generales y políticas institucionales y gubernamentales que defienden los intereses financieros y deprimen a las poblaciones hasta límites de miseria. Reduciendo las políticas de gobierno a la gobernabilidad, sancionando constituciones, centralizando autoritariamente las políticas de gastos y haciendo nuevos recortes al bienestar e introduciendo nuevos vientos de privatización (sin tener en cuenta el fracaso de las precedentes) Sin olvidar que todo ese post 98 no se ha desarrollado “en paz” porque Europa ha utilizado la guerra a través de la OTAN, para compactarse enseguida como lo muestra el caso de los Balcanes y solo hace seis años, con la crisis de Georgia en 2008.Ahora bien, el Este de Europa alertada y reacia a creer en las promesas europeas ha reestablecido hace un tiempo su relación con su ex convertida en enemiga Rusia y directamente con los EEUU, que usan la oportunidad como una espina clavada en el flanco de la Unión europea. ¿Recuerdan la coincidencia de todos los países del Este contra la opinión de los líderes del viejo continente, sobre la guerra de Bush en Irak en 2004? ¿Invoca esto la precipitación de una guerra civil en Ucrania? ¿Por qué se ha llegado a este punto sin retorno? Porque, exactamente, la Unión Europea en el vórtice de su crisis económica y política dentro de la crisis financiera global ha renunciado, con sus problemas internos, a sus atractivos externos, reduciendo a mera burocracia la ampliación de su proyecto. Efectivamente ¿cómo es posible proponerse como referente si lo que se ofrece es solo una Europa monetaria que excluye y somete y no una realidad supra nacional solidaria como lo había prometido? ¿ Es esta la Europa realizada? ¿Es esta la Europa a la que quiere adherir, a cualquier costo, Maidan en Kiev y en toda Ucrania? En suma ¿es creíble que sea esta una verdadera reivindicación frente a una realidad visiblemente rechazable? ¿En la convicción de que una adhesión implicaría mayores e insoportables costos sociales en un país dividido entre este y oeste, apretado por los recortes al bienestar y bajo el hacha del FMI? Se considera que el origen del conflicto ucraniano es el rechazo al requerimiento de adhesión a la UE llegado desde Bruselas y rechazado por el presidente Viktor Yanukovich, comprometido en realidad a buscar el equilibrio entre Moscú y Bruselas y el gobierno ucraniano –democráticamente elegido y debidamente cerificado por observadores internacionales de la UE, que recuerda a Gorbachov y Lech Walesa. Pero ¿cuál es el ofrecimiento que ha hecho la UE para convencer a ese gobierno rebelde que pedía apoyo para su dramática crisis frente a las ofertas que venían de Moscú? Bruselas le ha ofrecido sus “magníficas y progresivas salidas”, es decir nada o tal vez peor, estableciendo lejanas fechas de adhesión y poniendo de relieve sus propias dificultades económicas y diferencias. Siendo así, como reacción el gobierno legitimo de Kiev, solicitó y obtuvo de Vladimir Putin, el hombre fuerte de Moscú, un préstamo de 13 mil millones más un 2% de descuento sobre las importaciones de gas. Y Putin está claramente interesado en mantener el liderazgo ruso pero no en el Caribe, sino en sus confines, en una realidad a todos los efectos rusa. Pero las instancias filo europeas fueron establecidas de tal manera que en efecto se disolvieron rápidamente al sol. En la plaza Majdan ha surgido en el seno de la protesta inicialmente social, un extremo nacionalismo descontrolado con un núcleo fuertemente organizado de los movimientos de extrema derecha, antirrusos como antiguamente antisoviéticos que exaltan la mítica figura de su líder Bandera, aliado de los nazis de la Segunda guerra mundial. En Kiev, no existe sin embargo en la plaza Occupy Ucrania, ni Syriza capaz de enfrentar a Alba Dorada. De modo que la impresión es que se ha producido el nacimiento de un movimiento antagónico propio de la izquierda europea e instrumento condicionante, a títulos varios, de los gobiernos occidentales y de la Comisión UE. Mientras se recupera el ícono de Julia Timoshenko, olvidando que no se trata de una disidente política sino de una oligarca mafiosa, zarina del gas ucraniano, encarcelada por haber favorecido, cuando estaba en el poder, los intereses rusos, con el objetivo de su propio enriquecimiento cuando trataba con Putin sobre los costos energéticos. Ahora entre las barricadas y los pelotones paramilitares que ensalzan a Europa y frente a tantos pedidos – se lamentan demasiado – Europa “solo mira” y no “se precipita a morir por Kiev”. Traten de levantar una barricada o una carpa en Times Square. Lo hizo Occupy y hubo centenares de arrestos. Mientras tanto tampoco se mantienen mirando los EEUU. Se mantiene desde diciembre el tour de los senadores republicanos en la plaza Majdan y sobre todo de John Mac Cain ex candidato a la presidencia de los EEUU que no ha dudado en reunirse con los peores líderes antisemitas provocando una dura reacción de la comunidad judía estadounidense. Y desde la Conferencia europea sobre la seguridad John Kerry lanzó su “incondicional apoyo “a la protesta, después de haber recibido en Munich al ex púgil Vitali Klischko – cuyo partido Udar está financiado por la Fundación Adenauer aliada de la CDU – y el ex ministro y ex jefe del Banco Nacional Arsenij Yatsenyuk, el fiel ejecutor de Julia Timoshensko, la enemiga jurada de Víctor Yushenko, el verdadero líder de la “Revolución naranja”. El pueblo de Majdan grita con cierta razón, que Yanukovitch es un “oligarca criminal”: pero ¿qué otra cosa son sino oligarcas criminales de la misma pasta muchos líderes de la oposición que ya no logran controlar las fuerzas de extrema derecha que han convocado, las cuales se arman y disparan contra las sedes institucionales?

Con una mirada vengativa por el caso Snowden, los EEUU están estudiando sanciones diplomáticas (he aquí una vuelta a la ex Yugoslavia). Yanukovich ha hecho el resto, primero sancionando leyes liberticidas –muy parecidas a las de Moscú pero tan liberticidas como las de la europeísima Hungria– sobre la prohibición de manifestar aunque luego dio marcha atrás: retiró las leyes opresivas, renunció el gobierno de Azarov y finalmente concedió la amnistía a todos los manifestantes detenidos. A pesar de todo, el país, con sus históricos enfrentamientos entre el este y el oeste, está ante el precipicio de la secesión y espera la declaración del estado de emergencia. Un precipicio propicio; Occidente y los EEUU no tienen otro modelo que el de Yugoslavia, el divide y vencerás, para el resto del mundo. Los protagonistas europeos del desastre yugoslavo, ya avivan el fuego: desde Carl Bildt en Alemania que recibe a la oposición – ¿delegada por quién para representar a la UE? – y amenaza con sanciones. La cumbre de ministros de la UE se iniciará con el tema de la crisis ucraniana. El “déjà vu” está al caer. Por de pronto ya pasó por Majdan, Bernard Henry Lévy ¿Para cuándo el bombardeo de la OTAN?

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