La ultraderecha mundial hinca la rodilla ante Trump

La Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) ha dado grandes momentos que pasarán a la historia: a la historia de la pleitesía, o de la vergüenza ajena. Pero que no nos deslumbren las loas a Trump, ni las embarazosas muestras de pleitesía. La internacional de la extrema derecha trumpista tiene una agenda política... para EEUU y para el mundo.

Reunidos en torno a la figura de Donald Trump, la extrema derecha de todo el mundo se reúne en Washington para rendir pleitesía a su líder y mesías, así como para poner en común sus ultrareaccionarias y agresivas agendas políticas e ideológicas

«¡Aleluya!. ¡Hosanna en el cielo!. ¡Nuestro salvador Donald Trump ha vuelto y camina entre nosotros!». A tenor del ánimo eufórico, y también de exaltada devoción, palabras como estas podrían haberse coreado en el gran aquelarre anual de la ultraderecha mundial, la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) del partido republicano, para más inri celebrado en casa, en Washington. En realidad se gritaron consignas más prosaicas, como “Estamos de vuelta”, “América renace”, “¡Luchad, luchad, luchad!” o “Make América Great Again”, adornadas con un buen número de saludos nazis, pero ustedes ya me entienden.

Hace años que este cónclave, que se celebra cada febrero en un centro de convenciones al sur de la capital norteamericana, ya ha dejado de ser lo que antiguamente era -una reunión de intercambio de ideas del Partido Republicano- para ser una especie de cumbre de los partidos ultras de medio planeta, especialmente de Europa y América Latina, aunque la CPAC también tiene «franquicias» en países como Japón o Corea del Sur.

Steve Bannon, antiguo asesor de Trump y una de las principales figuras de la extrema derecha norteamericana, tampoco se cortó haciendo el saludo nazi

En el evento de este año encontramos a los líderes ultras de casi toda la UE, entusiasmados con el retorno del republicano a la Casa Blanca y con la idea de montar una franquicia del trumpismo 2.0 en sus propios países. En la CPAC 2025 estaba Jordan Bardella, presidente de Reagrupamiento Nacional, delfín de Marine Le Pen y joven promesa ultra francesa, los primeros ministros Robert Fico (Eslovaquia) y Hristijan Mickoski (Macedonia del Norte). También el exprimer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, del partido Ley y Justicia (PiS). Faltó el húngaro Viktor Orbán, pero estaba su vicario, Balázs Orbán. Tampoco estaba la italiana Giorgia Meloni, aunque se anunció su intervención por videoconferencia. Y por supuesto, aplaudiendo a la espera de un poco de atención estaba Santiago Abascal, líder de Vox; Nigel Farage, la cara más visible de la ultraderecha pro-Brexit. Aunque también estaba invitada Alice Weidel, la líder de los neonazis de Alternativa por Alemania, la cercanía de la cita electoral le impidió asistir.

Los ultras de América Latina también estaban bien representados con un eufórico Javier Milei, pero tampoco faltaron fascistas como el líder de la ultraderecha mexicana, Eduardo Verástegui, que no quiso reprimirse e hizo un saludo nazi, lo mismo que una vieja gloria del trumpismo, el gurú de la alt-right norteamericana y antiguo consejero de Trump, Steve Bannon.

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Como perros con su hueso

Elon Musk exhibiendo la “motosierra” de los recortes que le regaló un desencajado Javier Milei.

La CPAC ha dado grandes momentos que pasarán a la historia: a la historia de la pleitesía, o de la vergüenza ajena.

La primera la protagonizó el argentino Javier Milei, tan desencajado de emoción que parecía no poder contener su uretra. El ultra irrumpió en el escenario de la CPAC con un “regalo” para Elon Musk: una motosierra (para que el magnate haga estragos al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental, DOGE) y buscó en todo momento, con la espalda doblada, los gestos de aprobación del CEO de Tesla. Le hará falta exhibir la cercanía al imperio para lidiar con el «quilombo judicial» que se le viene encima tras su implicación en la milmillonaria criptoestafa de $Libra.

Trump tuvo a bien felicitar a “Obescal” por su “gran trabajo

La segunda escena es para nuestro Santiago Abascal, que por fín, tras años de duros servicios, consiguió que el jefe lo felicitara en público, delante de las cámaras de todo el planeta. Trump se refirió al líder de Vox, Santiago «Obescal» -¡chúpate esa, Jose María ‘Ansar’!– como “un gran tipo” y le felicitó por “su gran trabajo”, ante un nervioso ultra tan satisfecho como un perro al que le han tirado un hueso.

Son y quieren ser los vasallos de EEUU, sus vicarios, sus sucursales.

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Los objetivos del aquelarre

Si bien la exaltación -patética, servil, casi religiosa- de Trump y del trumpismo son lo más llamativo de la CPAC, sería miope quedarse allí. En la cumbre se habló de política, de un proyecto propio de una clase, la burguesía monopolista norteamericana, que con Trump ha lanzado una activa ofensiva planetaria. Como ya pudimos ver en la reciente reunión de Madrid del Eurogrupo ‘Patriots’, detrás del seguidísmo desvergonzado de la extrema derecha mundial respecto a Trump no sólo está la intención de emular el ultrareaccionario programa ideológico y político del trumpismo en cada país de Europa. Son y quieren ser los vasallos de EEUU, sus vicarios, sus sucursales.

En la CPAC se hizo explícito el objetivo de la cumbre. En línea con lo que dijo en la Conferencia de Seguridad de Múnich el vicepresidente de EEUU, JD Vance, la consigna es «internacionalizar» la revolución ultraconservadora con la que aspiran a cambiar el rostro de EEUU.

Es decir, impulsar la implantación en cada país de un hiperreaccionario y agresivo modelo económico y social al servicio de maximizar la explotación y el control por parte de las clases dominantes, al tiempo que se refuerza la vinculación a los centros de poder de Washington.

Un modelo social que en primer lugar arremete contra la clase obrera y trabajadores inmigrantes con una agresividad desconocida, poniéndolos en el centro del odio. Unas políticas extremadamente xenófobas que sin embargo no buscan la expulsión de todos los migrantes, cuya mano de obra superbarata sostiene sectores clave.

El objetivo no era la adoración de Trump, sino promover un hiperreaccionario modelo económico y social al servicio de maximizar la explotación y el control de EEUU

Se oprime para explotar. Buscan crear una sub-clase obrera migrante, segregada y marginada, fácilmente marcada por u color de piel o por su origen extranjero, a la que someter a condiciones de hiper-explotación, multiplicando la extracción de plusvalía. Las cacerías, las deportaciones masivas… buscan crear el clima de terror necesario para “disciplinar” a los obreros migrantes.

Un modelo social que además promueve despiadadas políticas turbo-neoliberales: fuera impuestos a bancos, monopolios o grandes fortunas, fuera limitaciones sociales o medioambientales al máximo beneficio, fuera todo lo que huela a política social y progresista -sanidad, educación, pensiones, igualdad-, tildado despectivamente como ‘woke’. Desmantelando los restos de los «Estados del Bienestar» para poner una alfombra roja a la más despiada explotación capitalista.

Esta es la motosierra económica y social que Milei o Musk están aplicando, y cuyo libro de instrucciones se han llevado todos los asistentes a la CPAC, para que sean los furiosos arietes de estas reaccionarias políticas.

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