Selección de prensa nacional

La tormenta perfecta

Según publica hoy el columnista Fernando Ónega en La Vanguardia, en España se están creando las condiciones que los metereólogos definen con el concepto de «la tormenta perfecta». Es decir las condiciones climáticas que hacen posible el estallido de una tormenta de colosales dimensiones. ¿Cuáles son estas condiciones en la actual situación del paí­s?

Para Ónega dos. Unas “mareantes” turbulencias económicas de las que estamos asistiendo quizás sólo a sus rimeros síntomas. Y en lo político la debilidad de un gobierno, inerme y sin capacidad de respuesta ante la crisis al que además los resultados del 1-M lo han dejado en la más absoluta soledad parlamentaria. “El gobierno más débil para la situación más crítica”, así resume la situación el articulista. Para a continuación preguntarse cómo es posible combinar esta debilidad del Gobierno con las “soluciones fuertes” que a su juicio requiere la economía. Y sólo ve dos salidas, que en realidad se reducen a una. En primer lugar un cambio de gobierno. Lo que quizás podría a zapatero un nuevo impulso político a corto plazo, pero no resolver la situación de fondo de sus debilidad política y parlamentaria. Lo que conduce directamente a la segunda salida, en la dirección d elo planteado ayer por el presidente del BBVA; un gran pacto nacional de gobierno, oposición, sindicatos y patronal para afrontar la situación. Pero esto, según el autor, sólo será posible si un gran clamor nacional se impone por encima del enfrentamiento Zapatero-Rajoy. ¿Clamor nacional o mandato de los poderes fácticos, preguntamos nosotros? A esta misma cuestión dedica El Correo una de sus dos editoriales. Recogiendo el llamamiento de ayer de Francisco González –como no podía ser menos en un diario históricamente tan unido a los máximos accionistas del BBVA–, El Correo, sin embargo, también lo considera difícil por las “discrepancias que vienen alejando a las fuerzas políticas y, en concreto, a Gobierno y PP”. El director de La Vanguardia, José Antich, por su parte analiza la más que previsible formación de un gobierno en Euskadi encabezado por Patxi López y con el PNV en la oposición. Y advierte de cómo incluso un buen resultado electoral puede acabar convirtiéndose en una pesadilla dependiendo de cómo se sepa gestionarlo: “la política a veces es como un billar americano: das a una bola y si no eres buen jugador es difícil adivinar cómo se moverán las demás sobre la mesa”. ¿Son Patxi López y Zapatero buenos jugadores de billar?, es la pregunta que el director de La Vanguardia deja sobre la mesa. Opinión. La Vanguardia LA TORMENTA PERFECTA Fernando Ónega (…) La situación del país se resume en dos escenas que se han visto esta semana. La primera, en la junta de accionistas del BBVA. Su presidente, Francisco González, reclamó un pacto de Estado contra la crisis económica, porque "ningún gobierno ni ningún partido en solitario" puede resolver el drama que tenemos encima. La segunda, en el Congreso: el jueves se buscó desesperadamente a Duran Lleida porque los socialistas lo necesitaban, y Duran estaba fuera de cobertura. En ausencia de ese apoyo, los socialistas se tuvieron que plegar a los demás. Se está produciendo la tormenta perfecta: tal como temíamos hace meses, se han juntado, como en la famosa película, las dos crisis. En el aire frío, las mareantes turbulencias de la economía. En el aire caliente, la soledad del Gabinete Zapatero, de cuyos camarotes se han desprendido los últimos salvavidas de los vascos (…) "Tenemos el Gobierno más débil para la situación más crítica", oí en una conversación privada. No es cuestión de recrearse en cómo ha ocurrido todo, esa historia de engaños y desencantos. Sencillamente ha ocurrido. Las derrotas parlamentarias (cinco votaciones perdidas en una jornada) se ejecutan con el regodeo de hacerle morder el polvo, cada uno por una razón distinta. Y las preguntas dramáticas son tantas como las tormentas: ¿Cómo se hace compatible la debilidad del Gobierno con las soluciones fuertes que requiere la economía? Y, dado que sólo ha pasado un año de legislatura, ¿tenemos que pasar tres más así? ¿Alguien sabe lo que son mil días negociando cada resolución, cada proyecto, cada proposición de ley, cada votación y quizá perdiendo la mayoría? (…) A estas alturas de la tormenta, parece que las soluciones políticas se van reduciendo a dos: cambio de gobierno y un pacto equivalente a la gran coalición para asuntos de Estado. El cambio de equipo se ha vuelto a retrasar, se desprende de los deseos de continuidad de Solbes, según confesión propia. El gran pacto tropieza con la miseria: ni Zapatero quiere dar su brazo a torcer, ni Rajoy, ante la última y mejor oportunidad de su vida, parece dispuesto a dejar de ver hundirse a Zapatero. Si se dan la mano, será, sencillamente, por vergüenza torera y por respuesta a un clamor nacional (…) Editorial. El Correo ACUERDO Y CLARIDAD La profundidad de la recesión, el impacto de las disfunciones en los mercados financieros y las consecuencias sobre el correcto funcionamiento del sistema bancario han generado un comprensible estado de preocupación que los sucesivos remedios paliativos no han logrado disipar. El llamamiento realizado ayer por el presidente del BBVA, Francisco González, para labrar un gran consenso como única fórmula de responder a una crisis que no dudó en calificar de «emergencia nacional» no debería ser desatendido, como lo han sido otras apelaciones en la misma línea, por efecto de las discrepancias que vienen alejando a las fuerzas políticas y, en concreto, a Gobierno y PP; divergencias que amenazan la virtualidad del diálogo partidario y del emprendido por el resto de agentes económicos y sociales para propiciar acuerdos de calado. No obstante, y en tanto no se produzca un diagnóstico menos distante sobre la gravedad de los problemas y el modo de intentar atajarlos, sí cabe reclamar que la identificación de las dificultades presentes y futuras se efectúe con la suficiente claridad para evitar que su sola mención pueda acabar ahondando una desconfianza persistente. Este requisito resulta indispensable cuando afecta a la situación de nuestro sistema financiero. Distintas declaraciones en las últimas semanas han incidido en la posibilidad de que acabe siendo necesaria una intervención pública, de carácter impreciso, para rescatar a aquellas entidades potencialmente más vulnerables ante las exigencias de un fuerte endeudamiento y el repunte de la morosidad. La advertencia ayer del vicepresidente Solbes de que aquéllas que se muestren incapaces de superar su insolvencia no podrán seguir siendo jugadores del sistema por el bien del mismo abunda en unos argumentos que, aun siendo razonables, tienden a agudizar el desconcierto dado que siguen lanzándose por ahora en un terreno más teórico que práctico. Si el Gobierno contempla esta hipótesis debería expresarse, o bien con mayor cautela, o bien anticipando de forma menos ambigua qué escenarios prevé y cómo pretende encararlos. Algo aún más ineludible cuando se trata de presentar la fortaleza exhibida por la Banca española como un referente en la remodelación del sistema financiero internacional (…) EL CORREO. 14-3-2009 Carta del director. La Vanguardia PATXI LÓPEZ AVANZA José Antich COMPLETADAS las dos rondas de PNV y PSE con los partidos parlamentarios de la Cámara vasca, hay que concluir que todo va más rápido de lo previsto y el socialista Patxi López avanza como un cohete hacia la presidencia del Gobierno de Vitoria. A un lado ha quedado la colaboración histórica entre PNV y PSE, ciertamente interrumpida en muchas ocasiones pero sin fracturas graves que impidieran, como parece ser este el caso, su recomposición. Esta situación entre socialistas y nacionalistas ha llevado seguramente a despejar mucho más rápido de lo previsto el horizonte y a sellar lo que hoy se vislumbra de manera inequívoca como un futuro compartido entre el PSE y el PP en el País Vasco. El diabólico resultado del pasado 1 de marzo dejó a los socialistas la presidencia del Ejecutivo autonómico al alcance de la mano, aunque para ello tengan que aliarse con su adversario en España (el PP) y romper amarras con su socio parlamentario (el PNV). La política nunca es lineal y algunas veces incluso el mejor resultado posible también puede acabar siendo, depende de cómo se gestione, una pesadilla en el medio plazo. Pero Patxi López ha dado muestras más que sobradas desde la misma noche electoral de querer correr este riesgo, Zapatero no ha tenido margen para navegar a contracorriente –tampoco parece que lo haya intentado– y no se atisba un horizonte preciso sobre cómo asegurar la estabilidad en el País Vasco si no hay cesiones de los socialistas a los populares. Habrá que seguir los movimientos con atención, ya que la política a veces es como un billar americano: das a una bola y si no eres buen jugador es difícil adivinar cómo se moverán las demás sobre la mesa. LA VANGUARDIA. 14-32009 Opinión. Público UNA MALA NOTICIA SOBRE LA INMIGRACIÓN Antonio Izquierdo La mala noticia que hoy cumple analizar es que ha menguado la llegada de familiares de inmigrantes (…) La idea de fondo es que, precisamente ahora, hay que favorecer que vengan las familias de los solicitantes que reúnan los requisitos. En tiempos de crisis económica, parece que todo lo que sea reducir cualquier flujo de inmigrantes es bueno, sin pararse a pensar más en ello. Con mucho respeto por las opiniones contrarias, considero que, en este momento, la política inmigratoria no debería recortar el flujo de reagrupamiento familiar, sino enarbolar el principio de la preferencia por la instalación de sus miembros. La migración familiar como derecho y prioridad. Lo primero que conviene aclarar es si la disminución de familiares es fiable y cuáles son las causas. Porque los datos de reagrupación familiar están esparcidos por varios registros ministeriales y, hasta ahora, eran de dudosa calidad y de escasa profundidad. La pregunta es si la reducción se debe a un aumento de las denegaciones o a una rebaja de las solicitudes, amén de especificar si lo que ha perdido fuerza ha sido el reagrupamiento de menores, cónyuges o ascendientes. Es vital saber quién no viene y por qué. Los datos recabados por la Asociación de Solidaridad con los Trabajadores Inmigrantes y por el Centre d’Estudis Demogràfics muestran que entre los reagrupados dominan los menores (63 por ciento) y los cónyuges (33 por ciento), mientras que la proporción de ascendientes no llega al 3 por ciento. Cada reagrupador no atrae a más de dos familiares y, salvo excepciones, no se producen reagrupaciones en cadena. Si es así, las reagrupaciones se circunscriben al núcleo familiar y a su sostenimiento. Las denegaciones afectan más a los ascendientes que aún están en edad activa y a los hijos que están próximos a la edad de trabajar. Esta discriminación por edad es grave y va a impulsar las reagrupaciones informales de hecho, al tiempo que desestabiliza la socialización de los hijos y su resultado escolar. También hay que esclarecer los motivos por los cuales existe una diferencia notable según provincias entre solicitudes, concesiones y los reagrupamientos que efectivamente se llevan a cabo. Es necesario fijar cuáles son los medios de subsistencia, la vivienda adecuada y el grado de dependencia económica de los reagrupables para que las concesiones no se den a discreción. Hay buenas razones sociales, políticas y económicas para defender la preferencia familiar. Los familiares en edad activa son trabajadores complementarios en el hogar y en el mercado. Además, la instalación de familias responde a dos necesidades de fondo, a saber: el vacío demográfico y la incorporación de las mujeres españolas al mercado de trabajo. A lo que cabe añadir que el inmigrante solitario es más vulnerable y con la vejez aumentará su dependencia de los servicios de bienestar. Pero, sobre todo con la preferencia familiar, apostamos porque el millón de menores de hoy participe en una democracia que les necesita y en un país que sea el suyo. PÚBLICO. 14-3-2008 Opinión. El País DE CÓMO LLEGUÉ A SER NACIONALISTA Y FRENTISTA J. M. Ruiz Soroa Una de las acusaciones recurrentes de los nacionalistas periféricos contra cualquiera que discuta sus planteamientos y apueste por la unidad española es la de que, en el fondo, uno no hace sino hablar desde otro nacionalismo. Una acusación ésta en la que también se complace un cierto pensamiento de izquierda, para el que sólo existen en la palestra celtibérica nacionalismos en pugna. Con la acusación de frentista, por lo menos en Euskadi, está pasando algo parecido: si usted defiende que los partidos no nacionalistas pueden legítimamente llegar a apoyarse entre sí en el Parlamento para elegir lehendakari, está usted incurriendo en el mismo vicio que antes criticaba en los nacionalistas que han gobernado los últimos 10 años: es usted un frentista de tomo y lomo, aunque esta vez españolista. Pasa con estas acusaciones como con aquellas más antiguas que le achacaban por sistema al oponente un pensamiento ideológico: son imposibles de superar (…) Visto lo cual, he llegado a la conclusión de que lo mejor que podemos hacer los no nacionalistas vascos es admitir de plano la acusación: sí señor, somos nacionalistas y frentistas españoles. Asumir eso, sí, pero no por ello admitir que seamos iguales que ellos, sino plantear la diferencia de otra manera. Porque hay maneras distintas de ser nacionalista. Y también de ser frentista. Verán, nuestro nacionalismo español admite de plano la pluralidad nacional que existe en España y no tiene empacho en reconocer que conviven en ella variados sentimientos nacionales, y sobre todo, que debe institucionalizarse políticamente esa realidad mediante un Estado de inspiración federal. ¿Lo admiten ellos para nuestro pequeño país, o más bien afirman que, como decía el Plan Ibarretxe, el pueblo vasco es único y carece de minorías culturales en su seno? Nuestro españolismo reconoce que la sociedad peninsular no posee homogeneidad cultural, pero considera ese dato como algo valioso que debe conservarse (…) En nuestro frente se piensa que la política se basa sobre las relaciones de la común ciudadanía, no sobre la unidad de identidad. (…) Queremos el Gobierno no para imponer nada a nadie en el terreno cultural, sino para que se deje de imponer lo que debe ser libremente decidido por cada cual. Vamos a nuestro frente con la conciencia despierta de quienes saben que es su única e irrepetible oportunidad de gobernar bien, que si gobernamos de manera sectaria, como otros lo hicieron, no tendremos las prórrogas y oportunidades que a ellos se les concedieron a manos llenas. Reconocer nuestra provisionalidad es nuestra seña de identidad. Así es nuestro nacionalismo, nuestro frentismo. Si el suyo es igual, entonces háganme sitio porque mañana mismo me hago nacionalista vasco o catalán. Y si no lo es, como parece que no lo es, tendremos que encontrar nuevas palabras para distinguirnos. Porque no somos iguales. No señor. EL PAÍS. 14-3-2009

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