La siempre precaria amistad con EEUU

«Los medios informativos de EEUU no pierden oportunidad de calificar a China de «arrogante.» La primera potencia mundial insiste de continuo en su percepción de que China está preparándose en plan de revancha. Su despliegue de portaaviones cerca de China también genera una sensación de inseguridad entre los chinos.»

¿Puede China ver realmente a EEUU como amigo confiable y sincero? La resuesta parece escaparse entre los dedos cuando se evocan los recientes pasos estadounidenses en Asia. Es importante mantener amistad con EEUU, pero es también necesario tener cuidado de los riesgos potenciales. La comparación de fuerzas entre China y EEUU no ha cambiado: China sigue siendo la más débil. China necesita ganar más control, a la vez que pugna porque la relación bilateral no colapse. Para los políticos chinos esta no es tarea nada fácil. (DIARIO DEL PUEBLO) LA JORNADA.- En primer término, las cifras referidas ponen en perspectiva la persistencia en el sometimiento financiero del país respecto de agentes externos, ya sean organismos financieros internacionales o de los bancos privados que operan en el territorio, la mayoría de los cuales son filiales de corporaciones extranjeras. Dicha persistencia no es una buena noticia para el país y su población: debe recordarse que el otorgamiento de créditos por instancias como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, además de conllevar endeudamiento público y sacrificio para las mayorías, ha sido el vehículo para imponer, en México y en otros países, una preceptiva neoliberal que redunda en pérdida de soberanía monetaria y económica y en desequilibrios sociales China. Diario del Pueblo La siempre precaria amistad con EEUU En un reciente comentario publicado en The New York Times, el ex asesor estadounidense para la Seguridad Nacionale Zbigniew Brzezinski calificó la próxima visita en enero del presidente chino, Hu Jintao, a EEUU como “el encuentro sino-estadounindense de alto nivel más importante desde el viaje histórico de Deng Xiaoping, hace más de 30 años”. Las intenciones de Brzezinski de mostrarse amistoso hacia China podrían resultar del agrado de muchos chinos, pero sus comentarios pronto fueron refutados como “rayanos en lo banal” por Stephen Yates, ex funcionario de la Casa Blanca bajo la presidencia de George W. Bush. Para China, resulta poco menos que agotador mantener una amistad con su gran vecino del otro lado del Pacífico hoy en día. Las dos potencias están atestiguando un colosal volumen de intercambios comerciales, pero a pesar de ello, no logran esconder su desconfianza mutua. Los medios informativos de EEUU no pierden oportunidad de calificar a China de “arrogante.” La primera potencia mundial insiste de continuo en su percepción de que China está preparándose en plan de revancha. Su despliegue de portaaviones cerca de China también genera una sensación de inseguridad entre los chinos. La consabida argucia de “conmigo o contra mí” es frecuente apelativo para describir las relaciones globales entre las potencias. Sin embargo, es difícil aplicar tales estereotipos a la relación entre China y EEUU. Este último no es obviamente un enemigo de China, sino un gran socio en el proceso de reforma y apertura de China, que lo asume además como referencia respetada para alimentar su progreso social. Sin embargo, ¿puede China ver realmente a EEUU como amigo confiable y sincero? La respuesta parece escaparse entre los dedos cuando se evocan los recientes pasos estadounidenses en Asia. Es importante mantener amistad con EEUU, pero es también necesario tener cuidado de los riesgos potenciales. La comparación de fuerzas entre China y EEUU no ha cambiado: China sigue siendo la más débil. China necesita ganar más control, a la vez que pugna porque la relación bilateral no colapse. Para los políticos chinos esta no es tarea nada fácil. La relación entre China y EEUU es más compleja que los lazos existentes entre muchos otros países a través de la historia, como en los casos del Reino Unido y Alemania, o entre EEUU y la ex Unión Soviética. Con el fin de mejorar su relación con EEUU, es absolutamente importante que China mejore el nivel de vida de su población, a la vez que impulsa su proceso de reforma y apertura. ************************* Cuando las armas avanzadas no son un lujo exclusivo Los rumores sobre la salida del avión “invisible” chino, también denominado el “destructor de portaaviones,” ha estado acaparando titulares en la prensa de EEUU. Las relaciones sino-estadounidenses, que parecieron descongelarse un tanto al llegar el nuevo año, vuelven a darse de bruces con otro muro con este acontecimiento. Hay numerosas paredes interpuestas entre ambas potencias. Hay quienes parecen dispuestos a indicarles modos de soslayar tales obstáculos, mientras otros procuran empujarlas hacia un callejón sin salida. Resulta natural, como también ilógico, por partes iguales, que EEUU se preocupe de que China desarrolle nuevas armas. La mayoría de las potencias experimentan el prurito de mantener su superioridad de modo indefinido. China está creciendo aceleradamente, lo cual incide en la disminución inevitable de la ventaja militar que EEUU mantiene con respecto a ella. Sean o no ciertas las informaciones publicadas, de lo que sí no queda duda es de que, a largo plazo, China poseerá armas de primera clase, capaces de competir con la maquinaria bélica estadounidense, lo cual no significa, necesariamente, que China atacará a EEUU. La alharaca generada en la prensa norteamericana refleja la sorpresa generalizada por los progresos que ha alcanzado China en la esfera castrense. Esta brecha entre expectativa y realidad resulta peligrosa para las relaciones bilaterales y es merecedora de atención, tanto en Beijing como en Washington. Algunos incluso intentan estimar hasta qué punto podrá EEUU tolerar el desarrollo de China, especialmente en la esfera militar. Si China sobrepasara este umbral teórico, calculan estos pensadores, sería más fácil entonces aquilatar los peligros derivados de sus empeños modernizadores. Al parecer, EEUU no está preparado para lidiar con una superpotencia china. No puede aceptar el hecho de tarde o temprano el país asiático estará en posesión de armamentos de primera clase. En Washington se aferran demasiado a la vieja estructura de poderes, como parte de la cual China y otros países en vías de desarrollo han recibido un trato injusto por muy largo tiempo. Algunos diseñadores de políticas de EEUU prefieren confiar en el papel de sus portaaviones en el Pacífico occidental, como si estos navíos pudieran evitar el despegue del gigante dormido. En lo adelante, China enfrentará un dilema. Al elevar su voz en ciertas tribunas internacionales, se arriesgará a ser etiquetada como agresiva, o impositiva en exceso. Pero China no puede renunciar a sus derechos fundamentales. Será un procedimiento doloroso. Habrá muchas discusiones sobre el creciente poderío militar de China, que podrán tornarse incluso en protestas y críticas. China no debe sorprenderse por estos acontecimientos. Al igual que van tomando su curso nuestras crecientes fricciones con los países occidentales, así deberán aclimatarse a nuestro despegue las viejas potencias al uso. DIARIO DEL PUEBLO. 7-1-2011 México. La Jornada Endeudamiento público, beneficios inciertos Un informe elaborado por el Banco de México arroja datos cuando menos inquietantes sobre el creciente peso que la banca comercial privada ha adquirido entre las fuentes de financiamiento del gobierno federal. De acuerdo con el documento, entre noviembre de 2009 y noviembre de 2010, ese sector le otorgó a la actual administración créditos por un monto de 232 mil 800 millones de pesos, cifra que triplica lo adjudicado al sector productivo privado en el mismo periodo –87 mil 500 millones de pesos– y que representa un incremento de 73 por ciento respecto del año anterior. En primer término, las cifras referidas ponen en perspectiva la persistencia en el sometimiento financiero del país respecto de agentes externos, ya sean organismos financieros internacionales –que en meses recientes han otorgado y ampliado líneas de crédito para México– o de los bancos privados que operan en el territorio, la mayoría de los cuales son filiales de corporaciones extranjeras. Dicha persistencia no es una buena noticia para el país y su población: debe recordarse que el otorgamiento de créditos por instancias como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, además de conllevar endeudamiento público y sacrificio para las mayorías, ha sido el vehículo para imponer, en México y en otros países, una preceptiva neoliberal que redunda en pérdida de soberanía monetaria y económica y en desequilibrios sociales, que, para colmo, fue la causante de los desbarajustes financieros y económicos recientes en el plano internacional. En el caso de los bancos privados, es claro que el otorgamiento de créditos al gobierno federal redunda, ante todo, en una gran oportunidad de negocio por vía del cobro de cuantiosas tasas de interés. Lo anterior hace inevitable recordar el historial de privilegios de que ha gozado el sector bancario en el pasado reciente: privatizadas durante el gobierno de Salinas de Gortari, quebradas y rescatadas con dinero público un sexenio después y actualmente en propiedad de consorcios internacionales, las instituciones bancarias que operan en México disfrutan de condiciones de negocio mucho más ventajosas que las que tienen en sus países de origen, las cuales derivan de la renuencia de las autoridades correspondientes a emprender las medidas de regulación necesarias y de protección de los usuarios de esos servicios. Con tales antecedentes, no es ocioso preguntarse si la creciente contratación de créditos con la banca comercial obedece en sentido estricto a las necesidades de financiamiento del gobierno, o si sigue la línea de procurar oportunidades de ganancia para esas instituciones, así sea en detrimento de las arcas públicas. Por otra parte, la conocida falta de transparencia con que las presidencias priístas y panistas han manejado los recursos públicos –tanto los obtenidos del endeudamiento interno y externo, como los que se originaron de los recursos petroleros durante el foxismo– hace inevitable sospechar que los montos obtenidos por el gobierno de préstamos como los referidos son empleados para beneficio de la población o si terminan engrosando fortunas privadas por la vía de la corrupción y los intercambios de favores. Desde un punto de vista más general, no puede omitirse que el incremento en el crédito otorgado al gobierno por bancos privados ocurre en un contexto de crecimiento de la deuda del sector público, que se ha más que duplicado en los cuatro años de la actual administración y se ubica actualmente en una tercera parte del PIB. Aunque las autoridades señalen que ese indicador se mantiene en niveles de los más bajos del mundo, lo cierto es que un incremento tan notable no puede ser visto, de manera acrítica, como un síntoma de salud económica y financiera en el país. Por el contrario, la circunstancia descrita pone en relieve la necesidad de que el gobierno federal obtenga los recursos que necesita de donde los obtienen la mayoría de los países modernos: del cobro de impuestos a las grandes empresas, a los propietarios de las grandes fortunas y a los grandes capitales; y que se avenga a cancelar los injustificables e indignantes gastos suntuarios y los ingresos inmoralmente elevados que se otorgan las cúpulas institucionales. LA JORNADA. 2-1-2011

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