Rusia se queda sin el monopolio de la energí­a en la UE

La UE aprueba la cláusula anti-Gazprom

Ucrania será, sin duda alguna, el primer escenario en que se probará el nuevo sistema europeo. La declaración que este paí­s y la UE firmaron hace poco en Bruselas, con vistas a la modernización de la red ucraniana de gasoductos, responde plenamente a la letra y el espí­ritu del «tercer paquete». En cuanto esta red pase al control de algún operador europeo, Gazprom se verá obligado a vender su combustible en la frontera ruso-ucraniana y no podrá controlar su ulterior trasiego a Europa.

Como «un aquete de problemas para Gazprom» califica hoy el diario ruso Kommersant el denominado «tercer paquete energético» que el Parlamento Europeo aprobó la ví­spera por mayorí­a abrumadora. La implementación de este plan, que apunta a liberalizar el mercado del gas y la electricidad en Europa, significa que el monopolio gasí­fero de Rusia difí­cilmente podrá acceder a los consumidores finales y hacerse con el control de las redes de distribución europeas. Es poco probable que Moscú consiga en un futuro previsible cambiar el gas por la influencia polí­tica en Europa.El «tercer paquete energético» obliga a las empresas vendedoras del gas y la electricidad a autorizar, en igualdad de condiciones, el acceso de otras empresas a sus redes de distribución para evitar que los precios sean inflados artificialmente. Con todo, los paí­ses miembros de la UE podrán escoger entre tres modelos diferentes que persiguen un objetivo único: separar el transporte y la producción en los sectores del gas y la electricidad.El primer esquema contempla la separación de la propiedad de los operadores verticalmente integrados, tales como Gazprom. El segundo modelo permite a estas compañí­as mantener los activos pero prevé la creación de un «gestor de red independiente» y un «gestor de transporte independiente» (ISO e ITO, por sus siglas en inglés, respectivamente). El tercer modelo también establece que las empresas integradas verticalmente podrán preservar su propiedad siempre y cuando se garantice el principio de gestión separada en diversas áreas relacionadas con el control de redes y se introduzca un «órgano de vigilancia».El documento señala explí­citamente que estas normativas serán aplicables a empresas de terceros paí­ses que trabajan en la UE, y que las autoridades de cualquier Estado comunitario podrán denegar el acceso a su mercado interno a una compañí­a que no responda al requisito de separación del transporte y la producción o ponga en peligro la seguridad del suministro energético a los paí­ses miembros.A la larga, Gazprom podrá cumplir el primer criterio, pues no se contradice con su plan de reforma. En cuanto al segundo requisito, tiene un carácter más bien polí­tico.Portavoces de Gazprom rehusaron ayer comentar la adopción del «tercer paquete» pero es evidente que las nuevas normativas dan al traste con el antiguo sueño corporativo de asegurarse el acceso directo a los hogares europeos. Incluso si Gazprom consigue implementar sus ambiciosos proyectos, como Nord Stream, ya no tendrá la influencia polí­tica a que aspiraba en Europa, aparte de que la liberalización del mercado dará un impulso a la búsqueda de rutas y proveedores alternativos. Polonia, por ejemplo, ya firmó con Qatar un contrato de 20 años para la importación del gas natural licuado (GNL) y Croacia anunció ayer la decisión de construir una terminal de GNL en el lugar al que Gazprom planeaba originalmente tender su gasoducto South Stream.»Las empresas distribuidoras del gas tendrán que ser más flexibles en cuanto a los precios y la calidad del servicio. Ganarán las que se contenten con reducir los márgenes», augura el experto Mijaí­l Korchemkin, de East European Gas Analysis. El nuevo reglamento ofrece a los consumidores la oportunidad de comparar precios y cambiar de proveedor dentro del plazo de tres semanas.Es sintomático que la Eurocámara adoptó su «tercer paquete» al dí­a siguiente de que el Kremlin publicó en su web un Concepto que sugiere reformular las bases legales de la seguridad energética global. Korchemkin piensa que la UE dio un paso en la dirección contraria a la que le proponí­a Rusia: «Un mercado gasista sin competencia entre productores, con precios regulados, distribución predecible y estructura verticalmente integrada desde el pozo al usuario final, a lo Gazprom, tiene escasa actualidad para los europeos».Ucrania será, sin duda alguna, el primer escenario en que se probará el nuevo sistema europeo. La declaración que este paí­s y la UE firmaron hace poco en Bruselas, con vistas a la modernización de la red ucraniana de gasoductos, responde plenamente a la letra y el espí­ritu del «tercer paquete». En cuanto esta red pase al control de algún operador europeo, Gazprom se verá obligado a vender su combustible en la frontera ruso-ucraniana y no podrá controlar su ulterior trasiego a Europa.»Los intentos de limitar las actividades de Gazprom en el mercado europeo y politizar los suministros de gas, que entran totalmente en el ámbito económico, no producirán buenos resultados», dijo el consejero delegado Alexei Miller en un comunicado luego de reunirse con los embajadores de la Unión Europea en Bruselas.»No deben olvidarse que estamos buscamos nuevos mercados, como América del Norte y China», expresó Miller. «No es casualidad que esté creciendo la competencia por los recursos energéticos».Por su parte, la Comisión Europea le exigió ayer a la empresa que «cumpla sus compromisos» sin dejar de demostrar una renovada preocupación por el abastecimiento energético del bloque: Rusia abastece el 25% del gas consumido en Europa.La tácticas empleadas por Gazprom con respecto a Ucrania persuadieron a muchos paí­ses europeos, con Francia al frente, a exigir a Rusia la ratificación de la Carta Internacional sobre Energí­a, que le obligarí­a a abrir sus gasoductos a la competencia extranjera.Francia planteó la idea en la reunión de ministros de Finanzas y Energí­a del G8 a principios de año, provocando dura oposición de Rusia, que en su primera presidencia del G8 ha elegido «la seguridad energética» como tema de discusión.Sin embargo, también hubo palabras tranquilizadoras. Gazprom pidió que no hubiera «dudas» sobre su disposición a seguir siendo «el garante de la seguridad energética de los consumidores europeos». Además, Rusia aún no posee gasoductos a Asia ni fábricas de gas natural licuado para exportarlo a Estados Unidos.Fidor Lukianov, director de la revista rusa «Rusia en la polí­tica global», afirma que el ultimátum es una especie de «artimaña»: «Rusia de hecho no tiene alternativas. Se pueden construir a ritmo acelerado gasoductos a China, obra que requerirá varios años. Tampoco cabe olvidar que China es un socio nada fácil de tratar. Por ello, no se debe confiar en poder vender todo el gas a China y, además, a precios ventajosos», consigna Lukianov.Rusia con la pasada guerra del gas, dio un golpe de mano, haciéndole ver a Europa cuanto depende de la energí­a procedente de Rusia. Ha llevado un camino para llevar a Europa a su redil. Con los dos nuevos oleoductos que proyecta y con los acuerdos con la Italiana Enel y la Alemana Eon. Gazprom pasarí­a a controlar todos los segmentos de la comercialización del gas. La nueva normativa aprobada, es un duro golpe a sus planes de monopolizar el mercado energético europeo.

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